Marxismo en el siglo XXI
No se trata, pues, de que el desarrollo económico capitalista sea sustituido por el socialismo en el siglo XXI, sino de utilizar la crítica del capitalismo y sus constantes crisis periódicas previstas por Karl Marx, para dar respuestas más humanas y justas a los problemas de globalización, crecimiento ilimitado económico, automatización del trabajo humano, conservación de recursos naturales y demás retos de nuestra era.
- Andrés Guillén
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- - Publicado: 14/3/2021 - 12:00 am
Evitar la política de lucha de clases, para realizar el sueño de Marx de una nueva sociedad poscapitalista ("socialismo"), fue una prioridad dictada al marxismo moderno y reformista. Foto: EFE.
Karl Marx (1818-1883) murió hace 138 años dejando un importante legado de obras como pensador económico, historiador, analista social y filósofo que a su vez, críticos y seguidores han desarrollado en decenas de miles de obras adicionales, constituyendo una masa teórica impresionante, dándole una magnitud universal a su pensamiento.
A pesar de que lo que escribió sobre las condiciones políticas y sociales europeas del siglo XIX está ya obsoleto históricamente, muchas de sus observaciones e ideas actualmente siguen siendo válidas y relevantes.
El impacto y los efectos que estas tuvieron sobre la humanidad en el siglo XX, en especial su concepción materialista de la historia, con el modo de producción y la lucha de clases como motor de la historia, se ligaron estrechamente a la suerte de la Unión Soviética (URSS) y sus satélites en Occidente (el marxismo en Oriente es un caso diferente) al ser utilizadas como base de la ideología dogmática y totalitaria soviética.
Esa visión marxista de la historia se desmoronó junto con la estrepitosa caída de la URSS en 1991, obviamente sin que la supuesta fuerza liberadora del proletariado derrocara al capitalismo, principal auto de fe de la versión leninista-estalinista del marxismo.
Pero cuando se abandona o reinterpreta el campo de análisis histórico materialista y se aborda el presente sin predicciones fatalistas, el marxismo se convierte en un abanico actualizado de opciones y posibilidades políticas de acción colectiva, como es el caso sorprendente de China y Vietnam, naciones que destrabaron su técnica de producción capitalista de su retórica revolucionaria marxista. De allí su relevancia en el siglo XXI para cualquier otro país, socialista o no, que quiera disminuir desigualdades en la distribución de sus riquezas nacionales y ser una sociedad más justa.
La descripción y análisis de un capitalismo autodesestabilizador, como fuerza dialéctica global de desarrollo y progreso, plasmada por Marx y su inseparable compañero Frederick Engels, en 1848 (ver el "Manifiesto comunista"), es, a todas luces, el mundo globalizado, tecnológico, desigual, populista y en crisis del siglo XXI.
Parte importante de sus teorías económicas son las contradicciones inherentes a ese mismo desarrollo capitalista, con su concentración de riquezas en pocas manos, producto de la "plusvalía" o valor no pagado al trabajador que, según Marx, constituye una ganancia extra e injusta para el capitalista, que él y muchos otros ven todavía como explotación inhumana del obrero.
Cabe señalar que este concepto viene de los economistas clásicos británicos David Ricardo (1772-1823) y Adam Smith (1723-1790), idea incorporada por Marx a su pensamiento posteriormente.
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En cualquier caso, este supuesto beneficio fraudulento de la burguesía no caló lo suficiente en la clase obrera de nuestro capitalismo democratizado actual, desmeritando el rol del proletariado como agente esencial de transformación social, sin que esto excluya su importancia política.
Pero evitar la política de lucha de clases, para realizar el sueño de Marx de una nueva sociedad poscapitalista ("socialismo"), fue una prioridad dictada al marxismo moderno y reformista por las circunstancias, por ejemplo, la infructuosa "primavera de Praga" de 1968.
Esta transición pacífica del capitalismo al socialismo se ha dado democráticamente en varios países latinoamericanos, con consecuencias nefastas como alternativa al capitalismo.
No se trata, pues, de que el desarrollo económico capitalista sea sustituido por el socialismo en el siglo XXI, sino de utilizar la crítica del capitalismo y sus constantes crisis periódicas previstas por Karl Marx, para dar respuestas más humanas y justas a los problemas de globalización, crecimiento ilimitado económico, automatización del trabajo humano, conservación de recursos naturales y demás retos de nuestra era. Nos toca repensar a Karl Marx.
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Economista.
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