Educación
Machismo y xenofobia: ¿Qué está fallando?
- Silvio Guerra Morales
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Hay que romper la pesada cadena de arrastre histórico que un machismo como forma de esclavitud en contra de nuestras mujeres, pareciera perpetuarse.
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Se promueve y se vende la violencia contra la mujer como conducta normal y aceptable.
La cuestión educativa, sin duda alguna, es parte del problema y qué decir de la tiranía de la influencia distorsionada de lo mediático.
Promueven y venden la violencia contra la mujer como conducta normal y aceptable, aunque tal vez no sea esa la intención es lo que se proyecta.
La xenofobia no se ausenta.
Se trata de motivar el odio hacia el extranjero.
Otra cosa distinta es el derecho soberano de todo Estado a regular la entrada y salida de personas.
Lo ocurrido en Ecuador recientemente no hace otra cosa que revelar la estulticia de los gobernantes.
Insinuar que la delincuencia en su país es causada por los inmigrantes venezolanos y, peor, incentivar la creación de hordas para que vigilen a la comunidad del hermano país, es execrable por demás.
El femicidio, como tema que no puede ser soslayado, es un tema relacionado al arraigado machismo de nuestras sociedades y que ha pervivido históricamente y, reiteramos, son formas societarias que reflejan déficits en una cultura que se supone debe reinar la igualdad.
En otro orden de ideas, o independientemente de las diferencias que no pocos sectores tengan con el gobierno de Maduro, la declaración de su canciller de exigir el respeto de todos los venezolanos, no importa el país en que se encuentren es un llamado a la solidaridad humana y no a su gobierno ni a sus representantes.
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Hay, sin duda alguna, que romper la pesada cadena de arrastre histórico que un machismo como forma de esclavitud en contra de nuestras mujeres, pareciera perpetuarse.
La xenofobia en ese orden es mala consejera de las almas y de cristianismo no dice nada conveniente.
Las almas buenas y cristianas no se inclinan a pisotear a sus semejantes.
No importa la nacionalidad.
Importa nuestra condición de seres humanos dotados de plena y absoluta dignidad.
La mano con pan se le extiende al que tiene hambre.
Se le brinda manta al que tiene frío.
Agua al sediento.
Abrigo al desnudo.
Techo al que no tiene resguardo del sol o de la lluvia.
Y si podemos hacerlo por qué no ayudar.
¿Por qué no asistir al necesitado y menesteroso?
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¿Por qué no auxiliar al perseguido?
Hoy son los hermanos de Venezuela y de otras naciones.
En una época, bajo el militarismo, no fueron pocos los panameños que salieron del país.
Unos a Canadá.
Otros a Estados Unidos de América.
En fin, sobrarían los ejemplos.
Y fueron bien acogidos.
Aún viven muchos panameños en esas y otras naciones.
Dios bendice a la nación que trata bien a los perseguidos.
A los que están en los hospitales.
En las cárceles.
A la nación que también honra a sus muertos.
A los ancianos.
A los huérfanos y las viudas.
La solidaridad no se predica.
Tan solo se vive.
Se hace materia en nuestras acciones.
La xenofobia mata el alma.
El femicidio, el desprecio por nuestras madres, hijas, mujeres.
El desprecio por las autoras de la vida.
Dios bendiga a la Patria.
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