Lunares del turismo istmeño
- Jaime Figueroa Navarro
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Aun sin transcurrir los 90 días de "luna de miel" del nuevo gobierno vemos con buenos ojos el brillo de la inmensa creatividad y acción del nuevo burgomaestre capitalino, quien a diario salpica las redes sociales con actividades jamás vistas para el mejoramiento y purificación de la metrópoli.
Porque quiérase o no, mientras no solventemos las aristas del transporte, desarrollo y mercadeo de provincias como magnetos turísticos el notable atractivo istmeño subsiste en Ciudad de Panamá. Algo no necesariamente incorrecto, cítese el caso de París en la geografía gala, pero habría que pulir el diamante para multiplicar su atractivo.
Como siempre, olvidamos que el común denominador del turismo es el visitante. Él tiene el poder de escoger entre variados destinos regionales y su opinión posterior a la visita resulta meritoriamente trascendente en su capacidad de venta gratuita del destino o en echar por tierra los millones en publicidad como espuria.
A simple vista, ejercicios como la siembra de vistosos guayacanes y el destierro de "bien cuidaos" sirven como muestras de dinamismos que nos encaminan a cuestionar porque no se ultimaron con anterioridad. Ello nos conduce a un raudal de actividades que diferencian lo que somos frente a lo que podemos ser.
Sin duda, México resulta el coloso del turismo latinoamericano con 75 millones de visitantes anuales, donde nuestro hado, a pesar de sus aquilatados atributos, siquiera figura entre los primeros diez.
Uno de los programas más exitosos de la Secretaría de Turismo de México, modelo exportado a otros destinos regionales, resulta ser su programa de Pueblos Mágicos cuya génesis se da a inicios de siglo bajo la tutela de Leticia Navarro, ministra de Turismo, cuyo objetivo es reforzar los atractivos turísticos como alternativas frescas y diferentes para atender la creciente demanda de visitantes. ¡Bien valdría la pena adoptarle en el Istmo!
Sirviendo el aeropuerto de Tocumen como génesis, sería simpático que su administración resuelva algunos temas que generan el sinsabor de nuestros visitantes. Por lo pronto, como en todos los aeropuertos del mundo, que los pasajeros se desplacen a los servicios de migración y aduanas en la terminal donde arriman sus vuelos en lugar de obligarles al desplazamiento cual camellos a la otra terminal "porque así es la vaina".
Que bonito que contamos con una estación de metro en Tocumen. Lastimosamente, se nos olvidó su apego a las terminales, tal cual es el caso en todos los aeródromos importantes del mundo, exponiendo a los usuarios a los elementos, pérdida de tiempo e innecesaria subidera y bajadera de escaleras. Estos son algunos ejemplos de indiferencia intelectual que empañan los cientos de millones de dólares de inversión en un aeródromo que bien pulido resaltaría como uno de los más eficientes del mundo. ¡Y por ahí nos vamos!
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