Sociedad
Los pensionados, ¿activos descartables?
- Antonio Mola opinion@epasa.com
Los pensionados no solamente contribuyeron con su trabajo al desarrollo del país, sino que pagaron sus cuotas puntualmente para poder gozar de una pensión digna, y que aún hoy continúan pagando para poder cubrir sus beneficios médicos...

En la actualidad no existen programas que busquen el aprovechamiento de las experiencias y sabiduría de las pensionados. Foto: EFE
Los pensionados (ancianos en la mayoría de los casos, según la definición de edades) son ciudadanos que no ostentan ningún tipo de rango o clase.
Alguna vez ha dicho por allí que son ciudadanos de tercera o cuarta clase.
Otros inclusive han llegado a mencionar que son desechables.
No puedo estar más en desacuerdo con estas personas.
Una gran mayoría son ciudadanos abandonados.
Visto por los gobiernos como un mal heredado y un gasto "in crescente" que no saben cómo afrontar o disminuir en forma racional y humana.
Mal que lo vienen tratando de resolver con procesos lentos que conllevan a la muerte de los miembros de este grupo social.
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Ha sido un abandono semiconsciente o consciente de los gobernantes y los responsables de la seguridad social.
Nadie se preocupa de establecer programas que reinserten a los pensionados a la sociedad, aprovechando sus experiencias y sabiduría.
La débil preocupación o negligencia del Estado por proveer un sistema de salud eficiente, en donde la atención médica y la proveduría de medicinas y servicios, no solo sean de calidad, sino también efectivos.
El pensionado o anciano, al no contar con esto, deteriora su salud y con ella acelera su muerte.
Con su muerte viene un ahorro en las finanzas públicas y la disponibilidad de algún dinero extra para las "obras" que le generan réditos políticos o personales.
Es una acción que podemos comparar con lo que en finanzas se llama "descarte de activos", es decir, se desecha lo que contablemente no tiene valor y se da de baja en el registro de activos.
Cambio y fuera como se diría en buen panameño.
Los ancianos (pensionados hoy en día en su gran mayoría), de acuerdo con el Antiguo Testamento (la Biblia) eran personas de cierto nivel o cargo entre sus hermanos, como cabezas de familia, casa o tribu.
También se les consideraba dentro de la sociedad como sabios o venerables, en virtud de su edad o conocimientos.
Es decir, el vocablo no indicaba mucha edad, pero sí madurez y experiencia.
Para la mayoría de los pueblos mesoamericanos, el anciano fue considerado como la persona que conocía la verdad y la transmitía a aquellos que se encontraban cerca de él.
En ellos estaba el recuerdo, el acto y la posibilidad del futuro.
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Los Aranda son una tribu que habitan en el centro de Australia, ellos nunca han abandonado a sus ancianos, por el contrario los tratan con bondad y un respeto especial reservándoles los mejores bocados y proveyendo a los que no pueden cuidarse por sí mismos.
Los viejos gozan de un gran prestigio y bastante autoridad.
Así podemos contar con múltiples ejemplos de sociedades mucho menos “avanzadas” que las nuestras en la que los ancianos son personas veneradas, respetadas y protegidas.
Por ejemplo están los Witotos, una tribu que vive al noroeste del Amazonas, los cuales guían todas sus acciones de vida social, caza o guerra, mediante un consejo formado por los ancianos varones de la tribu.
Tenemos a los Hopis, quienes habitan en el estado de Arizona, USA, los cuales a los ancianos no les exime de sus deberes económicos ya que contribuyen con todas sus fuerzas hasta que llegan al final.
Ellos mismos consideran que es una manera digna de morir.
Y qué podemos decir de la sociedad japonesa.
Para los japoneses es de gran importancia el respeto y la honra de sus ancianos, tanto que en 1966 se estableció que el 15 de septiembre sería el día del respeto a la longevidad.
Contrario a lo que hoy en día es en Panamá y en donde estos están sometidos a un maltrato, primariamente psíquico y emocional, por la forma como la sociedad los ve y los trata.
Los pensionados no solamente contribuyeron con su trabajo al desarrollo del país, sino que pagaron sus cuotas puntualmente para poder gozar de una pensión digna, y que aún hoy continúan pagando para poder cubrir sus beneficios médicos, los cuales no reciben por la ineficiencia de la seguridad social.
Pero el Gobierno y miembros de la sociedad, y hasta algunos hijos, los ven como cargas administrativas y sociales cuyo peso no permite otros desarrollos.
Como una de las consecuencias del envejecimiento, que ha sido estudiada por la gerontología, está la problemática de la incorporación de los pensionados o ancianos a la sociedad, esta incorporación determina el grado de desarrollo de la sociedad, no solo desde el punto de vista humanitario sino también económico y por la otra el grado de salud física y mental a la que arriba esta población.
Los resultados de múltiples investigaciones definen la forma en que cada individuo envejece, así como las posibilidades que ofrece la sociedad teniendo como base la participación del anciano en ellas.
Por lo tanto, el éxito o el fracaso para su incorporación social depende de variables tanto psicológicas como sociales.
Es evidente que su reinserción social está relacionada con múltiples factores que definen la inclinación en el envejecimiento.
Por lo tanto, podemos decir que el envejecimiento se caracteriza por un cambio en los roles sociales tanto en número como en contenido.
El producto de este cambio resulta en un reducido 'set' de roles, lo que indica que aún hay roles para estos y que como indiqué anteriormente, no existen en la actualidad programas que busquen el aprovechamiento de sus experiencias y sabiduría.
Debemos destacar que la Geragogía (pedagogía orientada a la educación o enseñanza del anciano) en adultos mayores es parte importante, pues toda persona llega al mundo con un conjunto de potencialidades que aun en la tercera edad se pueden seguir desarrollando, lo que coincide con la visión del fundador de la Corporación IBM (Thomas Watson) el que indicaba que “en educación no hay punto de saturación”, y por lo tanto se puede inferir “que todo ser es inacabado por lo cual se impone la obligación de aprender constantemente” (Paulo Freire).
La sociedad cambia día con día.
Igual nosotros que atravesamos por diferentes etapas en la vida y que al llegar a la de la vejez por lo regular nos da miedo, sin embrago no tiene que ser así.
Llegar a esta etapa es algo único, ya que no todos podemos llegar a ella, es continuar siendo productivos, conocer y aprender cosas nuevas, es el poder transformar y realizar todo aquello que en algún momento lo dejamos por los motivos que fueran.
El no hacerlo nos convertirá en lo que no somos y en lo que como hoy nos ven: un activo descartable.
Pero para esto la sociedad, encabezada por el Estado, debe construir programas que permitan la contribución e inserción al avance del país de los que llegamos a esta etapa de la vida.
Entre todos podemos cambiar la imagen negativa de la longevidad, visualizándola como una etapa maravillosa, una de las etapas que no se debe soportar sino aprovechar.
Si perteneces a nuestra sociedad (familia y comunidad) y miras la vejez como una nueva oportunidad de crecer, puedes convertirte en agente de cambio y protagonizar tu propia historia, como lo han ido haciendo algunos adultos mayores.
De ti depende si quieres ser agente de cambio o activo descartable.
Ex-Alumno del Instituto Nacional. Generación 64-65.
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