Cartas desde el frente europeo
Los nuevos inquisidores
...sus sucesores ceremoniales están presentes en la sociedad actual realizados por los adalides de la moral.
Cartas desde el frente europeo
...sus sucesores ceremoniales están presentes en la sociedad actual realizados por los adalides de la moral.
Estas nuevas ceremonias ya no se realizan en las plazas, ni en los parques; son ahora las redes sociales las receptoras de las descargas de justicia. Foto: Archivo.
Los autos de fe eran ceremonias donde eran juzgados a los presuntos herejes. Estas, alejadas de los juicios inmorales e inhumanos que la leyenda negra ha esparcido en el mundo, eran más parecidas a verbenas que a veredictos crueles, fiestas en las que se reunían las personas del pueblo para saciar su hastío.
Una celebración del triunfo de la fe católica sobre sus enemigos. San Miguel pisando otra vez a la serpiente. En estos ritos los penitentes eran obligados a llevar sambenitos, sacos benditos.
Trajes que demostraban el castigo, la desdicha y la deshonra. Marcas de la afrenta que habían cometido.
Y aunque ya llevamos casi dos siglos y medio sin un auto de fe perpetrado por los caudillos de la religión, sus sucesores ceremoniales están presentes en la sociedad actual realizados por los adalides de la moral.
Estas nuevas ceremonias ya no se realizan en las plazas, ni en los parques; son ahora las redes sociales las receptoras de las descargas de justicia.
En estos veredictos se celebra el triunfo del borreguismo sobre la razón. Lo sentimental encima de lo lógico.
Los árbitros de esta oscura práctica actual se basan en las leyes apócrifas del globalismo. Los castigados son los que no se dejan encadenar por la farsa del pseudoprogresismo retrógrado.
Se persigue a todos los que osen pensar por sí mismos. Estos disidentes son denunciados por rumores, sospechas y bulos. Sus jueces, jurados y verdugos son todos aquellos que los apedrean desde la comodidad de una máscara digital.
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Y, como condenados en un litigio indecoroso, llevan la túnica de la discordia. Su sambenito digital. Una @ que representa la ignominia de ir contra la corriente.
Un motivo de burla y cólera. El traje electrónico del reo. Una prenda que se tatúa en el subconsciente colectivo y persigue al convicto de por vida.
La pena para los confesos ya no es la destrucción del cuerpo, ni la ejecución física. El castigo es psicológico.
Una sanción mucho más duradera e implacable que la mortal. Una persecución sin cuartel a todo lo que el penitente haga en el mundo real.
Es la demolición de la vida del individuo. El aniquilamiento de los logros de una persona por el hostigamiento en la Red.
El problema de esta serie de ceremonias recae en la culpabilidad inexistente de los que ejecutan estas tareas.
La falta de control en esta serie de “procesos”, más parecidos a palizas comunales que a juicios legales.
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La carencia de responsabilidad de los administradores de los apaleamientos y el injusto castigo por los crímenes cometidos.
Estos rituales sociales han acrecentado su poder y su alcance gracias a la inclinación de esta sociedad hacia la búsqueda de víctimas.
Y si hay víctimas, existen victimarios que necesitan una represalia. Porque ya no buscamos héroes, ni santos.
Ya no nos interesan los actos heroicos, ni las muestras de fortaleza corporal o mental.
Lo que precisamos es una víctima que sufra de un problema. Un mártir para una nueva cruzada contra lo establecido.
Pero a cada cerdo le llega su San Martín, estos cultos terminarán siendo desechados por su ilógica rutina de persecución.
Los autores se seguirán escondiendo detrás del opaco antifaz del Internet.
Su corte moral será derribado cuando la población ya no encuentre gozo en observar el desplome de los éxitos de una persona.
Estos autos de fe cesarán cuando los residentes digitales se den cuenta de la intemporalidad de la Red y sus consecuencias en el mundo fuera de ella.
Toda esta locura y cacería de nuevos herejes del progresismo se acabará cuando abracemos la lógica y lo objetivo, cuando nos alejemos del sentimentalismo y la protección de lo subjetivo.
Estudiante panameño en España.
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