Los misántropos humanistas
... los errores no se tapan con cirugías ni con mentiras ni con incendios ni con saqueos. Solo se puede llevar a cabo un verdadero arreglo social con esfuerzo, sudor y vocación.
- Alonso Correa
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- - Publicado: 08/9/2020 - 12:00 am
La dismorfia corporal es una enfermedad mental en la que el que la sufre amplifica ciertos defectos que tiene en el cuerpo. Esta dolencia puede llegar a causar estragos en la psique del afectado haciendo que este se realice diversos “retoques” quirúrgicos para tratar de contrarrestar el desperfecto. En la mayoría de los casos la dismorfofobia, como también se la conoce, se manifiesta, a grandes rasgos por: rechazo al propio cuerpo, unas enormes ganas de tener la imagen de otra persona y la renuencia a ir a eventos sociales por pena a ser criticado. Este padecimiento no se cura por sí mismo y por eso es aconsejable buscar ayuda si se manifiesta algún síntoma ya que se puede llegar al límite del suicidio si no se trata a tiempo.
Y así como se puede llegar a odiar al cuerpo por pequeñas imperfecciones, existen muchos que odian su patria por situaciones excepcionales. Porque así como una cicatriz o una marca de nacimiento pueden llegar a dañar la autoestima de una persona, un acontecimiento puede llegar a desencadenar un inmenso sentimiento de odio y desagrado en contra del país mismo. Pero los que sufren de este tipo de aversión lo sienten de manera intermitente, dependiendo de distintos factores tales como: si ese odio nace de una injusticia hacia una parte concreta de la población, si es tendencia en las redes sociales el odiar al país o si la animadversión es llevada adelante por famosos.
El odio a lo propio no es reciente. Hemos podido apreciar ejemplos de este sentir a lo largo de la historia, por ejemplo, la comedia de 1666 “El misántropo” escrita por Molière o la frase de Schopenhauer “La existencia humana debe ser una especie de error”. Lo que sí es reciente es la mezcla del odio y el amor al ser humano. El odio a lo establecido y el amor a lo transgresor. El odio a sus congéneres y el amor a lo distinto. Porque lo que hoy vemos no es el odio al individuo, es el odio a lo afincado por un tropel de ofendidos.
El odio nunca es parte de la solución, y es eso lo que estos huraños no llegan a entender mientras se escudan con excusas. Lo único que trae consigo el detestar tu tierra es división y resentimiento. La antipatía que demuestra la turba de los disgustados es su amplia ignorancia y su fe ciega en los líderes de sus movimientos. Porque la única razón por la que denigran es porque su prepotencia se alimenta de eso.
Lo que estos dolidos no entienden es que la manera correcta de cambiar los desperfectos nacionales, así mismo como en la dismorfia corporal, es con amor y trabajo. Trabajo sin miramientos, siempre hacia adelante. Porque los errores no se tapan con cirugías ni con mentiras ni con incendios ni con saqueos. Solo se puede llevar a cabo un verdadero arreglo social con esfuerzo, sudor y vocación.
Pero lo que demuestran queriendo que los cambios los hagan otros, que sean los otros quienes se amolden a sus caprichos, es holgazanería y pocas ganas de que los cambios se hagan realidad. Porque son como topos cuando de trabajo se trata, ciegos ante una responsabilidad que les golpea en la cara. Lo único que desean es seguir siendo el centro de la opinión con el menor empeño posible. Porque se han acostumbrado a ello a lo largo de los años y no desean cambiar sus costumbres, como un dismorfofóbico sin remedio se rehúsan a ser los engranajes que inicien el cambio y prefieren tapar sus inseguridades con gritos, lágrimas y negaciones.
Estudiante panameño en España.
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