Los capos de la droga se forjan en nuestras propias narices
... el narcotráfico crece a la sombra del desinterés del ciudadano común, que empieza a ver como normal que los chicos del barrio consuman drogas, después pasen a comercializarlas y posteriormente a entrar en la vorágine de la violencia de los grupos criminales organizados.
- Arnulfo Barroso Watson
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- - Publicado: 03/9/2021 - 12:00 am
Se convierten en los Robin Hood de los barrios y ocupan el espacio vacío de nuestras autoridades. Todo allí en nuestras propias narices. Foto: Ilustrativa. EFE.
El crimen organizado trabaja en las penumbras. Con todo el poder que le brinda sus exorbitantes ganancias económicas. A eso se le suman situaciones que generan un espacio ideal para su crecimiento y fortalecimiento.
La avaricia de gente que no duda un minuto en faltar a su juramento de servirle a los mejores intereses de la patria desde un puesto público y las falencias de los sistemas político y jurídico, son apenas algunas.
En los últimos meses hemos sido testigos de eventos en Panamá que son dignos de la serie del Cártel de los Sapos, de Pablo, el Patrón del Mal, o de Narcotraficantes. Siempre tengo presente una premisa que nos expuso un jefe de la DEA estadounidense en su cuartel general de Miami: el narcotráfico crece a la sombra del desinterés del ciudadano común, que empieza a ver como normal que los chicos del barrio consuman drogas, después pasen a comercializarlas y posteriormente a entrar en la vorágine de la violencia de los grupos criminales organizados.
Allí se gestan los grandes capos de la droga y sus sicarios, en nuestras narices. También en funcionarios nombrados en puestos claves y en otros de elección popular que se aprovechan de sus influencias políticas para delinquir.
Se convierten en los Robin Hood de los barrios y ocupan el espacio vacío de nuestras autoridades. Todo allí en nuestras propias narices.
Periodista.
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