Anécdotas
Los buques de la bucería de perlas
- Stanley Heckadon-Moreno (Antropólogo)
Hace cuatro décadas conversé en Soná, a orillas del San Pablo, Veraguas, con Natividad Tristán Ortiz. Había nacido en 1890, en La Mesa, en tiempos de Colombia.
Hace cuatro décadas conversé en Soná, a orillas del San Pablo, Veraguas, con Natividad Tristán Ortiz. Había nacido en 1890, en La Mesa, en tiempos de Colombia. Que a inicios del siglo XX anduvo embarcado en El San Pablo, buque madre de madera de la bucería de perlas de "Checo" Martinelli. Era de vela, luego le adaptaron un motorcito y pasó a ser motovelero. Contaba con cuatro botes de vela, de diez varas de largo y cuatro remos. Natividad fue boga y bombero del Trípoli. Al fondear el bote dejaba los remos y daba vueltas a la manivela del compresor que por la manguera enviaba aire al buzo de escafandra que iba por el plan recogiendo conchas de madre perla. Las perlas grandes se vendían fuera, las chicas en Panamá y el nácar se exportaba.
Por siglos la gente de las islas y costas del Pacífico del Istmo bucearon perlas a pulmón. El resto del año, eran agricultores de roza y pescaban. En la década de 1860 se introdujo la escafandra. Invento que permitió bucear más hondo, más horas, el año entero. Surgieron flotas en Panamá, Soná, Remedios y Pedregal. La mayor, Pinel Hermanos.
El 10 de agosto de 1904, fallece de causas naturales en isla Gobernadora, Veraguas, Thomas Harkins. Era de California, casado y no testó. Tenía dineros guardados con los Pinel a quienes había vendido la mitad del buque "Una". Las diligencias entre el juez Ismael Paredes, el cónsul americano Hezekiah Gudger y el intérprete Julio Arias, al inventariar los bienes del finado, dan datos de un buque perlero.
Pablo Pinel dijo tener $1,390 en oro americano del difunto, quien poseía la mitad del buque "Una". Este era de una cubierta y tres "árboles" o mástiles, su largo 118 pies, su ancho 31 pies y 9 pies de "puntal", la altura del plan o fondo hasta cubierta. Su "porte" o peso, 197 toneladas. Harkins había vendido la otra mitad del buque a los Pinel por 2,700 pesos oro. Por administrarlo los Pinel cobraban 1% del ingreso. Las "partidas" o ganancias se repartían por igual. El libro de "Debe" y "Haber" del Una arrojó 3,479 pesos oro, divididos entre ambas partes. Pinel entregó al cónsul 3,370 pesos oro.
Por siglos el epicentro de la bucería fue el archipiélago de las Perlas. En noviembre de 1904 el alcalde Manuel Vázquez, esboza el impacto de las empresas con escafandras sobre la bucería a pulmón. San Miguel, pueblo cabecera, tenía 252 casas de paja, tejas y zinc. Su población, 1,800 almas, decrecía rápido por la emigración "por cuanto que a la bucería que ha sido la fuente de riqueza de estas islas y a las cuales se han dedicado la mayor parte de sus hijos, viene extinguiéndose desde muchos años atrás, a consecuencia de la explotación de los pequeños fondos de manera que las que quedan no están al alcance de los buzos de cabeza, y de allí ...que día tras día se enriquecen tres o cuatro empresarios de bucería con máquina de Panamá con perjuicio de los habitantes y el comercio del archipiélago".
Retomemos a Natividad boga y bombero en el bote Trípoli del buque San Pablo. "Uno dormía en el mismo bote chico ónde uno buceaba. El buzo dormía en el barco porque tenían más peso, el barco era más grande. El cabo de vida dormía con nojotros en el bote. Comíamos a bordo del barco y luego cada uno se iba pá su bote a dormí".
"Cuando los buzos cogían concha era en el peso de la cáscara donde ellos ganaban plata. Si era domingo ellos ganaban parte de la perla que sacaban con el dueño de la empresa. Los días de trabajo eran de lunes a sábado. Las perlas eran de la empresa. La esperanza de los buzos era el domingo".
"A veces se cogían dos quintales de concha, que era regular. Cinco quintales era bueno, muy bueno, lo que vi pocas veces. A veces salíamos de marea y no cogíamos ná. Salvo nojotros que ganábamos cinco reales por día".
"Cuando estábamos cerca a los caseríos las mujeres allegaban al barco. Aguardiente en el barco no se permitía. Solo una vez me robé una damajuana de aguardiente de Don Checo que estaba por mitá. Don Checo tenía una cantinita en la playa. A bordo no se permitía guaro por las peleas, allá no se peleaba, si había peleas a uno lo cambiaban de bote".
"Eso sí cuando allegábamos al puerto nos poníamos a chupá. La gente se encerraba en las cantinas y las mujeres solo dejaban entra a los buzos. La gente de la bucería andaba tóa marcá en tatuajes. Cuando yo fui a Panamá a poneme pintas, ya no tenía ónde me pusieran otra maj".
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