Anécdotas
Los agrónomos de entonces
- Stanley Heckadon-Moreno/opinion@epasa.com
Las tesis giraban sobre mecanización agrícola, el uso de agroquímicos y riego. A la pregunta sobre cuál era su ambición profesional, la repuesta era ser técnico del Estado. Tras graduarse, el 90% de los nuevos profesionales agropecuarios pasaba a trabajar con el Estado. A la sazón la Facultad de Agronomía era una institución que entrenaba estudiantes urbanos para ser cuadros técnicos del sector agropecuario estatal.
Hace días, el diario La Prensa analizaba la escasez de arroz y la gran cantidad que se importa. Un cuadro mostraba la producción nacional, 2016-17, siendo Chiriquí la provincia más arrocera. Sus 428 productores sembraron 16,200 hectáreas.
Me trajo a mente el primer censo agropecuario de Chiriquí, levantado en 1946 por el entonces Ministerio de Agricultura, Comercio e Industrias. Había 9,313 agricultores que sembraron 9,164 hectáreas y cosecharon 386,000 quintales de arroz. Entre ellos, mis abuelos, tíos y primos. Siete décadas después es drástica la caída en el número de agricultores y la extensión de los arrozales.
En las décadas 1970-80, la discusión sobre la crisis agropecuaria incluía el tema de descentralizar las instituciones estatales. Así se trasladó a Santiago de Veraguas la sede del Ministerio de Desarrollo Agropecuario y a David el Ministerio de Obras Públicas.
Otro tema en este debate sobre el sector agropecuario era trasladar o no, al Interior, a la Escuela de Agronomía de la Universidad de Panamá. Por cosas del destino formé parte de un equipo que evaluó esta decisión. El consultor principal fue el Dr. Harry Brautimgam, nicaragüense, doctorado en Estados Unidos, y experto en economía agropecuaria. Años después murió al estrellarse el avión en que viajaba al aterrizar en el peligroso aeropuerto de Tegucigalpa.
A Harry, como a todo agrónomo extranjero, le llamaba la atención cuán distinto que era el uso de la tierra entre Panamá y las capitales centroamericanas. San José, Managua, San Salvador y Guatemala, estaban rodeadas de cultivos fuesen cafetales, algodonales, arrozales y maizales. Panamá mostraba al sur el Pacífico, al oeste la Zona del Canal, al norte la división continental de aguas y las zonas de cultivos más cercanas al este, hacia Pacora y Chepo.
Como antropólogo del equipo se me pidió esbozar el perfil social del estudiante de agronomía. Desde su fundación, la Facultad estaba en el campus central de la Universidad de Panamá, a unas cuadras del Panamá Hilton, el centro bancario internacional y Vía España, la arteria comercial de la capital.
Sobre el estudiantado de agronomía había poca información. Entre las pocas, la tesis de Gladys Valdez, 1979, sobre las causas que influyeron en la elección de esta carrera entre los estudiantes de primer año en la Facultad de Agronomía.
El 77% eran varones, de capas medias y bajas urbanas. Mayormente de Panamá y Colón y en menor grado de David, Santiago, Las Tablas y Chitré. Contados los que procedían del campo o de familias campesinas. El típico estudiante de agronomía había vivido en ciudades y en la secundaria estudiaron ciencias. A la universidad entraban casi sin experiencia sobre la vida de la gente del campo y sus formas de ganarse la vida.
El 90% había hecho la secundaria en escuelas públicas. Un alto porcentaje venían del Instituto Nacional y el Fermín Nadeau, instituciones creadas para formar los cuadros que requería el Estado a inicios de la República. Solo 12% había hecho el bachillerato agropecuario en escuelas como Divisa, Atalaya y el Félix Olivares. Solo 13% eran de familias que vivían de la tierra. Un 1 % tenía experiencia con maquinaria agrícola.
Terminada la carrera de cinco años, el futuro agrónomo tendía a hacer su tesis en el centro de investigación agropecuaria de la Facultad, aledaño al Aeropuerto Internacional de Tocumen. Las tesis giraban sobre mecanización agrícola, el uso de agroquímicos y riego.
A la pregunta sobre cuál era su ambición profesional, la repuesta era ser técnico del Estado. Tras graduarse, el 90% de los nuevos profesionales agropecuarios pasaba a trabajar con el Estado. A la sazón la Facultad de Agronomía era una institución que entrenaba estudiantes urbanos para ser cuadros técnicos del sector agropecuario estatal.
En cuanto a las instituciones en que les gustaría trabajar, el 73% indicó el MIDA, a RENARE, la antigua Dirección de Recurso Naturales Renovables, el Instituto de Mercadeo Agropecuario o el Instituto de Investigación Agropecuaria. Un 1% expresó interés en trabajar dando asistencia técnica al campesinado.
Preocupaba el poco interés del agrónomo en trabajar con la gente del campo. Quizás su extracción urbana les causaba cierta inseguridad, temor de sumergirse entre el campesinado. A la sazón ancha era la brecha cultural y social entre el nuevo agrónomo y el productor agropecuario.
Al entrevistar a directivos de empresas agrícolas, ganaderas, casas de riego y agroquímicos, preferían contratar egresados del exterior. Sobre todo los provenientes de la Escuela Agrícola Panamericana, conocida como Zamorano, Honduras, o los del CATIE con sede en Turrialba, Costa Rica. Según estos ejecutivos del sector agropecuario, el agrónomo local no estaba capacitado para trabajar con los problemas de campo.
Recomendó nuestro equipo trasladar a Chiriquí la Facultad de Agronomía. La contracción del sector agrícola lleva a preguntar de dónde vienen los agrónomos hoy y cuál el perfil del que escoge tan vital carrera.
Antropólogo
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