Epicentro
Lo accesorio sigue la suerte de lo principal
... no nos impresionan los estudios elocuentes que solo basan sus entendimientos en el fenómeno que se arraiga en el momento y en la coyuntura...
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... no nos impresionan los estudios elocuentes que solo basan sus entendimientos en el fenómeno que se arraiga en el momento y en la coyuntura...
Quienes estudian el fenómeno del Derecho pretenden descifrarlo solamente por medio de la revisión calificada de la literatura jurídica Se les enseña erróneamente que es más importante estudiar la letra muerta, que los hechos vivos y trascendentales, de impacto social. Foto: Archivo Epasa.
Bien lo expone el gran jurista latinoamericano Eduardo Couture en el Decálogo del Abogado, que el Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
La sociedad está, hoy en día, saturada de graduados en la Licenciatura de Derecho y Ciencias Políticas que, por distanciarse ampliamente de la verdad antes expuesta, se inician en la carrera llenando sus mentes de libros solamente y, después, su ejercicio se convierte en el producto de esas enseñanzas que solo se consumen en el fuego de la inutilidad, porque no se complementan con las realidades apremiantes que no pueden enseñarse ni aprenderse en esos libros.
Es una realidad constante que quienes estudian el fenómeno del Derecho pretenden descifrarlo solamente por medio de la revisión calificada de la literatura jurídica, como removiendo aquí una piedra y otra allá, escarbando muy profundo en el abecedario, sin darse cuenta muchas veces que el verdadero curso del Derecho es vivo y fluye siempre cristalino por esos escollos del momento y de la sociedad, llegando de la manera menos esforzada hacia el inmenso mar de la justicia.
Así, Derecho y vida son uno solo y son inseparables.
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Por eso, no nos impresionan los estudios elocuentes que solo basan sus entendimientos en el fenómeno que se arraiga en el momento y en la coyuntura, y respetamos esas obras y creaciones del intelecto que se apegan siempre a lo que fue, a lo que es y a lo que nunca dejará de ser: los principios generales del Derecho.
Los estudiosos del momento se concentran en el sedimento, en la vida estacionaria y pasajera; en elementos que consumen el sustrato, pero que no corren la corriente río abajo hacia destinos más abarcadores de la sociedad.
Discurre y evoluciona más sanamente el ejercicio del Derecho allí donde se somete, entonces, más a los dominios del pensamiento y la razón individualizada que a los muros y cadenas de ese dogmatismo que le rinde culto solo a lo que fue y que no recurre a las fuentes del ingenio y la creatividad humana.
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Pensemos, pues, en esos miles de espíritus jóvenes que, atraídos por el faro de la justicia, se les enseña erróneamente que es más importante estudiar la letra muerta, que los hechos vivos y trascendentales, de impacto social, a los cuales se debe buscar una solución que se ampara en el Derecho.
La forma irresponsable en la que se enseña y en la que se aprende la materia, en términos generales, traerá eventualmente a nuestra sociedad profesionales del Derecho que llevan un visor que inmoviliza su carrera y los hace pensar que el pavimento de lo escrito y estudiado ya por otros es suficiente para transitar los recorridos de la profesión.
No reflexionarán sobre las realidades que enfrentan, sino solo en aquello que sobre dichas realidades haya escrito otro.
De seguir el curso al que naturalmente nos llevan los tiempos, seremos una sociedad de páginas blancas en la historia, tan saturada de conocimiento ya logrado, que el conocimiento mismo será una falta de expresión; uniforme, silenciosa y soberbiamente ignorante.
Porque lo accesorio seguirá la suerte de lo principal.
Abogado
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