Mensaje
Las torturas en el presente
- Rómulo Emiliani
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- opinion@epasa.com
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Colgarlo por los pies o por las manos, sacarle las uñas o la piel, o golpearlo hasta dejarlo muerto. El ser humano puede convertirse en un monstruo despiadado y dar rienda suelta a su sadismo, con el argumento de que el enemigo no merece vivir,

En el ámbito escolar, se da otro tipo de tortura cuando golpean, aíslan o se burlan de quienes consideran más débiles o tienen algún defecto. Foto: EFE.
En todas las culturas con tendencias bélicas han existido las torturas, como una forma de castigar al enemigo y sacarle información.
Es una manera cruel de matar lentamente a alguien, sea dejándolo morir de hambre y sed, atarlo a un palo y que se lo coman lentamente alimañas y animales salvajes, o echarle agua hirviendo, o la clásica gota de agua en la cabeza.
Colgarlo por los pies o por las manos, sacarle las uñas o la piel, o golpearlo hasta dejarlo muerto.
El ser humano puede convertirse en un monstruo despiadado y dar rienda suelta a su sadismo, con el argumento de que el enemigo no merece vivir, aplicar un mal concepto de la justicia, o por revanchismo, fanatismo, y hasta en nombre de Dios.
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Modernamente, los regímenes de izquierda y de derecha han usado la tortura para aplacar a los dirigentes sociales o caudillos de levantamientos populares.
Las dictaduras se han especializado en el uso de torturas.
Escogen a sus hombres más enfermos mentales para realizarlas.
Suelen hacerse en lugares no conocidos y sin registro de documentos oficiales.
La cuestión es hacer sufrir, vencer la voluntad de los apresados, crear desesperación, quitar energía hasta eliminar a los adversarios.
En ocasiones se hace desaparecer a las víctimas.
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En eso son tan parecidos los regímenes extremistas fanáticos de izquierda y de derecha.
Pero hay torturas más sutiles pero igualmente perversas.
La que realiza el cónyuge con su pareja a nivel de palabras hirientes, desprecios continuos haciéndole el vacío al otro hasta hacerlo sentir que no vale nada.
O los padres que desde pequeños atormentan a sus hijos con sus gritos y palabras ofensivas, o inclusive golpes.
Los amigos en la escuela que se burlan de compañeros que tienen algún defecto o son más débiles que ellos.
Pero también es tortura colectiva e igualmente destructiva un sistema económico que excluya a los más pobres, o políticos gobernantes que en clara y contundente corrupción provoquen con sus robos el empobrecimiento de sus pueblos.
Son formas de torturas, sacándole la piel colectiva al cuerpo social, las de los grupos de poder que roban a sus pueblos bajo el manto de la impunidad.
Se tortura a los que no piensan como los que mandan, sea impidiendo el libre ejercicio de la libertad de expresión, o imponiendo represalias a los adversarios políticos dañando su fama o arruinándolos económicamente, inclusive metiendo a la cárcel a los opositores.
La tortura se la puede infligir uno a sí mismo, castigándose por errores cometidos, por causa de un complejo de culpa y así pagar el pecado o la falta realizada.
Conclusión; toda tortura ofende a nuestro Señor, destruye a su víctima y va en contra de los derechos humanos más elementales.
Monseñor.
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