Unción
Las manos del sacerdote
- Bernardina Moore
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¿Quién consagraría en las misas el pan y el vino que no sean sus manos? ¿A quién llaman a administrar los santos óleos o el sacramento de la unción de los enfermos cuando el caso lo amerite? ¿Quién recibe y despide a los difuntos para que vayan al encuentro con el Padre celestial?

Muchas personas no tienen idea de lo que significan y aportan a la Iglesia las manos del sacerdote, no tienen ni hacen magia.
En la ordenación sacerdotal, una ceremonia verdaderamente impresionante, paso a paso, el arzobispo va desarrollando el rito de consagración y ordenación del nuevo sacerdote hasta llegar el momento solemne de la unción de las manos con el santo crisma, que le concede al recién ordenado la gracia y el poder para administrar los sacramentos y consagrar el pan y el vino por el don recibido en el cuerpo y la sangre de Cristo y distribuirlo entre sus hermanos, los fieles cristianos.
El sacerdote no es un ser ajeno al mundo, al contrario, fue escogido del mundo para servir en nombre de Dios a sus hermanos que están en el mundo, no fue puesto para ser servido sino para servir a sus semejantes en todo lo referente a la gloria de Dios y la salvación de las almas incluyendo la suya propia.
Debemos tener presente que las manos del sacerdote a pesar de verse igual a cualquier mano, chiquita, grande, blanca, negra, con las características propias de cada cual, en sus funciones no son iguales a las otras porque realizan actos que las otras manos comunes no pueden hacer.
¿Quién consagraría en las misas el pan y el vino que no sean sus manos? ¿A quién llaman a administrar los santos óleos o el sacramento de la unción de los enfermos cuando el caso lo amerite?
¿Quién recibe y despide a los difuntos para que vayan al encuentro con el Padre celestial? Vayan tomando nota.
¿Quién celebra y es testigo de la unión matrimonial de una pareja hombre y mujer que desean casarse y piden la bendición de la Iglesia o de Dios?
Es cierto que los diáconos realizan ciertos actos litúrgicos pero no los ministeriales conferidos únicamente al sacerdote.
Muchas personas no saben y creen que cuando el diácono hace una liturgia están celebrando misa porque reparte la comunión, por eso cuando asisten a un acto de estos, presten atención al desarrollo de la misma y verán que el diácono distribuye las hostias que ya están consagradas por las manos del sacerdote en alguna misa y reposan en el Sagrario.
Somos muy distraídos cuando participamos de algún acto litúrgico y no nos fijamos con atención la diferencia entre una cosa y la otra.
En el mundo hay muchas manos que hacen muchas cosas a veces no muy buenas, como robar, golpear a otro, quitarle la vida a alguien, y cometer cualquier cantidad de fechorías, pero también hay manos que realizan muy buenas obras, como acariciar tiernamente a un hijo para calmar su dolor si lo tiene, sostener con firmeza a un adulto que le faltan las fuerzas, secar las lágrimas de quien llora desconsoladamente por sufrir alguna pena, en fin, todos podemos hacer que nuestras manos sean útiles a la humanidad, como las del sacerdote al pueblo santo de Dios.
Sabemos, no lo ignoramos, que hay sacerdotes que por debilidad o tentados por Satanás, enemigo número uno de Dios, cometen actos censurables, no lo vamos a negar pero, no es de cristianos hacer leña del árbol caído, porque hay muchos más sacerdotes haciendo el bien por rincones del mundo, llevando la buena nueva del evangelio, que cometiendo actos que riñen con la moral cristiana.
No dejemos que eso nos quite el sueño o robe la calma, no queramos ser jueces de lo que a las autoridades compete en el orden humano y a Dios como juez supremo.
Escritora
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