Las consecuencias de una guerra
En toda guerra hay todo un planteamiento doctrinal, sea de soberanía, religión, ideología, economía, que avala y justifica la agresión.
Las consecuencias de una guerra
En toda guerra se planean y se preparan estrategias y material para destruir al adversario, tildado como amenaza y peligro para la integridad de un país, región, o grupo étnico, religioso o político. En toda guerra hay todo un planteamiento doctrinal, sea de soberanía, religión, ideología, economía, que avala y justifica la agresión. Se exhiben los argumentos y se utiliza toda una gama propagandista que intenta convencer a la gente del porqué hay que ir a la guerra.
Los dirigentes de las naciones, o grupos diversos, animan y provocan a sus súbditos utilizando todas las causales posibles para crear antipatías y odios del adversario.
Muchas veces se piden sacrificios ingentes a la población para salir airosos del conflicto. El enemigo siempre es tildado de monstruo, y se magnifican todas sus maldades. La propaganda puede ser la de defender bienes que intentan ser despojados, la integridad territorial, o hacer valer la superioridad étnica, religiosa, o cultural de un pueblo. Y se va a la guerra.
Y mueren a lo largo de la historia millones y millones de personas, se invaden pueblos, se saquean naciones, quedan innumerables huérfanos y viudas, y resentimientos que pueden durar siglos. Esto útimo ocurre sobre todo cuando se dan guerras civiles, donde quedan hasta familias divididas, se dan los crímenes más espantosos dentro y después de esos conflictos.
Describir las salvajadas que se han dado en nombre de una raza superior, ideología perfecta, defensa de bienes y territorios, o del mismo Dios, sería en extremo vergonzoso.
Las escenas más macabras, que ningún animal sería incapaz de hacer, desde empalizamientos, quemas de poblaciones enteras, decapitaciones, hasta el uso de cañones y bombas las más potentes, como ejecuciones en masa, campos de concentración con sus más viles torturas, y pueblos sitiados donde la gente muere de hambre, hacen ver que el ser humano es el mayor depredador de la historia.
Pero no entendemos, no aprendemos que la guerra nunca ha sido la solución, porque en definitiva quien pierde siempre es la humanidad, que retrocede en todo, y quien gana son los fabricantes de armas y todos lo intereses ocultos que hay detrás de las guerras. Claro que hay decir, que sólo se puede justificar un conflicto bélico cuando agotadas todas las posibilidades de pacificación y acuerdos, el pueblo agredido no encuentra otro camino que defenderse con las armas.
Si en verdad estuviéramos cerca de Cristo Jesús, quien vino a derrumbar el muro que nos separaba y hacer de los pueblos uno solo, no habría guerras. Nos urge promover la paz en todas partes. Nos urge vivir en Cristo. Creo firmemente que muchas guerras se podrían haber evitado si se hubiera vivido un profundo encuentro con Cristo Jesús, sobre todo en países cristianos.