La violencia jamás es solución
Si las dos primeras guerras tuvieron como marco la rivalidad de las potencias dominantes, la del coronavirus se escribe en medio de una nueva disputa por el liderazgo planetario.
- Alejandro A. Tagliavini
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- - Publicado: 08/7/2020 - 12:00 am
La violencia jamás puede tener un resultado natural, positivo, no importa a qué época o situación nos refiramos ni interesa que tan grave y urgente sea el problema por tratar. Foto: EFE
Honestamente espero que esta sea mi última columna acerca del coronavirus porque no merece más atención, ni quiero seguir al periodismo terror que cuenta cadáveres como si se tratara de un macabro partido de fútbol.
Me pregunto si seguirán contando hasta superar la marca del año 2017 de hasta 650.000 muertos en el mundo -32.000 en Argentina- por influenza, según la maoísta OMS.
Por cierto, según estos mismos burócratas maoístas “cada año el tabaco mata a 8 millones de personas” y, sin embargo, en donde se impuso la cuarentena la venta de cigarrillos nunca se prohibió porque se considera “actividad esencial”, esencial para matar…
Para finalizar, entonces, esta saga macabra haré hincapié en lo que debió ser el primer tema por considerar: la violencia.
Desde los filósofos griegos sabemos que es inmoral, esto es, que contraría a la naturaleza del cosmos y, en particular, del hombre y por tanto solo puede destruirlo.
“Siempre que fuera de los seres existe una causa que los obliga a ejecutar lo que contraría su naturaleza o su voluntad, se dice que… hacen por fuerza lo que hacen... Esta será… la definición de la violencia… ", escribió Aristóteles.
Así, según Tomás de Aquino "La violencia se opone directamente a lo voluntario como también a lo natural, por cuanto es común a lo voluntario y a lo natural el que uno y otro vengan de un principio intrínseco, y lo violento emana de principio extrínseco", y por ello Etienne Gilson escribió ya en 1989 que para el Aquinate "Lo natural y lo violento se excluyen…recíprocamente".
Es decir, que la violencia jamás puede tener un resultado natural, positivo, no importa a qué época o situación nos refiramos ni interesa que tan grave y urgente sea el problema por tratar.
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Los ejemplos son infinitos, pero el más sintomático es la caída de la tiranía más poderosa de la historia, la soviética -que mató, solo con Stalin, unas 30 millones de personas- que se resolvió sin violencia, con la ayuda de Juan Pablo II que venía de ese mundo.
Hoy “China ha ganado la Tercera Guerra Mundial sin efectuar un solo disparo”, ha dicho Evo Morales.
Increíble pero real, China gana una guerra violenta -como toda guerra- pero sin disparar un tiro porque convenció a los gobiernos del mundo que ellos mismos violentaran a sus pueblos, a sus países.
Si las dos primeras guerras tuvieron como marco la rivalidad de las potencias dominantes, la del coronavirus se escribe en medio de una nueva disputa por el liderazgo planetario.
Ahora, en las dos primeras EE.UU. asumió el liderazgo “moral” como “adalid de la libertad”, además de ostentar la supremacía militar, pero hoy ha renunciado a ese liderazgo mientras el dragón rojo convence de su “buena voluntad” a gran parte de la opinión pública.
El Partido Comunista Chino logró que los gobiernos violentamente, con su poder policial, impongan su receta autoritaria de cuarentenas, destrozando la economía global, mientras China se recupera más rápidamente debido a que su represión a los mercados -cuarentenas- fue menos extendida y, por tanto, destruyó menos.
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De hecho, la economía (el PBI) global caería este año -6%, la de EE.UU. -8,1%, la de la Eurozona -8,7%, la de Japón -4,7% y la de China crecería, poco pero crecería al fin, 0,5%.
Para colmo, algunos gobiernos piensan volver a endurecer las cuarentenas.
Como dice el destacado economista Gustavo Lazzari “En los gulags te daban un recreo y después te encerraban de vuelta”.
Asesor Senior en The Cedar Portfolio y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
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