La victoria de Carabobo: 24 de junio
Publicado 2000/06/23 23:00:00
Dijo Víctor Hugo que toda guerra es una lucha entre hermanos. La diferencia está entre la guerra justa y la guerra injusta. Guerra justa es la que se hace en defensa de la Patria, de la identidad nacional, de la integridad territorial y de los grandes principios que ennoblecen la existencia humana. La guerra justa es defensiva y popular. Guerra injusta es la que se hace contra la integridad de las naciones y contra la libertad de los pueblos.
La guerra justa siempre triunfa, porque el pueblo y la tierra constituyen los elementos permanentes de los Estados. La guerra injusta es, a la larga o a la corta, derrotada. Así lo demuestra la Historia y así lo confirman los conflictos bélicos.
Bolívar es el paladín de la guerra justa: de la Guerra de la Independencia de América. Por eso encarna como ninguno al héroe definido por Carlyle: "Fuente de luz, de íntima y nativa originalidad, virilidad, nobleza y heroísmo, a cuyo contacto todas las almas se sienten en su elemento"
Boyacá es la batalla cuya victoria señala el destino libre de América meridional. José Martí Baralt enjuicia esa acción en los siguientes términos: "Esta fue la batalla de Boyacá, corona brillante de una campaña que será inmortal en los fastos de la República. En ninguna de las muchas que en su larga y gloriosa carrera militar concibió y ejecutó Bolívar, probó más previsión, más ingenio, mayor audacia y una tan consumada pericia en el arte difícil de la guerra; en ninguna habían triunfado las armas republicanas de un modo más decisivo y pocas veces combatieron contra tropas tan disciplinadas y aguerridas"
El triunfo de Boyacá permite la creación de la Gran Colombia y la proclamación de la Independencia de Panamá. Se trata de la primera federación de Repúblicas en la América, en la cual España tenía sus colonias. Después de Boyacá y de la entrada triunfal de Bogotá, Bolívar regresa a Angostura, a orillas del Orinoco y se presenta al Congreso y dice a los Representantes del pueblo: "Legisladores: el tiempo de dar una base final y eterna a nuestra República ha llegado. A vuestra sabiduría pertenece decretar este grande acto social y establecer los principios del pacto sobre el cual va a fundarse esta vasta República. Proclamada la faz del mundo, y mis servicios quedarán recompensados".
El año de 1820 tienen una significación especial en el itinerario de la independencia, especialmente para Venezuela. Derrotado Morillo en Colombia, subsistían significativas fuerzas españolas en Venezuela. No obstante, la firma del Armisticio y la Regulación de la Guerra, esa presencia militar era una amenaza efectiva. Y es entonces cuando Bolívar concibe una nueva campaña, esta vez para librar la más importante batalla, desde el punto de vista estrictamente militar, sin considerar su trascendencia política. El plan de la campaña fue proyectado desde el primer momento como un gran movimiento de concentración y convergencia sobre el ejército español en el centro de Venezuela. La acción decisiva tendría que darse en los campos de Valencia y de Aragua, para sellar la larga lucha de la Independencia de la Patria del Libertador, Venezuela.
Como los círculos concéntricos que se cierran sobre la superficie de un lago tranquilo, una representación militar de toda Venezuela se pone en marcha para esa cita suprema en el camino de su gloriosa historia. Los preparativos, el orden de la batalla, los cambios tácticos en presencia de las nuevas circunstancias, los movimientos operativos, todo demuestra una concepción genial y una rápida, enérgica decisión en el momento cumbre y en el lugar preciso. Esa capacidad, la de decisión, es la que distingue a los grandes jefes militares en los campos de batalla. Es determinante para el triunfo o la derrota.
Ese día de la Victoria de Carabobo, el 24 de junio de 1821, nació oficialmente el Ejército Institucional de Venezuela. Hijo de la victoria, nunca será derrotado, ya que siempre luchará por las causas justas. Bolívar quedó consagrado como estratego y táctico de primera calidad militar, con un galardón además: ganó la batalla del destino libre de su Patria, de la Gran Colombia y de nuestra América.
La guerra justa siempre triunfa, porque el pueblo y la tierra constituyen los elementos permanentes de los Estados. La guerra injusta es, a la larga o a la corta, derrotada. Así lo demuestra la Historia y así lo confirman los conflictos bélicos.
Bolívar es el paladín de la guerra justa: de la Guerra de la Independencia de América. Por eso encarna como ninguno al héroe definido por Carlyle: "Fuente de luz, de íntima y nativa originalidad, virilidad, nobleza y heroísmo, a cuyo contacto todas las almas se sienten en su elemento"
Boyacá es la batalla cuya victoria señala el destino libre de América meridional. José Martí Baralt enjuicia esa acción en los siguientes términos: "Esta fue la batalla de Boyacá, corona brillante de una campaña que será inmortal en los fastos de la República. En ninguna de las muchas que en su larga y gloriosa carrera militar concibió y ejecutó Bolívar, probó más previsión, más ingenio, mayor audacia y una tan consumada pericia en el arte difícil de la guerra; en ninguna habían triunfado las armas republicanas de un modo más decisivo y pocas veces combatieron contra tropas tan disciplinadas y aguerridas"
El triunfo de Boyacá permite la creación de la Gran Colombia y la proclamación de la Independencia de Panamá. Se trata de la primera federación de Repúblicas en la América, en la cual España tenía sus colonias. Después de Boyacá y de la entrada triunfal de Bogotá, Bolívar regresa a Angostura, a orillas del Orinoco y se presenta al Congreso y dice a los Representantes del pueblo: "Legisladores: el tiempo de dar una base final y eterna a nuestra República ha llegado. A vuestra sabiduría pertenece decretar este grande acto social y establecer los principios del pacto sobre el cual va a fundarse esta vasta República. Proclamada la faz del mundo, y mis servicios quedarán recompensados".
El año de 1820 tienen una significación especial en el itinerario de la independencia, especialmente para Venezuela. Derrotado Morillo en Colombia, subsistían significativas fuerzas españolas en Venezuela. No obstante, la firma del Armisticio y la Regulación de la Guerra, esa presencia militar era una amenaza efectiva. Y es entonces cuando Bolívar concibe una nueva campaña, esta vez para librar la más importante batalla, desde el punto de vista estrictamente militar, sin considerar su trascendencia política. El plan de la campaña fue proyectado desde el primer momento como un gran movimiento de concentración y convergencia sobre el ejército español en el centro de Venezuela. La acción decisiva tendría que darse en los campos de Valencia y de Aragua, para sellar la larga lucha de la Independencia de la Patria del Libertador, Venezuela.
Como los círculos concéntricos que se cierran sobre la superficie de un lago tranquilo, una representación militar de toda Venezuela se pone en marcha para esa cita suprema en el camino de su gloriosa historia. Los preparativos, el orden de la batalla, los cambios tácticos en presencia de las nuevas circunstancias, los movimientos operativos, todo demuestra una concepción genial y una rápida, enérgica decisión en el momento cumbre y en el lugar preciso. Esa capacidad, la de decisión, es la que distingue a los grandes jefes militares en los campos de batalla. Es determinante para el triunfo o la derrota.
Ese día de la Victoria de Carabobo, el 24 de junio de 1821, nació oficialmente el Ejército Institucional de Venezuela. Hijo de la victoria, nunca será derrotado, ya que siempre luchará por las causas justas. Bolívar quedó consagrado como estratego y táctico de primera calidad militar, con un galardón además: ganó la batalla del destino libre de su Patria, de la Gran Colombia y de nuestra América.
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