La urgente necesidad de limitar el poder estatal para proteger la libertad en Venezuela
- Fundación Libertario
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Los recientes acontecimientos en Venezuela han puesto en evidencia no solo las debilidades para garantizar la libertad y el bienestar de los ciudadanos, sino también la urgente necesidad de considerar la constante revisión y limitación del poder estatal. Esto es esencial para proteger a los ciudadanos de un mecanismo con un potencial opresivo considerable.
La visión crítica del Estado como una entidad abstracta se clarifica cuando entendemos su dependencia de la complicidad de quienes lo conforman. El Estado necesita la aceptación y el apoyo de aquellos que comparten sus ideales y, en un proceso transaccional, se someten a sus normas y directrices.
La situación en Venezuela destaca una verdad incómoda: el ejercicio democrático por sí solo no es una garantía. La creencia de que elecciones libres y justas son suficientes para asegurar la libertad y la justicia se desmorona ante la realidad de un régimen que manipula el proceso electoral para mantenerse en el poder. La democracia puede ser fácilmente corrompida por aquellos que controlan las instituciones y los mecanismos del Estado, convirtiéndose en una fachada para la tiranía.
Ante esta realidad, es evidente la necesidad de revisar y limitar el poder del Estado. Sin embargo, este proceso no comienza en las legislaturas, sino en la mente de los individuos. Comprender que un Estado reducido es menos capaz de controlar y oprimir a los ciudadanos y más susceptible de ser controlado y supervisado por ellos es clave. La descentralización del poder estatal sobre sus miembros es un proceso que comienza con avances en conceptos de autonomía personal. Las dependencias generan jerarquías y las jerarquías generan vulnerabilidades.
Vivir en una constante aproximación a la reducción del Estado significa limitar su capacidad de intervenir en la vida personal de los ciudadanos, promoviendo, en cambio, un entorno donde la libre asociación y el mercado puedan florecer. Pero también significa que los individuos no deben esperar que el Estado sea el proveedor de estas libertades, sino asumir ellos mismos la responsabilidad de garantizar su propia libertad.
Quienes cuestionan abiertamente la legitimidad del Estado en todos los aspectos de nuestras vidas son similares a los detractores de dogmas generalizados; desafían el pensamiento convencional y cuestionan una creencia que, en muchos casos, se ha convertido en una convicción arraigada.
Tras la proclamación de Nicolás Maduro para un nuevo periodo de gobierno de seis años, estallaron protestas en Caracas y otras ciudades del país, resultando en al menos once civiles fallecidos según un balance presentado por cuatro organizaciones de defensa de los derechos humanos. La opositora María Corina Machado habla de 16 fallecidos.
No importa cómo se vota, ni quién vota, ni dónde ni a quién. Lo importante es quién cuenta los votos. Esta frase, atribuida al líder ruso Stalin, nos recuerda que las democracias y los derechos de libertad están siempre a una elección de perderse. Si dependemos del Estado o estamos sometidos por el poder del mismo, llegamos a situaciones donde perdemos lo más preciado: la vida y la libertad.
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