Reflexión
La sociedad panameña y su fiel apego al relativismo moral
- Manning Maxie Suárez
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...debemos poner más fortaleza a aquellos programas exitosos que nos garantizarán que las personas aprendan a ser excelentes y notables ciudadanos.
La sociedad panameña ha bajado la guardia en cuanto a la educación, promoción y la práctica de los valores cívicos y morales y en su lugar le está dando cabida a los ya conocidos antivalores. Foto: EFE.
La sociedad panameña está definida por clases económicas, me atrevo a señalar que somos una "sociedad clasista" heredado, por cierto, pero que promueve las diferencias bien marcadas entre pobres y ricos; entre los que tienen "algo" pero más de los que no tienen nada (26,4%) y con los pocos que tienen demasiado.
En Panamá la pobreza y la desigualdad, a pesar del afán de seguir señalando que somos un país rico, siguen presente.
A pesar de la reducción de la pobreza y el desempleo, que es un aliciente para muchos en los últimos años, así hay que señalar el alto índice de desarrollo humano logrado en las últimas dos décadas, aunque tenemos que ser realistas y afirmar que en estos últimos dos años la realidad está marcando un retroceso sentido y no es percepción como algunos declaran.
Cuando hablas con las personas comunes en las calles de la ciudad y le preguntas ¿cómo va todo?, la respuesta es casi automática: ¡la vaina va mal!… ¡esto va de mal en peor!… ¡chuleta, esto está duro jefe!, ¡ahora estamos peor sin trabajo!
Creo que no solo es el sentir de las personas comunes de nuestra ciudad, sino de muchos.
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Un empresario me señalaba que no sabía cómo abordar a sus empleados para decirles que tenía que hacer ajustes y que casi la mitad de sus colaboradores tendrían que irse a casa.
Súmese a este estrés lo que actualmente vivimos con el sector agropecuario, donde se ha declarado una "guerra" contra las políticas del gobierno actual y donde muchos humildes campesinos han sido considerados enemigos del mismo gobierno, por su postura en relación con las políticas públicas sobre este tema.
Agreguemos lo que recientemente está sucediendo entre el Ministerio Público (Procuradora) y la Corte Suprema de Justicia (Magistrado De León) y qué decir de la pésima imagen que tienen los "honorables" diputados de la República ante la sociedad en general.
Todas estas situaciones anómalas que estamos viviendo como nación, nacen de una sola realidad y muy profunda: "La falta de valores cívicos y éticos".
La sociedad panameña ha bajado la guardia en cuanto a la educación, promoción y la práctica de los valores cívicos y morales y en su lugar le está dando cabida a los ya conocidos antivalores.
El "juega vivo" está en la sangre de los panameños, me comentaba un extranjero en estos días que vino a visitar al país.
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Tenemos que hacer un último esfuerzo antes que sea demasiado tarde.
Debemos como sociedad cambiar todos desde dentro… Si amamos nuestro terruño debemos poner más fortaleza a aquellos programas exitosos que nos garantizarán que las personas aprendan a ser excelentes y notables ciudadanos.
Todos, sin excepción, debemos iniciar una campaña cívica y moral sin parangón alguno, para frenar la corrupción institucionalizada actual basada en un relativismo moral sin precedentes.
Propongo, como ciudadano, que se revisen, a todos los niveles del gobierno y de la sociedad en general, aquellos "programas exitosos" que fomenten la participación ciudadana y los valores en todas sus formas; que el tema de la promoción y consolidación de los valores sea transversal en todas las instituciones del gobierno, las empresas privadas, las organizaciones cívicas y políticas, con el fomento de "códigos de ética" y "las buenas prácticas" para no solamente producir a largo plazo un buen ciudadano, sino también un buen hijo, un buen estudiante, un buen trabajador.
El Estado debe velar por ello y no permitir que los ciudadanos de esta nación seamos secuestrados por maleantes mafiosos y desalmados que solo desean seguir robando a costa de todo, las arcas del Estado permeando así la política nacional.
Sacerdote.
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