Ritos y creencias
La religión como fenómeno sociológico
- Alberto Valdés Tola (opinion@epasa.com)
La religión como institución social es tan vieja como la misma humanidad. El interés de los seres humanos por este conocimiento sobre la divinidad y lo trascendente
La religión como institución social es tan vieja como la misma humanidad. El interés de los seres humanos por este conocimiento sobre la divinidad y lo trascendente radica en el temor a lo desconocido, lo sobrenatural y lo místico. No obstante, este pensamiento mágico-religioso creado y reproducido por las religiones no solo ha tenido un propósito cognitivo y metafísico; sino además, el de organizar la sociedad en términos formales e imaginarios, creando patrones normativos, estigmas y controles sociales. Por otra parte, fueron las religiones las primeras en crear instituciones educativas, punitivas, asistenciales y políticas.
Aunque a través de la historia, la religión ha perdido algo de su poder y hegemonía institucional, sociopolítica y espiritual, su influencia sigue vigente en nuestro universo conceptual, estructurando los pensamientos sobre el bien y el mal, lo santo, el pecado, la redención, la resurrección, etc.
Las iglesias y cultos son los agentes socializadores de la cosmovisión, creencias, ritos y prácticas relacionadas al saber religioso o dogmático. Para la religión, la base de su sistema de pensamiento es lo sagrado, en contraposición a lo pagano. Entendiendo lo sagrado como toda actividad realizada con miras a generar un vínculo o lazo entre el hombre y lo divino; mientras que lo pagano es todo aquello relacionado con lo mundano.
Ahora bien, la conmemoración de la Semana Santa es uno de esos momentos en el año cuando lo sagrado se impone sobre lo pagano. Así, por estas fechas, se puede observar y sentir en la familia, la comunidad y en la sociedad, la efervescencia y estructuración del pensamiento mágico-religioso, creando una atmósfera de solemnidad, respeto, meditación y solidaridad social. De ahí que la religión sea considerada como piedra angular de la conciencia colectiva de un pueblo o, lo que es lo mismo, la moral de una sociedad, ya que edifica las bases ideológicas de la cohesión social. Así, la semana mayor representa no solo la legitimación del dogma cristiano, sino la integración psicosocial de sus feligreses y simpatizantes bajo un mismo símbolo de lo sagrado: Jesucristo.
Como representación colectiva, la Semana Santa tiene un cronograma temporal muy específico: Jueves Santo, última cena; Viernes Santo, crucifixión o viacrucis; Sábado Santo, vigilia pascual; y Domingo de Gloria o de Resurrección. En Panamá, son comunes la peregrinaciones de fieles al interior del país, las procesiones, misas alusivas, puestas teatrales de la Pasión y las carreras de santos. Ahora bien, además de los rituales religiosos, la mitología folclórica constituye su propio misticismo, creando y recreando imaginarios populares, como el que se baña en el río o playas en Semana Santa se convierte en pez o el árbol que brota sangre, entre otros mitos de la idiosincrasia panameña. Por otra parte, es notorio que las costumbres en Semana Santa permutan dependiendo de la zona geográfica (rural o urbana), la clase social, el trasfondo étnico y la iglesia cristiana (católica, protestante, ortodoxa griega u otras sectas).
En este último punto, vale la pena esclarecer que, según el PEW Research Center (2010), el Istmo es el segundo país de la región centroamericana con mayor afiliación a la religión cristiana (el primero es Guatemala). Así, el cristianismo en Panamá se encuentra representado principalmente por la Iglesia católica (73.3%) y, en menor medida, por la protestante (25.0%), lo que supone, en Semana Santa, un escenario religioso caracterizado por estas dos vertientes del cristianismo.
A manera de síntesis, es posible sostener que la religión, como fenómeno antropológico y sociológico, es un sistema de representaciones colectivas con miras a constituir los imaginarios morales de una sociedad; por ende, supone la aceptación de unas creencias y rituales orientados a exaltar lo sagrado por encima de lo pagano. Lo que indica que la semana mayor no solo es el pináculo de la fe cristiana como dogma teológico, sino el momento sociocultural cumbre de un pueblo conformado mayoritariamente por miembros de la religión cristiana.
Por ende, entendamos que lo religioso en el hombre no se limita a entidades divinas, milagros y misterios sobrenaturales, sino que en su complejidad, racional o irracional, la religión representa los deseos, esperanzas y anhelos de este por alcanzar la perfección y trascender más allá de lo humanamente posible.
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