Casos
La mente brillante de un estafador
El aspirante a comprar gritó exaltado, dijo: "... me robaron el dinero". El carro es mío. Solicitaron la revisión de las cámaras de seguridad. Efectivamente se ve a una persona que mira para todos lados, rompe el vidrio, saca el maletín del carro.
- Manuel Castillo G.
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- - Publicado: 19/8/2018 - 12:00 am
Los casos se refieren a la venta de artículos por internet.
Eso se debe dar a conocer, me dijo en alguna ocasión el periodista, maestro y al que siempre miré como un "padre adoptivo": Alberto Quirós Guardia.
Me pareció entenderle que la divulgación es una fuerza.
Recientemente, una persona anunció la venta de un auto por internet y lo contactó un posible comprador.
Con la actitud desesperada de quien le ha pasado algo grave, me dice: "Traía un maletín como ese que usted tiene".
Cuenta que al comenzar la transacción, lo primero que le pidió al posible comprador fue que le depositara el dinero en una cuenta, que el tiquete sería prueba del pago.
Sin embargo, el señor, sin responder a lo sugerido, entró al automóvil y puso el maletín debajo del asiento del conductor.
"Nunca vi el dinero", dice.
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Sigue relatando el afectado, que se trasladaron al Municipio para arreglar los papeles del traspaso.
Que en el camino, el aspirante a comprador, le pidió que le prestara el carro para manejarlo, a fin de irlo conociendo.
Que luego hizo una llamada por el móvil diciendo: "Mami, voy para el Hatillo a hacer el traspaso. Después paso a recogerte".
Al momento de buscar estacionamiento, le sugirió un lugar que estaba vacío, pero el posible comprador y ahora conductor lo que hizo fue llevarlo al sótano del edificio.
Ya en la fila del Municipio, el dueño del auto sintió necesidad de ir al baño.
Estando allá, le sonó el celular, era el aspirante a comprar pidiéndole que se apresurara que ya les tocaba el turno.
Al llegar se sorprendió, pues faltaban diez números en la fila tediosa y lenta.
Cuando al fin terminaron parte del trámite, regresaron al carro.
El auto tenía el vidrio partido.
El aspirante a comprar gritó exaltado, dijo: "... me robaron el dinero", pero ya se hizo el traspaso. El carro es mío. Solicitaron la revisión de las cámaras de seguridad.
Efectivamente se ve a una persona que mira para todos lados, rompe el vidrio, se dirige debajo del asiento del conductor y saca el maletín del carro.
Le sorprendió que el ladrón no se llevó ninguna otra pertenencia de valor.
El supuesto comprador, después de maldecir y gritarle, hasta acusarlo de cómplice del robo, intentó provocarlo para ver si el dueño lo agredía.
Luego se retira del lugar, pero con las llaves del auto.
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En el Municipio le sugieren al dueño que pagara una grúa y moviera el carro de allí, que ellos no se hacían responsables si alguien venía y se lo llevaba.
En la Fiscalía de Calidonia no le abrieron la "Denuncia por robo", pues el auto no se había perdido.
Dos días después, supuestos funcionarios le notifican verbalmente, sin entregarle boleta, que tenía una denuncia en otra circunscripción por lesiones y agresión verbal.
Lo que no previó el aspirante a estafador es que las cámaras y el celular graban la hora en que ocurre un hecho y se hace una llamada.
Dejemos esa historia hasta allí y comencemos otra más espectacular.
La juventud está fascinada por las maravillas de la tecnología y las ventas por internet.
Un joven pariente, de 20 años, pone a la venta cuatro rines cromados por quinientos balboas.
Solicita que depositen la plata a su cuenta.
Le entregaron el tiquete de depósito y se llevaron los rines.
Al ir al banco descubre que era de una chequera robada.
Ese sí era un estafador profesional.
Termino las historias con un pasaje casi cómico.
Hace años serví como juez en el distrito de Santa Isabel y visitó el Despacho una persona a consultarme sobre su caso.
Cuenta que al querer vender su lancha, se acercó a una de las islas de San Blas.
Se dice que son más de trescientas.
Era ya de tardecita, y dice que el posible comprador, en la puja y repuja del precio, le pidió que prestara la lancha a su esposa para que la probara.
La esposa nunca regresó con la lancha.
No tenía el nombre ni identificación de estas personas, (solo una fotografía de la lancha. ¿Qué podía hacer?, me pregunta el usuario.
Este servidor, con ganas de soltar la carcajada para decirle que solo podía pedirle a Dios que los perdonara, le dije con seriedad: "Señor, sin identificar a la persona, no puede iniciar una querella".
Abogado.
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