Anécdotas
La Junta Grande de José Brandao
- Stanley Heckadon-Moreno/opinion@epasa.com/
“El entregaba los bastones a personas, jefes de familia que eran capitanes de trabajo. Se los daba a nombre mío preguntándoles cuántos hombres buenos podía traer y que buscaran caballos buenos para ir y venir en el día. Era un honor ser capitán. Cada grupo llegaba con su jefe de bastón. Tuve de capitanes a Juancho en Las Tablas, a Nelson en Tonosí. Los capitanes entregaban los bastones diciendo cuántos hombres iban a traer.
En 1976, estudiaba a los campesinos de Azuero. Quería entender, entre otros procesos, los cambios que tras la independencia de Panamá de Colombia y la construcción del canal, transformaron la antigua agricultura de roza y la ganadería, la tenencia de la tierra y los sistemas de ayuda mutua.
Encontré que en las alcaldías escaseaban documentos previos a 1968, año del golpe militar. El alcalde de Macaracas, Ricardo Rodríguez, comentó que en parte obedecía a que en el pasado las comunidades preferían enviar sus peticiones a los diputados, que ejercían el poder político real. Estos, decían, podían solventar sus necesidades más que los alcaldes. Además, ‘a falta de edificio propio, la alcaldía ha estado rodando, mudanzas en que desaparecieron más documentos’.
Necesitaba informantes confiables. Me recomendaron a José Brandao. Maestro y luego criador de ganado en Macaracas. Con hospitalidad santeña me recibió en su casa, el 16 de octubre.
Primero conversamos sobre las peonadas que por generaciones fueron organizadas por los agricultores para tareas que exigían más mano de obra que la disponible a una familia. Los campesinos se ganaban los peones trabajando unos para otro, sin plata de por medio, solo deudas en trabajo cuyo pago era obligatorio. Estas peonadas se daban entre parientes, amigos y vecinos. En verano, para socolar a machete el monte bajo, para la derriba con hacha los grandes árboles. En invierno, para sembrar arroz y maíz, limpiar las malezas y cosechar.
Luego hablamos de las juntas organizadas para trabajos mayores. Así comentó de la gran junta que organizó en 1944.
“Yo nací en Macaracas. Mi abuelo, Encarnación, fue abogado y firmó la convención de Río Negro en 1856. Mi papá fue Píndaro Brandao, maestro de escuela. Ejerció la abogacía y la política. Fue secretario de la gobernación de Los Santos y diputados a la Asamblea Nacional, cuando Porras y Juan D. Arosemena. Cuando el Cojo de la Guardia fueron partidarios.”
“La junta ahora se practica poco porque los trabajos no son grandes, ahora hay maquinaria. Yo hice una gran junta en 1944. Le compré a Campodónico un potrero abandonáo de 432 hectáreas, El Tembique. Decidí convocar junta porque estaba perdido y era muy grande pá' trabajarlo con peones pagados. Si se comenzaba a limpiar a machete por un la'o, al terminar el otro la'o el primero estaba sucio. Yo lo compré con 300 reses adentro.
El mayoral me dijo ‘que solo con junta se limpiaba, pero quién le va a meté' la mano a eso’. Así que yo me metí al potrero que tenía tres mangas. Me dije, aquí se va a necesitá mucha gente, mucho machete. Me fui a Las Tablas donde mi hermano Juancho, que era político. Le dije lo del potrero, que estaba muy sucio. Le dije, voy a hacer una junta de capitanes. El me dijo ‘déjame 10 bastones que yo te llevo 200 peones de acá’. Le dije a él por tener la posibilidad de conseguir buenos macheteros en Las Tablas, no del pueblo, sino de los campos.”
“El entregaba los bastones a personas, jefes de familia que eran capitanes de trabajo. Se los daba a nombre mío preguntándoles cuántos hombres buenos podía traer y que buscaran caballos buenos para ir y venir en el día. Era un honor ser capitán. Cada grupo llegaba con su jefe de bastón. Tuve de capitanes a Juancho en Las Tablas, a Nelson en Tonosí. Los capitanes entregaban los bastones diciendo cuántos hombres iban a traer. A Juancho le di diez bastones. El que recibía el bastón se le decía el bastonero. El bastonero era jefe de familia.”
“Maté siete reses de primera, novillos grandes de más de mil libras. Dos cerdos pá' la manteca. Gallinas no, por lo inconveniencia. Me vino gente de Pedasí, Pocrí, Las Tablas, Guararé, Macaracas, Tonosí y Los Pozos. Yo no invité la gente de Los Pozos, pero me vinieron espontáneamente. Lo mismo que la gente de Los Santos”.
“Pá' las juntas se acostumbra eso: reses y puerco. Maíz pá' las tortillas y chicha. Arróz, como veinte quintales, miel, café. De bebida como veinte cajas de ron y anís. Todo esto lo financia el dueño de la junta. Pero en la organización se ayuda con los familiares.”
“Juancho llegó la víspera, a las tres de la tarde, con 200 hombres. Por lo general los más lejanos y había que darles de comer. Había capitanas que ordenaban el trabajo de la cocina. La señora Clemencia Cedeño organizó la comida de la gente de Chupá. La víspera hubo baile. La noche del trabajo se hizo fiesta. En total, unas mil personas vinieron a trabajar, entre hombres y mujeres. Por lo menos había 900 macheteros y cincuenta mujeres en la cocina. Faltó poco pá' terminar el trabajo. Los hombres limpiaron doscientas hectáreas.”
Antropólogo
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