Panamá
La Institucionalidad Quebrada y la Universidad Perenne
Tomos hemos sufrido la pérdida de un bien material frágil… una porcelana, un búcaro, una tasa o vaso legado por seres de hondos afectos.
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Actualizado: 21/12/2023 - 12:00 am
Tomos hemos sufrido la pérdida de un bien material frágil… una porcelana, un búcaro, una tasa o vaso legado por seres de hondos afectos. A veces, es sólo una fisura, una línea que inexorablemente el tiempo ahonda hasta fracturar en pedazos la materia. Otras, la fragmentación es repentina y total. Un estallido de pedazos; y en nuestras manos sólo polvo. Y según el mérito y aprecio de la materia rota, la mirada compungida, la nostalgia del perdido bien.
El símil es parcialmente aplicable a las instituciones humanas. Se fragmentan organizaciones, empresas, gremios, sindicatos, partidos. Se dividen iglesias, países. Se fracturan universidades. Pero a diferencia de las cosas materiales, las instituciones se rehacen, se reconstituyen, se recomponen. Eso sí, nunca serán las mismas. Tal proceso se cumple con inexorable fuerza. Es la ley del devenir, cuya ineluctable fuerza hizo que Heráclito dijese que la realidad real es el cambio, el permanente fluir, no la perfecta e inmutable unidad de un ser siempre el mismo.
Este largo exordio para referirme a la fractura vivida en una universidad panameña frente a nuestros ojos. Me refiero a la Universidad Especializada de las Américas, una de las instituciones educativas más nobles surgidas en la República en los últimos decenios.
Tras superar los duros años de la gestación y creación de un nombre y una entidad reconocibles en un país donde al decir universidad el imaginario colectivo sólo pensaba en una universidad concreta, fue abriéndose paso esta "entidad" dedicada a formar en temas inéditos de la agenda educativa, temas postergados o preteridos como la Educación a la niñez con necesidades especiales, a la población de personas con discapacidades, como entonces se les llamaba; a la Educación Social y de re-socialización, órtesis, prótesis, fisioterapia, estimulación temprana, fonoaudiología y así un largo etcétera que son hoy más de 40 ofertas distintas de nivel pre-grado, otras tantas en nivel de postgrado con dos doctorados y el desarrollo de más de 600 programas de educación continuada. También se extendió la presencia geográfica, pero con un norte claro muy acusado: servir a las poblaciones más vulnerabilizadas.
Todo esto se hizo bajo la égida de dos personalidades contrastadas y singulares: Berta Torrijos de Arosemena y Juan Bosco Bernal. Con ellos se hizo UDELAS.
Obviamente no lo hicieron ellos solos, pero tuvieron el carisma y la magia de inspirar el trabajo colectivo y superar dos procesos de acreditación nacional, varios de carreras, y cimentar la construcción de sedes en provincias y lejanos lugares en el corazón de la Patria profunda. Con ellos UDELAS ganó una presencia y entidad que la coloca con claridad en el panorama educativo superior en Panamá y en el istmo centroamericano. Se hace investigación y se hace extensión como nunca antes.
No obstante, en tiempo presente, cuando la estafeta rectoral estaba por pasar a otras manos, la preciada presea cayó y se ha hecho añicos. La carrera de relevo se ha detenido y contemplamos con estupor este accidente. Tal vez la carrera y los corredores no estuvieron a la altura de la circunstancia; tal vez un proceso pensado para evitar sinsabores, resultó malogrado por vicios de constitución, tal vez, tal vez, tal vez…. Vale meditarlo. Pero lo real y palmario es que la sucesión rectoral se ha rota. La institucionalidad ha recibido un golpe severo. Esta fracturada sin duda. Es terriblemente doloroso. Terriblemente injusto. Pero aquí hemos llegado, como en una tragedia griega con Hados y personajes de toda laya se ha construido esta escena penosa.
No obstante, la universidad sigue y seguirá. El arbitrio de las leyes decidirá a quién asiste la razón legal que ha dado pie a un enfrentamiento inédito de fuerzas. Los tribunales de la nación deben decirnos si el Consejo Superior Universitario, el Consejo Académico y la Rectoría de la UDELAS estaban en lo justo y correcto al suspender el torneo electoral, o el Consejo Electoral Universitario y una facción electoral que decidió subvertir el orden interno contra los exhortos y mandatos de las autoridades constituidas, tienen la razón. Quien juzgue fríamente, sabrá dónde esta la razón y quién tiene los argumentos mejores y más sólidos.
Pero yo soy de los que pienso que en un sistema de leyes, son los jueces quienes podrán dirimir estos asuntos, más allá de nuestras opiniones y subjetividadesinternas. Nunca debimos llegar a estos extremos, Pero lo hechos y acciones humanos nos han conducido a este brete. Pero soy cauto y no se me escapa que otro curso es entrar en la pelea de patio limoso, de matones y bandas delictivas, al margen de la ley y la legalidad. Una pelea por el poder sin disfraz ni caretas.
Pero ante todos queda la interrogante: qué queremos para la UDELAS? No podemos eludir este dilema ético.
La comunidad udelista está mayormente consternada por un enfrentamiento político que jamás tuvo en estas lindes las expresiones acervas que se han alcanzado hoy. Estamos frente a situaciones totalmente anómalas.
En esta tesitura la institucionalidad plena debe ser recuperada por acción de la Ley, y la conciencia acendrada del personal docente, administrativo y de los estudiantes que han de sopesar si hemos de destruir con los pies lo que tanto ha costado hacer en 26 años.
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