La importancia de viajar
- Jaime Figueroa Navarro
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Mi primer viaje fue a los dos años. No le recuerdo, pero permanecen las fotos de mi hermano Alfredo y yo, ataviados de marineros a bordo de un navío que desconozco si era de lujo o un pinche carguero, desde el antiguo muelle de Balboa en la Zona del Canal al puerto de Buenaventura, Colombia, relativamente corto, cuya distancia refleja solamente 438 millas náuticas.
Desde esa jornada, mi vida se transformó, por designio propio y por hados del destino en recorrer a diestra y siniestra el mapamundi de Marco Polo, tal vez porque desde muy niño, aprendí, capté, absorbí muy enérgicamente que la vida de mis ancestros fue extremadamente aburrida. En aquellos tiempos se nacía, vivía y moría en una aldea, respirando los quehaceres de vecinos, destinado al bostezo de las mismas actividades desde el alba hasta el crepúsculo, hasta la muerte.
El dinámico cambio durante mi existencia ha sido el periodo más extraordinario de la historia de la humanidad. Dicha la mía de haber nacido en su génesis. En la década de los años noventa del siglo pasado, mi crónica profesional constó de interminables viajes tres semanas de cada mes hacia destinos distantes del globo como Vicepresidente de Ventas Internacionales del mayor fabricante mundial de torres celulares justo en momentos en que se licitaban las primeras licencias del entramado celular. Los designios de la labor me obligaron a visitar capitales, ciudades, poblados y provincias en decenas de países en cinco continentes, fascinante ajetreo que me arrebataba por el pasar de disímiles películas comparadas al letárgico breviario de las grandes mayorías, confinados a oficinas con la misma gente en la monótona localidad de un redundante escenario.
El descomunal desenvolvimiento de la telefonía celular nos traslada a la internet al primer respirar de la web en 1994, hace tan solo 3 décadas, lo que multiplicaría exponencialmente la productividad humana, a tal punto que al acompañar a mi madre Mercedes, próxima a cumplir su centenario el 23 de abril, al desayuno en su apartamento, sobre la mesa del comedor descansa una unidad Alexa de Amazon, fascinante aparatito que responde todas sus preguntas y alimenta su alma con canciones del balcón de los recuerdos, deleitando su diario quehacer.
Entonces, si usted está jubilado siéntase dichoso que cuenta con el tiempo y los recursos para explorar el mundo y las intrigas de nuevas aventuras, porque el reloj no perdona y la vivencia de los viajes permanecerá por siempre. Que enormemente aburrido visitar la misma finca o casa de playa en provincias todos los fines de semana cuando se puede optar por conocer los viñedos de Bordeaux, las cristalinas aguas de Tahití, allá en el mero centro del océano Pacífico, diversos parajes que oxigenan el corazón.
Deje a un lado los ropajes, zapatitos o automóviles de última moda para trasladarse en el tranque que se ha convertido tan común en nuestro mundo moderno, invierta su dinero en viajar, saborear y conocer este maravilloso mundo anterior al último respiro, descubriendo así la universalidad del hombre, el enorme poder de la observación, conectándose con otros viajeros como usted descapullando nuevas relaciones con seres del doquier mundial, descubriendo así o revelando una fase inédita de su personalidad para llevarse al más allá una sonrisa al visualizar a San Pedro en las puertas del Cielo.
Planifíquelo ya, no espere ni busque las excusas de siempre para alargar la decisión. De ser necesario venda su automóvil, ya contamos con Metro, Uber y trenes para aliviar el estrés del conducir, la letra quincenal con elevados intereses y aquella póliza de seguros que aumenta año a año a pesar de que usted no ha elevado un reclamo en décadas. Váyase a ver un juego de béisbol en Dodger Stadium, escale la torre Eiffel, échese un bocado utilizando palitos en vez de cubiertos, portando un kimono en el Monte Fuji y comparta sus vivencias con familiares y amigos para germinar el deseo de convertirles en Passepartout, el simpático personaje de Jules Verne en su obra de Voyages Extraordinaires: "Alrededor del Mundo en 80 días". No deje para el mañana lo que puede hacer hoy.
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