Panamá
La estupidez humana
Es posible que nos encontremos frente a la única fuente de genuina creatividad. La estupidez es, junto a la imaginación, una de las pocas virtudes infinitas.
- Alonso Correa
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- - Actualizado: 25/4/2024 - 12:00 am
Es posible que nos encontremos frente a la única fuente de genuina creatividad. La estupidez es, junto a la imaginación, una de las pocas virtudes infinitas de la psique humana. Un río de oportunidades para que algo salga mal, un abanico de posibilidades para que hagamos algo mal.
La estupidez, vista desde la lejanía, es maravillosa y cautivadora, mística e impresionante; porque tiende a la conclusión más extraordinaria, terrible y complicada que pueda tener una situación.
Creo conveniente, antes de continuar, explicar a qué me refiero con "estupidez humana", qué es aquello que puede entrar en la categoría de lo estúpido. Para categorizar este enorme ente, el monstruo de la estupidez, utilizaré las leyes de Carlo Cipolla. "Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso".
El estúpido no hace estupideces a propósito, le nacen del más puro azar; eso los hace peligrosos, ya lo decía Cipolla. Pero el peligro más grande de la estupidez se encuentra en aquellos que Cipolla bautiza como "no-estúpidas". La mayor amenaza de la estupidez está escondida en la otra mitad de la población, en aquellos testigos de la estulticia, en las almas que transitan los caminos batidos por la idiotez. Son aquellos "no-estúpidos", aquellos agraciados por el sentido común, los responsables de la dictadura de la estupidez. Son los culpables, los causantes de la cadena de idiotas que nos sujeta a la memez. Ya lo dijo Cipolla en sus 'Las leyes fundamentales de la estupidez humana', los no-estúpidos tienden a subestimar la cantidad de estúpidos que los rodean, el daño que estos pueden causar y la imprevisibilidad de su aparición.
A día de hoy vivimos sumergidos en el pegajoso lodo de la idiotez, le dimos alas a los idiotas y ahora nos escupen desde el cielo. Porque la estupidez no es solo aquello que conocemos como "estúpido", hoy existen situaciones, acciones, pensamientos e historias que, en su forma más esencial, es una estupidez, está escrito en su código genético, marcado en los átomos que los componen.
Los estúpidos han conquistado terreno más allá de los límites de la estupidez, han sacado de la chistera nuevas y mejores maneras de ser estúpido y de hacer estupideces.
Y los "no-estúpidos" se han quedado de brazos cruzados, observando, inmóviles, porque "no hay tantos estúpidos, no pueden hacer tanto daño". Miren a su alrededor, verán el despropósito de la estupidez, las raíces de la estulticia que se alimentan de aquellos incrédulos que aún piensan que son mayoría. Porque ahora la estupidez vive en dos dimensiones, se compensa con lo físico y lo virtual, los estúpidos se multiplicaron con la llegada de la red y sentaron las bases para poder vivir de hacer estupideces.
Más peligroso que la debacle mundial, el colapso económico, la guerra nuclear o la peste, es la estupidez, porque de ella nacen todos los males, de ella brotan todas las enfermedades, ella da a luz a todas las crisis que ha sufrido, sufre y sufrirá la humanidad. Y lo peor de la estupidez humana es su imbatibilidad. Esta capacidad se halla en la misma esencia de su existencia, la espontaneidad en su aparición. Todavía no hay certificado, ni profesión, ni máquina, ni procedimiento que pueda eclipsar la infinita capacidad de hacer una estupidez. Colapsa todos los sistemas, se salta todas las barreras, destruye todos los obstáculos porque la estupidez, como ya lo había dicho, es creativa y, aunque suene paradójico, la estupidez es inteligente. Es capaz de serpentear a través de millones de posibilidades para llegar triunfal al final más idiota, impensado y catastrófico posible.
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