Contaminación
La destrucción de los océanos
- Juan Jované
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El problema reside en que una buena parte de los materiales orgánicos de desperdicios y de los fertilizantes químicos llega a las corrientes de aguas y de ahí a los mares.
La solución está en la instauración de un sistema agro – alimentario basado en la agroecología. Foto: EFE
La solución está en la instauración de un sistema agro – alimentario basado en la agroecología. Foto: EFE
Los océanos, que abarcan una superficie de 361 millones de kilómetros cuadrados, contienen 1,300 millones de kilómetros cúbicos de agua y en los que pueden vivir cerca de 970 mil especies, son el ecosistema más grande de nuestro planeta.
Hoy, paradójicamente, pese a que de acuerdo con estudios de la Nasa, la vida en la Tierra se originó hace 4,000 millones de años en el fondo del océano, lo cierto es que la misma está desapareciendo del mismo.
En efecto, este inmenso ecosistema que abarca aproximadamente el 70.0% del planeta ha sido, según se desprende de investigaciones recientes, seriamente impactado por la actividad humana en el 40.0% de su totalidad.
Se trata de fenómenos relacionados con la sobrepesca y la contaminación, destacándose en este último caso el problema de la eutrofización, generada por lo que se conoce como la carga de nutrientes.
Este fenómeno está vinculado con el actual sistema agro – alimentario promovido por el interés de las grandes empresas químicas, así como el resto de las que se dedican a los agronegocios.
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Estas, como es conocido, logran inmensas ganancias gracias a un modelo de producción de alimentos que tienen entre sus características la utilización de organismos genéticamente modificados, la tendencia hacia el monocultivo de cereales, el cual empobrece la tierra, la separación de la producción de plantas de la de animales, que genera una gran concentración de materia orgánica de desperdicio, y el uso intensivo de insumos químicos, entre los que se encuentran los fertilizantes, utilizados para compensar la pérdida de fertilidad de los suelos.
El problema reside en que una buena parte de los materiales orgánicos de desperdicios y de los fertilizantes químicos llega a las corrientes de aguas y de ahí a los mares.
De acuerdo con datos presentados por Bert Clark y Stefano Longo, la producción mundial de fertilizantes, que fue de 10 millones de toneladas métricas en 1950, podría llegar a alcanzar 200 millones de toneladas métricas durante el presente año.
Si se tiene en cuenta que, según estos autores, solo el 18.0% de los fertilizantes de nitrógeno son absorbidos por los cultivos industriales, se puede entender que una buena parte de los mismos van a dar a los océanos.
La llegada de los fertilizantes, junto a los desechos orgánicos, genera, entonces, un enriquecimiento de los nutrientes disponibles en el mar, dando lugar a grandes efloraciones de algas, cuya muerte y descomposición reducen la cantidad de oxígeno en el mismo.
Este fenómeno, al radicalizarse, genera las llamadas zonas muertas marinas, producto de la desaparición y migración de especies.
De acuerdo con Clark y Stefano, existen actualmente 400 zonas muertas en los océanos de la Tierra.
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Una sola de ellas, la que se encuentra frente a la desembocadura del río Misisipi, es de 8,700 millas cuadradas.
Claro que la solución está en la instauración de un sistema agro – alimentario basado en la agroecología.
Sin embargo, esto choca con los intereses y el poder de las grandes transnacionales de la alimentación y de los enormes conglomerados productores de agroquímicos.
Otra vez la ganancia contra la vida.
Economista.
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