Problema
La crisis judicial. El sistema pierde
Hace falta mucha educación, aplicación de normas del buen trato y de la cortesía humana, la deferencia profesional y social. Los abogados, por otra parte, no se puede soslayar, deben dirigirse con respeto y cortesía al funcionario...
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 17/1/2020 - 12:00 am
Llama la atención el hecho de cómo se vienen improvisando jueces, fiscales, secretarios y secretarias de despachos judiciales y fiscalías. Foto: Archivo.
Vivimos inmersos en el problema de la crisis judicial.
Legos, profanos y expertos hablan y escriben sobre el tema.
Señal de que el problema nos preocupa a todos.
Unos, lo hacen con mesura y prudencia; otros, más audaces o sagaces y con sobradas razones, procuran ir al meollo del asunto y no faltan quienes, desde una cima nihilista, exclaman a voz en cuello el aniquilamiento del sistema, la destitución de todos los jueces y magistrados, lo mismo que de los fiscales, y así reclaman también la reforma total e integral del primer órgano del Estado.
Sin justicia, no hay duda, la Patria se vicia.
Pero, en esta entrega, quiero referirme a algunos puntos, en especial y que guardan relación con el comportamiento de jueces y de abogados, sin excluir al personal que atiende en los despachos judiciales y de las fiscalías.
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Son muchos los abogados, la gran mayoría, que se quejan de que en los despachos judiciales, secretarias y secretarios, jueces, personal que atiende, no les dispensan el trato debido a un profesional que representa al Alma de la Toga.
Cuando no la grosería y la poca cortesía, reina un ambiente caldeado de animadversión hacia los abogados y de sus pasantes.
Qué decir del humilde ciudadano que se acerca a ellos pidiendo ser orientado o informado sobre su causa o caso.
Los abogados, cuando concurren a los despachos forenses de jueces y fiscales, no van a incomodar o a indisponer a nadie, solo buscan información de las causas que ventilan y respuestas claras y concretas a sus solicitudes o pretensiones, deducidas en sus demandas o en los procesos en los que aparecen, ya como demandantes o demandados, acusados o querellantes.
No esperan recibir, de parte de los funcionarios, groserías o patanerías ni menos expresiones de soberbia o de altanería.
No han sido escasas las ocasiones en que me ha tocado presenciar a secretarias y secretarios de despachos judiciales, maltratar a los abogados con dejes y calificativos de "necios", "cómo joroba", "ya viene a joder la paciencia", "siempre viene todos los días, mañana y tarde", "cree que viniendo todos los días le va a resolver más rápido, ahora menos lo atiendo", "pon el expediente de ese abogado de último", o simplemente no se lo pasan al juez y, para colmo, le ponen mala cara a los abogados litigantes.
Hace falta mucha educación, aplicación de normas del buen trato y de la cortesía humana, la deferencia profesional y social.
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Los abogados, por otra parte, no se puede soslayar, deben dirigirse con respeto y cortesía al funcionario, porque también los hay quienes llegan a los despachos con dejes de emperadores y, cuando no, de dictadores a quienes hay que reverenciar.
Tampoco son pocos los jueces y fiscales, que cuando usted pasa al lado de ellos o se los encuentra, frente afrente, ya en un pasillo o en sus despachos, lejos de toda humildad, que debe ser inherente al Alma de la Toga, pareciera que están dentro de una caja de cristal demandando reverencia, pleitesía, por poco adoración.
Ni son santos y menos postalitas de vírgenes o santas que deben cargarse en al algún apartado de la billetera.
Viven encumbrados, falsamente, en el monte de la vanidad y de la soberbia.
Todo ser que así se comporta, en realidad, es un miserable que vive engañado.
Pobres de alma y de espíritu.
Pero debo dar testimonio que hay un remante de jueces y fiscales que adoptan un comportamiento correcto.
Los orienta en su oficio los principios de la cortesía y el buen trato.
Escasean.
Pero bien defienden y representan la imagen del Alma de la Toga.
Hay que prestarle atención a esta situación.
De cómo los abogados no son bien tratados en los despachos judiciales.
Esto profundiza la crisis del sistema judicial y viabiliza más críticas en su entorno.
También llama la atención el hecho de cómo se vienen improvisando jueces, fiscales, secretarios y secretarias de despachos judiciales y fiscalías.
A granel.
Y se ha perdido el sentido del dominio y formación integral del Derecho.
El juez cree conocer proceso, pero lo cierto es que ello, per se, no es todo ni basta.
No se trata de conocer solamente trámites judiciales y, a veces, ni siquiera de manera plena.
El Derecho, ya como Ciencia o Disciplina, Arte o Técnica, debe acreditar competencia, dominio, en la Teoría General del Derecho, la Filósofa Jurídica y del propio Derecho Positivo.
Esa improvisación, sin duda alguna, a nada bueno nos ha conducido.
¡Dios bendiga a la Patria. Yo le creo Dios!
Abogado.
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