La Cresta
- Edwin Rodríguez
- - Publicado: 09/7/2010 - 07:25 pm
A las 2:00 p.m. sale un autobús de pasajeros desde Mano de Piedra con destino a la ciudad como todos los días, y en una de esas paradas de nuestra urbe, el bus se detiene, el 8B-06 tiene una falla mecánica relacionada con una fuga de gas, ocurriendo una fuerte explosión e incendiándose el autobús.
La gente que contó lo ocurrido lo hizo con lágrimas en los ojos, ya que fue algo horrible escuchar los gritos, lamentos y llantos de las personas que ardían dentro del autobús.
Los que lograban salir eran unas antorchas humanas, y la gente auxiliaba con lo que podía para apagar el fuego.
Las personas de este lugar donde ocurrió la tragedia dicen que todavía al día de hoy, en las noches, se escuchan esos gritos, llantos y lamentos desgarradores. Así como salía un autobús en la tarde había otros; el último, el de las 11:40 p.m. Salió con muchos pasajeros de la terminal, pero en Calidonia se desocupó el autobús viniendo solo el conductor, el cobrador y solamente 3 pasajeros que ocupaban los asientos delanteros.
Venían comentando, los dos, lo malo que había sido el viaje, ya que no había mucho pasajeros. De pronto vieron que mucha gente afuera les pedía que se detuvieran en la parada; ambos se alegraron de que al fin de cuentas salvarían la vuelta. Los pasajeros subieron y se fueron a la parte trasera del autobús, aunque al conductor le extrañó, ya que en esa parada nunca había mucho usuarios a esa hora, y se lo comentó a su ayudante, el cual comentó "han de ser estudiantes". Y siguieron con el viaje por el Corredor Norte.
Al salir de una curva vislumbraron las luces de Los Andes, el operario encendió las luces del autobús, le dijo al muchacho: -Ya ve cobrando casi llegamos -.
Este caminó con la maquinita hacia atrás del autobús y no tardó en regresar. Sin decir nada se paró junto al conductor el cual lo miró extrañado, y le preguntó: -¿Qué te pasa? ¿Se te olvido el cambio o qué?- ; el joven no decía nada, pero su semblante estaba muy pálido, parecía que se iba a desmayar. Pasaron unos minutos y el muchacho le dijo algo al oído al chófer y este solo exclamó: -Estás loco, no puede ser -.
El operario detuvo el autobús, fue con su ayudante a la parte trasera y comprobó lo que le dijo el pavo. Se pusieron pálidos y el chófer les preguntó a los tres pasajeros que venían desde la terminal: -¿Ustedes vieron a los pasajeros que abordaron en la Martín Sosa?-
Todos contestaron: -Sí- y al voltear vieron que no viajaban en el autobús nadie más que ellos. Uno de ellos dijo: -No puede ser, si todos vimos que subieron en La Cresta-.
Este es el nombre de La Parada donde el 23 de octubre de 2006, ocurrió ese fatídico accidente.
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