Grata experiencia
La cocina es pasión
Creo que la cocina es pasión, es amor. Cuando el cocinero te presenta el plato, te das cuenta si estaba feliz. Lo lindo de esto es compartir con amigos, esa es la esencia de la comida italiana y de esta trattoria. ¡Grazie Danilo!
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 02/11/2019 - 12:00 am
Vivimos un alicaído mercado de bienes raíces donde los precios de viviendas nuevas, cuartitos de cartón con puertas huecas que encorvan a la humedad del trópico, son cada vez más inasequibles al presupuesto del ciudadano que desconoce la gloria bellavistina de mediados del siglo pasado cuando la amplitud del espacio caracterizaba las casas solariegas donde todo duraba una eternidad.
Parte del crucigrama invidente lo forman las inversiones que muchos hicimos al inicio de la era post-americana, incitados por promotores que hicieron fortuna, en tiempos cuando los ángeles de Charlie eran las guapas corredoras de bienes raíces del grupo Bern, en su gélida cápsula de avenida Balboa rondada por finos autos europeos de último modelo y paquetes de incentivos de cincuenta mil dólares, no anuales sino mensuales, cosechando casi más que abogados.
Entonces, se negociaba en bancos que asemejaban bazares, ávidos a prestar con todas las comodidades del caso.
Aquellos que tenían sus plazos fijos les liquidaron para transformarse en caseros, algunos con múltiples apartamentos amoblados con la destreza de diseñadores de interiores milaneses. Y así multiplicaron los ingresos derrochando en chécheres innecesarios, viviendo la vida loca.
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Segundo capíitulo. Ya rondando la tercera década en un infierno descomunal en horas pico, la destreza de conducir en Panamá nos permite hacerlo en cualquier esquina del globo.
El interminable frenesí de los autos barajando carriles, la casi inexistente utilización de señales direccionales, el estrés al tambalear en un bache no anunciado de calle 50 a las seis y cincuenta y pico de la tarde.
En un día normal ni loco me alejo de mi vivienda a estas horas.
Esta noche nos convida mi amigo Danilo di Nuzzo, celebrando un cierre, otra formidable venta de inmuebles.
Oriundo del sur de la bota italiana, su departamento de la Cinta Costera custodiado por el ojo clínico de su bulldog, se acerca a la trattoria La Vespa de Obarrio, diría yo como media hora antes, de seguro a pie, para preparar el escenario.
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Bajo brazo, dos botellas de vino tinto, la primera Nebbiolo d'Alba 2014, del norte industrial italiano, viñedos cercanos a Turín.
La segunda, Carmenère Koyle Royale 2013 del valle de Colchagua, Chile.
Nos recibe con calor humano, un beso en cada cachete para mi esposa Mayin, un abrazo calabresse, entusiasta, para mí.
Como en una sala de operaciones, nos rodean los mozos, el maître y el propietario, oriundo de Milán, cada quien con su línea como para que no se escape detalle alguno. Aromas, sabores y ambiente envuelven la escena.
Inicia la noche paladeando un brebaje en un vasito cordial con una rodaja de limón, que sirve para aromatizar la boca evaporando los sinsabores de la travesía.
El mozo descorcha la primera botella de vino y le asienta para el respiro y cata por nuestro anfitrión.
Acto seguido, como cura durante la homilía, nos dicta de memoria el menú y los platos del día, el mozo, con tal gusto, como si los hubiese degustado todos antes de nuestro arribo.
No se me escapó ningún detalle, pero ya estaba decidido de antemano.
Deseaba relamer la mejor lasaña de Panamá, una mística especial con pasta fresca, salsa boloñesa y amor, así trata mi primi platto.
Advertí una mirada de sorpresa. ¿Cómo signore pide un plato tan sencillo con tanta y variada disponible oferta?
Para evitar símil ocurrencia con el antipasto, nuestro anfitrión sugiere focaccia, rodajas de jamón serrano o prosciutto y hojas de rúcula para todos.
El mozo presenta una bandeja generosa, continuando nuestra conversa sobre parajes de Europa del este poco frecuentados por los turistas, sitios como Bratislava, Liubliana, sitio natal de Melania Trump, Zagreb y Karlovy Bari, parte de nuestra gira el año pasado.
Tres horas dura el convivio y se pasan rápido, sin muestras de apuro ni por parte nuestra, de nuestro anfitrión o los mozos.
Con tanto hablar no hubo necesidad del secondi plato, ni café o té, eso sí, un flan con tres cucharitas.
Creo que la cocina es pasión, es amor. Cuando el cocinero te presenta el plato, te das cuenta si estaba feliz. Lo lindo de esto es compartir con amigos, esa es la esencia de la comida italiana y de esta trattoria. ¡Grazie Danilo!
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