Mensaje
Judas, ¿qué te pasó?
Jesús hablaba de otro reino, de justicia, de paz, de perdón, de servir a los demás, de solidaridad, de respeto a la dignidad del otro, de evitar la codicia, la avaricia. Un reino donde el poder del amor sustituiría al de las armas... te olvidaste de que Cristo es misericordioso y que pudo haberte perdonado.
- Rómulo Emiliani
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- - Publicado: 03/4/2021 - 12:00 am
Judas, no pudiste sacar de tu alma la creencia de una tradición teológica de la espera de un Mesías victorioso, vengativo, conquistador, conduciendo un ejército invencible de muchas legiones que acabaría con el reino del imperio romano.
Eso lo llevabas como muchos del pueblo de Israel en ese subconsciente colectivo que tanto condiciona las acciones de toda una comunidad racial, religiosa, nacional. Te sentías parte del pueblo escogido, elegido por Dios para poner a Sion, a la Jerusalén de la tierra en lo alto del monte, y convertirse en la capital del mundo.
Creías en la venida de ese Mesías triunfante, deslumbrante, que pondría fin a la esclavitud del pueblo, a las continuas humillaciones que había experimentado el pueblo de Dios en su historia.
Pero te encontraste con Jesús, y te atrajo su figura, su voz, su elegancia envuelta en esa gran humildad que tenía, su autoridad al hablar, lo que decía, su mansedumbre, su fuerza interior, sus milagros, exorcismos, su sabiduría.
Te conquistó ese corazón que amaba de verdad a los pecadores, a los pobres, a los enfermos. Te impactó esa misericordia que le salía por los poros, esa serenidad con que actuaba. Y te maravillaba el desapego que sentía hacia las cosas materiales.
Y entonces, tu vida entró en un gran dilema. Seguías creyendo y esperando al Mesías victorioso. Soñabas con ver a Jerusalén y al pueblo judío como la nueva Roma y el gran imperio. Ahora todos pagarían tributos, impuestos a Jerusalén y los pueblos le rendirían homenaje continuo e irían muchos a visitar al templo, y aceptarían al Dios de los hebreos como el único. Todas las esculturas de los dioses paganos serían destruidas.
Pero Jesús hablaba de otro reino, de justicia, de paz, de perdón, de servir a los demás, de solidaridad, de respeto a la dignidad del otro, de amar a los enemigos, de poner la otra mejilla, de no agredir, de evitar la codicia, la avaricia. Un reino donde el poder del amor sustituiría al de las armas.
Un reino donde Dios estaría en primer lugar y el templo y la ley, al servicio del Señor. Un reino donde se reconociera que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un reino donde todos seríamos hermanos e hijos de Dios Padre. Un reino donde se perdonaría setenta veces siete.
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Y no pudiste arrancar de ti la imagen del Mesías Victorioso. Y veías cómo Jesús se iba quedando solo. Que todos los poderes del mundo estaban contra él. Y que era muy vulnerable. Te escandalizó Cristo y renunciaste a él. Y lo vendiste por 30 monedas. Pobre Judas. Me das lástima. Y sabes, te olvidaste de que Cristo es misericordioso y que pudo haberte perdonado.
Monseñor.
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