Epicentro
Jóvenes viejos y viejos jóvenes
- Arnulfo Arias O./opinion@epasa.com
Y que jóvenes viejos son aquellos que a una edad muy temprana comienzan a adquirir y replicar los malos hábitos de quienes les han dado malos ejemplos. Viejos jóvenes, en cambio, son aquellos pocos que a pesar de sus años no han dejado de creer en la esperanza de días mejores para su país; viejos jóvenes son aquellos que a pesar de todos los golpes que la vida les ha dado y a pesar de todo el canibalismo político que se despliega en nuestro país, siguen creyendo en la juventud, para logar esos cambios integrales que reclama nuestra nación.
Déficit habitacional en el país (149,000 hogares en necesidad de vivienda).
Trabajo infantil (60,000 menores a nivel nacional)
Analfabetismo (10% de nuestra población)
Jóvenes viejos y viejos jóvenes
Bien decía un gran estadista latinoamericano que hay jóvenes viejos y viejos jóvenes. Y que jóvenes viejos son aquellos que ya no se preguntan cuántas viviendas faltan en su propio país, y ni siquiera en su propia comunidad. Son aquellos que a una edad muy temprana comienzan a adquirir y replicar los malos hábitos de quienes les han dado malos ejemplos.
Viejos jóvenes, en cambio, son aquellos pocos que a pesar de sus años no han dejado de creer en la esperanza de días mejores para su país; viejos jóvenes son aquellos que a pesar de todos los golpes que la vida les ha dado y a pesar de todo el canibalismo político que se despliega en nuestro país, siguen creyendo en la juventud, para logar esos cambios integrales que reclama nuestra nación.
No queremos ver una juventud que caiga en el irrespeto y la irreverencia hacia aquellos mayores que ya han dado su vida y su trabajo a la nación, desde cualquier puesto o actividad que sea; no queremos ver una juventud que a los pocos años comienza a admirar patrones desviados e inmorales de aquellos que buscan el poder como un medio egoísta de enriquecimiento personal. Jóvenes que naturalmente se dejan poner un freno para ser guiados ciegamente de aquí para allá al antojo de otros que los utilizan.
El país es un asunto más serio que eso. Por ello, queremos un país lleno de viejos jóvenes y de sana juventud; pero nunca jamás de jóvenes viejos ya torcidos en su moralidad a no muchas décadas de su propia cuna y de su pila bautismal.
Se dice que ser joven y no ser revolucionario es una absoluta contradicción. Queremos una juventud que cuestione, que pregunte, que dude siempre en el sano sentido de la palabra y con esa sed insaciable de conocimiento que busca sobre todo la verdad.
Queremos que vivan lo que naturalmente son: juventud; pero que no caigan en esa muerte psicológica que paraliza el espíritu del hombre a temprana edad y lo hace sumiso y conforme. Queremos esa juventud rebelde por naturaleza y genuinamente preocupada por los problemas de su comunidad y de su país; que no busque engordar en los puestos públicos de nuestras capitales de provincia y que no apoyen las propuestas que en forma egoísta se encaminan solo en busca del poder. Una juventud que exija formación educativa y docencia cívica y social; pero no de aquella clase que instruye solo en elecciones y que enseña cómo gobernar a otros, sino cómo servir a otros y a su país. Una formación que nos enseñe cuál es la problemática actual de este país, porque la sensibilidad social no nace espontáneamente, sino que se adquiere a la luz y contemplación de las grandes necesidades de nuestro país.
Abogado
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