Institucionalidad, ética y gobiernos universitarios
- Gregorio Urriola Candanedo
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Una ética furiosamente individualista, fundada en la exaltación del egoísmo y la competencia que es la norma moral del capitalismo de casino.
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La crisis de institucionalidad que se ha vivido con un proceso electoral para la renovación de la máxima autoridad personal de la Universidad Especializada de las Américas, su rector o rectora, es una expresión de una crisis de valores más honda que afecta la vida de las universidades, en gran medida como expresión de la crisis generalizada de la moral pública -y de ética privada- que padece nuestro país, la región e incluso la cultura capitalista contemporánea.
Una ética furiosamente individualista, fundada en la exaltación del egoísmo y la competencia que es la norma moral del capitalismo de casino. Como han sostenido inclusos varios Papas, y nos recuerda el exrector de la Universidad Complutense, el economista crítico Carlos Berzosa: "Para el nuevo capitalismo de casino parece no existir más ley moral que la que imponen los mercados. Y esta ética de la hipertrofia del poder financiero es la adoptan tanto las élites como los grupos lumpen del sistema, que asimilan los modelos de comportamiento que proyectan las pantallas, las modas, los "influencers" de las redes sociales, los enlatados televisivos donde gana lo que apela a lo más brutal, visceral y primitivo.
Es la cultura "del todo contra todos" y donde "todo vale" si demuestras que ello supone ventaja sobre el resto. Mal pueden individuos o grupos sustraerse a este bombardeo mediático y el régimen de prebendas, privilegios y corruptelas que parecen ser el modo de operación "normal" de los gobiernos, tanto de las grandes corporaciones (sean mineras, fondos de inversión o bancos) o sean los gobiernos o las organizaciones complejas.
En lengua vernácula y coloquialmente los panameños lo llamamos "juega vivo", pero universalmente no es más que el imperio del más fuerte, entendido lo más fuerte o poderoso, esto es, la capacidad de influir, por medios lícitos o ilícitos, sobre el comportamiento y las decisiones de los otros. En suma, de tener poder y usarlo. La lujuria del poder y su pornografía.
Decían los fundadores de nuestras patrias latinoamericanas que "Gobernar es educar", y las élites liberales de los inicios de todas nuestras repúblicas fincaron en la educación y en la escuela, el modo de extender civilización contra barbarie, para usar el planteamiento de Sarmiento.
El arielismo de Rodó o las lecturas más angélicas del propio Martí o de Hostos, fueron el instrumento para construir el cemento social con el cual construir los Estados nacionales en su etapa fundacional. Y eso también fue crítico en estados nacionales como el panameño que llegó mediatizado y tarde al concierto de las naciones. Pienso en Porras y Eusebio A. Morales, y en la generación siguiente, la de Méndez Pereira, José Daniel Crespo y , por mencionar los más lúcidos que debieron desfacer los entuertos de los conservadores que fraguaron y cooptaron la separación de 1903.
El contraste entre la fe en la Educación y la Escuela (incluida la Universidad en la idea de escuela como locus de la función de reproducción social), y lo que vivimos hoy, es la que media entre el republicanismo liberal de primera hora, y la del tardo-capitalismo de hogaño. Los valores fundantes del liberalismo y la degeneración neoliberal conservadora que tiene sus expresiones más pedestres en los politicastros que desbordan nuestra Asamblea Nacional de Diputados, ponen de relieve esas crisis de la institucionalidad que atraviesa el orden mundial de una potencia imperial plutocrática, pasa por la dirigencia de los Estados nacionales y llega las instituciones universitarias. Pásese revista a las elecciones rectorales de las universidades oficiales en los últimos años, y se observará como estos procesos o parecen carnavales o degeneran en cooptaciones partidistas, y en general hacen surgir las pasiones más bajas y los intereses más oscuros.
La UDELAS intentó un proceso de elección indirecta de su rector a través de un claustro el cual debería ser una criba de excelencia académica. El proceso se vició porque tempranamente afloraron intereses que dieron al traste con la elección sosegada de parte de su mecanismo electoral y se creó un ambiente de crispación en una institución de cultura democrática débil, tanto por la juventud de la propia institución (esta sería su cuarta elección), como por la idiosincrasia organizacional caracterizada por un régimen de gobierno piramidal, fenómeno cotejable al presidencialismo del Estado panameño. Pero más allá de estas circunstancias o condiciones concomitantes, a nuestro juicio la raíz del mal estriba en una cultura con valores académicos poco firmes, en especial en la parte estudiantil, o sea porque el disenso y la crítica no son la norma del día a día en la participación real o en la toma de decisiones, sea por pasiones de poder y mando inconfesadas. De otra manera, no podríamos entender como personas sensatas y decentes se mutan casi de la noche al día en seres distintos.
Con todo, lo expuesto no resultará más que una mera anécdota si para preservar el bien superior, esto es, la propia universidad, su imagen y función sustantiva dentro del ecosistema universitario panameño, (donde la UDELAS es la universidad con vocación de servicio público más enraizada y donde el horaciano transformar las espadas en arados se hizo realidad en el corazón de la antigua Zona del Canal), se hace necesario corregir fallas de estructura y proceso. Por ejemplo: impedir que los candidatos al claustro pudieran ser nombrados a puestos directivos al menos por un año luego de la elección rectoral (a fin de impedir el negociado de puestos directivos); hacer que todos los miembros del claustro sean electos individualmente y no por nómina (para impedir que se conformen facciones que respondan a un candidato a priori); o exigir que los miembros del organismo electoral sean todos electos por votación directa y secreta, y arbitrar un mecanismo de rendición de cuentas del órgano electoral ante el órgano superior de la universidad de manera clara que sin mermar su independencia no de margen a una interpretación "autonómica" como esta en la raíz del diferendo jurídico que mantienen la administración central universitaria y los personeros del organismo electoral interno. UDELAS sobrevivirá esta crisis. No lo dudamos. Pero todos deberemos hacer un acto de consciencia profundo del que pueda emerger un proceso honesto para
restañar heridas, de confraternidad académica, que devuelva la paz interna al clima institucional de una institución noble que todos admiramos y queremos. Confío no ser muy iluso al soñarlo y expresarlo tan escueta, directa y honradamente.
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