Imperdonable que en Panamá niños mueran de hambre y sin medicinas

Siento una profunda vergüenza por las cosas que están pasando en Panamá.

En el país del presupuesto general de $23 mil 316 millones, de imponentes rascacielos, autopistas, millonarios gastos suntuosos, viajes oficiales y de obras multimillonarias comparables con las del primer mundo, niños mueren de hambre y por falta de medicamentos.

El 2019 cierra con dos eventos bochornosos que deben estremecer la memoria colectiva del país.

En noviembre pasado murió de hambre el niño Mayron Sánchez, de apenas un año de edad, en El Majagual, Chiriquí.

Mientras que el 24 de diciembre, en plena Navidad, falleció Karim José, de dos años, en Viejo Veranillo, por falta de medicamentos para enfrentar la parálisis cerebral y la hidrocefalia que padecía.

Dos lamentables tragedias en el país que vive sumergido, de forma permanente, en una danza de millones, en donde el 20% de la población más rica se lleva el 65% de los ingresos nacionales.

Y mientras en Panamá mueren de forma bochornosa los Mayron y los Karim, nuestra dirigencia política se rasga las vestiduras debatiendo reformas a la Constitución Nacional que, seguramente, no pondrán medicinas y alimentos más baratos en las calles.

Los nombres de estos dos angelitos nos deben retumbar en nuestra memoria colectiva y en lo más profundo de nuestra desvergüenza como nación.

Periodista.