Mensaje
¿Hasta cuándo?
Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Nos dotó de dones y carismas para promover el bien común y hacer de este mundo un lugar mejor para todos. Dios todo lo hizo bueno.
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Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Nos dotó de dones y carismas para promover el bien común y hacer de este mundo un lugar mejor para todos. Dios todo lo hizo bueno.
Tanto dolor y lágrimas, tanto sufrimiento en mayorías explotadas y marginadas. Una tensión continua social y revueltas y revoluciones y sangre derramada sin cambios sustanciales. Foto: EFE.
¿Hasta cuándo tanta miseria en un planeta capaz de dar alimento a toda la humanidad? Tanta desnutrición y hambre, tantas enfermedades que podrían haberse curado tan rápidamente con inversiones adecuadas y buena administración.
Tanto dolor y lágrimas, tanto sufrimiento en mayorías explotadas y marginadas. Cuanta gente sin acceso al agua potable, a medicinas y hospitales y con poca oportunidad a la educación. Una tensión continua social y revueltas y revoluciones y sangre derramada sin cambios sustanciales.
Dictaduras y promesas electorales que no solucionan nada. Democracias fallidas y regímenes de izquierdas o derechas, que aportan tan poco a los problemas reales.
Dios todo lo creó bueno, y nos dio un corazón solidario y compasivo y una inteligencia capaz de enfrentarse a problemas de cualquier clase, y una posibilidad de agruparnos para hacer cambios reales.
Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Nos dotó de dones y carismas para promover el bien común y hacer de este mundo un lugar mejor para todos. Dios todo lo hizo bueno. Su voluntad era hacer de este planeta un lugar habitable con una humanidad hermanada, solidaria, que hiciera de este paso a la eternidad lo menos traumático posible, sabiendo que nuestro fin no era estar siempre aquí, sino vivir en el cielo en el corazón de Dios para siempre.
Claro, con los sufrimientos propios del ser humano, provocados por las situaciones originadas por su propia naturaleza. El trabajo digno, las oportunidades para todos, el respeto a la dignidad humana, el cumplimiento de las leyes, la organización humana para conseguir los fines propios de nuestras situaciones.
La vivencia espiritual en comunidades de la Iglesia y en otras experiencias espirituales, hasta lograr que todos fuéramos uno en Cristo y tener un solo Espíritu, una sola fe, uno solo bautismo. Así quería el Señor al mundo.
Pero llegó el pecado de soberbia, querer ser como dioses. El egoísmo provocando el individualismo; la trampa, el engaño, el saltarse las leyes para lograr el propio provecho.
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Llegó el pecado y el ser humano se hizo soberbio, orgulloso, egoísta y agresivo, y la violencia se hizo el pan de cada día, y la marginación y exclusión, la explotación del ser humano.
Aparecieron los caínes de la historia, los que excluían a sus hermanos del buen uso de los bienes de la creación. Desobedecimos las normas divinas que estaban inscritas en nuestro corazón y que aparecen claramente en la Palabra de Dios y que se resumen en el "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, tu alma, tus fuerzas y al próximo como a ti mismo" y que Jesús revela y nos las completa con el "Amarás a los demás como yo os amo"- De ovejas pasamos a ser lobos voraces de los demás.
Monseñor.
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