Hacia un nuevo nacionalismo
Publicado 2000/10/15 23:00:00
El nacionalismo panameño presenta hoy un discurso atractivo, pero desfasado y obsoleto. Con ligeras variantes no sale del "yanquis no", o de aquel de la época del gran garrote, de finales del siglo XIX, "yanquis go home", en reacción justificada tras la toma de Texas, California, Cuba y Puerto Rico.
El estribillo surge sonoro oponiéndose a cuanta propuesta de cooperación con Estados Unidos se plantee, llámese centro multilateral antidrogas, convenio de fuerzas visitantes, patrullaje marítimo conjunto, operación integrada de radares y hasta los inofensivos programas de acción cívica.
El nacionalismo de vieja guardia se justificaba en tiempos de lucha por la consolidación de la independencia de la República de 1903, mediatizada por la presencia concurrente de Estados Unidos con motivo de la construcción y control del Canal, pero no más, al menos en los términos de entonces. Una vez revertido los territorios ocupados y recibida la administración plena de la vía, se impone una nueva y más pragmática concepción de nacionalismo.
A nuestro juicio, hemos de entenderlo modernamente como una actitud de defensa y consolidación de los intereses nacionales. De ese modo, no es posible concebir un nuevo nacionalismo sin previamente identificar dichos intereses, como aquellos comunes a todos los panameños. Esa es una tarea que tenemos pendiente y que, a falta de ella, nos empuja a repetir los viejos estribillos ya superados.
Hemos hecho un esfuerzo a partir de los últimos seis años, por identificar lo que consideramos son los nuevos intereses nacionales. Ese ejercicio nos conduce, entre otros, a lograr un Canal panameño moderno, eficiente, rentable y seguro; a forjar una economía próspera; y a estructurar las mejores relaciones posibles con todas las naciones. Esa es la tríada: Canal, economía y relaciones.
Para la realización de esos intereses nacionales, cualesquiera que éstos sean, necesitamos delinear una política internacional y ejecutarla a través de una estrategia. Esa es otra tarea pendiente y por eso es que prevalece la improvisación en todos los gobiernos que hemos tenido a partir de 1990.
El siglo XX marcó para Panamá un claro interés nacional en la recuperación de la soberanía patria sobre el Canal; y una vez fue identificado, casi todos nuestros gobiernos se lanzaron a la conquista de ese objetivo en admirable relevo. El nacionalismo fue la ideología que nos unió por sobre todo y nos sirvió de acicate para alcanzar la victoria.
Pero el nacionalismo de ayer no puede ser el mismo que el de hoy, aunque siga siendo un concepto válido. Es menester revisar su contenido para reorientar y canalizar nuestras energías. En ese cuadro, el "yanquis no" de antaño, repetido hoy por pura inercia o pereza mental, es definitivamente contraproducente para nuestros intereses nacionales del nuevo milenio.
El estribillo surge sonoro oponiéndose a cuanta propuesta de cooperación con Estados Unidos se plantee, llámese centro multilateral antidrogas, convenio de fuerzas visitantes, patrullaje marítimo conjunto, operación integrada de radares y hasta los inofensivos programas de acción cívica.
El nacionalismo de vieja guardia se justificaba en tiempos de lucha por la consolidación de la independencia de la República de 1903, mediatizada por la presencia concurrente de Estados Unidos con motivo de la construcción y control del Canal, pero no más, al menos en los términos de entonces. Una vez revertido los territorios ocupados y recibida la administración plena de la vía, se impone una nueva y más pragmática concepción de nacionalismo.
A nuestro juicio, hemos de entenderlo modernamente como una actitud de defensa y consolidación de los intereses nacionales. De ese modo, no es posible concebir un nuevo nacionalismo sin previamente identificar dichos intereses, como aquellos comunes a todos los panameños. Esa es una tarea que tenemos pendiente y que, a falta de ella, nos empuja a repetir los viejos estribillos ya superados.
Hemos hecho un esfuerzo a partir de los últimos seis años, por identificar lo que consideramos son los nuevos intereses nacionales. Ese ejercicio nos conduce, entre otros, a lograr un Canal panameño moderno, eficiente, rentable y seguro; a forjar una economía próspera; y a estructurar las mejores relaciones posibles con todas las naciones. Esa es la tríada: Canal, economía y relaciones.
Para la realización de esos intereses nacionales, cualesquiera que éstos sean, necesitamos delinear una política internacional y ejecutarla a través de una estrategia. Esa es otra tarea pendiente y por eso es que prevalece la improvisación en todos los gobiernos que hemos tenido a partir de 1990.
El siglo XX marcó para Panamá un claro interés nacional en la recuperación de la soberanía patria sobre el Canal; y una vez fue identificado, casi todos nuestros gobiernos se lanzaron a la conquista de ese objetivo en admirable relevo. El nacionalismo fue la ideología que nos unió por sobre todo y nos sirvió de acicate para alcanzar la victoria.
Pero el nacionalismo de ayer no puede ser el mismo que el de hoy, aunque siga siendo un concepto válido. Es menester revisar su contenido para reorientar y canalizar nuestras energías. En ese cuadro, el "yanquis no" de antaño, repetido hoy por pura inercia o pereza mental, es definitivamente contraproducente para nuestros intereses nacionales del nuevo milenio.
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