Gobernabilidad en tiempos de pandemia
Ni gobernanza ni gobernabilidad. Nos llevan de tumbo en tumbo... Y para colmo, una justicia penal que aun no despierta ni termina de leer con claridad la dignidad como máximo baluarte de todo ente humano.
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 29/1/2021 - 12:00 am
Los buenos gobiernos saben ejercer la gobernabilidad o la gobernanza, como quiera que en la semántica política se le llame. Entiéndase por gobernanza el acto de gobernar en el que intervienen los gobernantes y los gobernados.
Se trata del modo en que gobernantes y gobernados se relacionan y participan en la toma de decisiones. Aunque, aclaramos, la gobernabilidad se refiere más bien a la capacidad de ser gobernante y, conceptualmente, a la relación que se manifiesta cuando existe un estado de equilibrio en el ejercicio del poder político, derivado de la solución de demandas sociales y la capacidad de los gobiernos de atender estas de forma eficaz, estable y legítima.
Creo, a propósito del título de este artículo, que todos los ciudadanos, en nuestro país, desde que empezó todo este alboroto de la pandemia generada por la COVID-19, hemos analizado o meditado, más que en cualquier otra época de nuestra historia, sobre estos conceptos y la manera de cómo se ha comportado el gobierno durante estos diez meses de encierro.
Nadie, pienso, en sus meditaciones, de día y noche, ha descartado valorar o calificar la gestión de gobierno, de las altas autoridades frente a la despiadada violación o infracción de nuestros derechos y libertades ciudadanas y de cómo nos han relegado a encierros largos e inhumanos y, tal vez, sin calcular los costos psicológicos y psiquiátricos que se ciernen sobre no pocos compatriotas, siendo los niños y los ancianos, sin dejar de mencionar a la juventud, los que mayormente han venido padeciendo.
Y qué decir, de los cientos y miles de hogares en donde las carencias económicas y materiales les grita en la cara que "tienen que sobrevivir". En ese sentido, consideramos cuestiones muy delicadas, como las siguientes: Entre tanto, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), viene insistiendo en el daño mental o psicológico causado a la niñez y a la juventud a través de esa llamada educación virtual, en Panamá nadie le presta atención, ni autoridad ni nadie, y para colmo los colegios privados cobrando costos y matrículas de tiempos de bonanza económica en el país, sin descontarle ni un centavo a los padres de familia.
Colegios privados pobres son apenas lo que han dado muestras de hacer descuentos a los padres, pero esos monstruos de colegios, o colegios con apariencia de ser monstruosos, cobrando miles y miles de dólares a los padres de familia, sin considerar siquiera cómo hacen para pagar tanto dinero mensualmente a estos colegios.
Colegios que apenas lucen estructuras deprimentes o decadentes, ni siquiera propiedad de ellos, sino alquiladas y pasar cerca de esas estructuras es más deprimente aún, pues ni siquiera se advierte cuidado alguno de las instalaciones.
Es decir, no hay mayor gasto que el que pagan a los educadores que, virtualmente, dan las clases y he tenido conocimiento, pues me han llegado noticias en ese sentido, que a no pocos de ellos ni siquiera les pagan el salario o sueldo completo, alegando los dueños o directores de estos planteles que: "No son tiempos normales y que no pueden pagar salarios iguales o similares a como se les pagaban cuando impartían las clases presenciales". ¡Vaya manera de ver las cosas! Lo ancho para ellos y lo angosto para los acudientes y no pocos docentes, siendo que unos y otros han visto mermados sus ingresos.
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Qué decir de los servicios públicos: energía eléctrica, telefonía móvil, se comportan las empresas de modo malvado y sin ningún tipo de consideración. Nunca facturan los treinta días del mes, sino que ya los 20 días, luego de haber pagado el "mes" anterior, ya te está entrando la próxima factura. Y amenazas de corte y la reiteración de los cobros, vía "call center", es padecimiento que raya con lo esquizofrénico o lo psicótico. O te vuelves loco preocupado por la latente amenaza del contagio de la COVID-19, o estas empresas se encargarán de que vayas a parar a un manicomio.
¿Y el gobierno? Bien, en Belén con los pastores. Ni gobernanza ni gobernabilidad. Nos llevan de tumbo en tumbo, y como dicen mis hijos: La cuarentena fue la medida de casi todos los países, pero en Panamá la exageramos y seguimos con medidas perversas que rayan con lo satánico y lo demoníaco y si no pregúntele a los pobres de mi pueblo.
Y para colmo, una justicia penal que aun no despierta ni termina de leer con claridad la dignidad como máximo baluarte de todo ente humano. Y qué decir de no pocos fiscales que solicitan o proponen acuerdos de penas de diez años para los que, por arte de birli birloque y de modo excepcional, no fueron llevados a las casas de justicia comunitaria sino al sistema acusatorio con la acusación de haber infringido el 308 del Código Penal (Supuesto delito de contagio).
El Derecho Penal no se aprende por ósmosis académica sino por análisis profundo de sus instituciones. Jueces de Garantías: A tutelar más los derechos y las libertades ciudadanas. Aplicar un Derecho Penal Represivo corresponde tanto como al linchamiento. ¡Dios bendiga a la Patria!
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Abogado.
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