Democracia
¿Fraude electoral? ¡El Señor te reprenda!
- Silvio Guerra Morales
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...corresponde decirle a las más altas autoridades del Tribunal Electoral que los panameños no necesitamos que nos digan que hay moral, transparencia y probidad en esa institución. No queremos, que la moral ni la transparencia, menos la honestidad, vengan a nuestro pueblo y ante nosotros a sostenernos o indicarnos que sí hay transparencia y que sí hay honestidad.
![Requerimos que el Tribunal Electoral nos haga sentir y vivir en un ambiente de real transparencia y honestidad en nuestra fiesta electoral Foto: Archivo.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/tribunal_electoral_iniciativa_ciudadana_0.jpg)
Requerimos que el Tribunal Electoral nos haga sentir y vivir en un ambiente de real transparencia y honestidad en nuestra fiesta electoral Foto: Archivo.
Coincido con algunos analistas y críticos dedicados a la cuestión política cuando sostienen que no debemos quitar la mirada, frente a las elecciones generales del 5 de mayo del presente año, de la todo poderosa institución denominada Tribunal Electoral.
También coincido con quienes han referido el pensamiento de que los fraudes electorales, en lo que toca a nuestro país, siempre se han dado, como también han sido una tónica constante en el comportamiento político de los quehaceres nacionales, la perversa manipulación que se hace, de amplios sectores populares de la vida nacional, así como también de un maniqueísmo psicológico proyectado, a través de los propietarios de los medios de comunicación social de masas y, en este sentido, no podemos descartar que tal manipulación y maniqueísmo pareciera polarizarse en dos puntos específicos: Por un lado, los poderosos o magnates de nuestra economía que se dan palmadas y vítores expresando que ponen, desde representantes de corregimientos, alcaldes y diputados merced al poder económico del que disponen hasta presidentes y, por el otro, los medios de comunicación que, tratando de favorecer o hacer que a favor de tal o cual candidato se incline el respaldo popular, construyen alrededor de la figura de ese candidato una imagen endiosada, casi mesiánica de él.
De allí que el libre juego de las ideas democráticas, la transparencia en la emisión del voto y en el conteo de los votos, el respeto a los criterios políticos de críticos y generadores de opinión, etc., terminan siendo meros cantos de sirena que, al final de cuentas, los ignoran los detentadores del poder económico y los propietarios de los grandes medios de comunicación.
Aquí no se trata de que toda voz que se levanta exigiendo transparencia al Tribunal Electoral o advirtiendo de un fraude electoral, que los magistrados de esa entidad de la democracia panameña salgan, inmediatamente, con rostros no ocultos de furor y de encono a señalar que la institución tiene que respetarse, que el Tribunal Electoral es transparente, que hay seriedad en el funcionamiento de la institución, etc.
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Que no suceda con los magistrados del Tribunal Electoral lo que en Roma aconteció con Catón, personaje que se jactaba de su honestidad e integridad moral y muy preocupado en saber si el pueblo romano, los "demás", conocían de su honestidad, decidió ponerse un letrero o cartel en el pecho que decía: " Yo soy Catón, el honesto" y así, con cartel en pecho, deambulaba por la ciudad y otras ciudades, pues quería que todos conocieran de su honestidad.
Amigos lectores, ninguna virtud del alma o fruto del espíritu humano aquilata su existencia, manifiesta su presencia, proyecta sus formas y sus esencias, gritando o vociferando el ser humano, a los cuatro vientos, que se es "honesto", que se es "moral", que se es "íntegro" y que no se es "corrupto".
Las virtudes, los valores que forman parte de aquello que en filosofía se llama la axiología, en cuanto a los valores en sí, tiene una contrapartida, también rama de la filosofía, cuyo nombre es la axiosofía.
Si refiero, por ejemplo, el valor moral, desde la axiología, importará su estudio, su definición, su sentido, alcance o extensión, su vigencia, sus expresiones o manifestaciones.
Sin embargo, si frente al valor de la moral empiezo por fraccionar el conjunto de aquellos elementos que permitan conformar a la moral, y trato de discernir o descubrir el contenido del valor moral y procuro determinar la esencia de la moral, sin duda alguna estoy proyectando un análisis o estudio axiosófico de la moral.
Entendida entonces la axiología y la axiosofía de los valores y de los principios éticos y morales etc., toca o corresponde decirle a las más altas autoridades del Tribunal Electoral que los panameños no necesitamos que nos digan que hay moral, transparencia y probidad en esa institución.
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No, estas no son las exigencias populares ni de quienes durante décadas, en este país, desde la más humilde posición del crítico audaz, del jurista objetivo imparcial e independiente, hemos venido creando docencia a favor de nuestro pueblo.
No queremos, que la moral ni la transparencia, menos la honestidad, vengan a nuestro pueblo y ante nosotros a sostenernos o indicarnos que sí hay transparencia y que sí hay honestidad.
Lo que queremos es que el olor de la transparencia, el perfume de la honestidad, podamos los panameños aspirarlo, suspirarlo, olerlo, percibirlo.
Requerimos que el Tribunal Electoral nos haga sentir y vivir en un ambiente de real transparencia y honestidad en nuestra fiesta electoral: con respeto, con principios y valores reales, con respeto a la democracia como forma de gobierno que suma voluntades, no que las excluye o descarta.
Abogado.
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