Aves
Fenómeno migratorio
- Rina Stella Barba (opinion@epasa.com) /
Guía Interpretativa Naturalista y de Turismo Dentro de pocas semanas no se sorprenda si una mañana cualquiera mira al cielo y ve una nube de
Guía Interpretativa Naturalista y de Turismo
Dentro de pocas semanas no se sorprenda si una mañana cualquiera mira al cielo y ve una nube de miles de aves planear por los cielos panameños, en su mayoría van en ruta hacia la Patagonia.
Es un espectáculo anual digno de observar, y que ha venido ocurriendo por miles de años. Nos debe hacer reflexionar acerca de lo maravillosa que es la naturaleza y sus integrantes. Es necesario darnos cuenta de que de nosotros, los seres humanos, depende que este increíble viaje de subsistencia siga ocurriendo.
El fenómeno de la migración de aves es tan antiguo que se encuentra referencia en el Antiguo Testamento. Y es que la migración de aves es tan antigua como las estaciones. La reducción de alimento a raíz del invierno en el Hemisferio Norte hace que las aves busquen comida en el Hemisferio Sur, donde es verano.
Hay cuatro principales rutas del Norte hacia el Sur de América y, de estas, tres se juntan en Panamá. Volando tan bajo como al nivel del mar, o tan alto como a 10 mil metros de altura (patos y gansos). Podemos ver desde pequeñas aves como las golondrinas, tyranos tropicales y reinitas a aves playeras como chorlitos, playeros occidentales y zarapitos trinadores, hasta las rapaces como los halcones de swainson, gallinazos cabeza roja, halcones peregrinos y águilas pescadoras, por mencionar algunos. Estas aves vienen usando Panamá como puente aéreo, descanso y algunas incluso se aparean aquí.
Actualmente, de las 992 especies de aves registradas en todo el territorio panameño, el 15% aproximadamente son aves migratorias comunes.
Todos los años desde el 1 de octubre al 15 de noviembre, la Sociedad Audubon de Panamá monitorea la migración de rapaces. Estas son aves de presa que cazan para alimentarse. Son muy importantes, pues son responsables de mantener un balance en la naturaleza para evitar sobrepoblaciones de ciertos animales, ayudan con la prevención de epidemias y enfermedades al comer roedores e inclusive insectos y culebras. Igualmente se les puede considerar como un barómetro ambiental, pues como están en la cima de la cadena alimenticia, cuando hay muertes por encima de lo normal en las comunidades de rapaces, usualmente es una señal de que el hábitat donde se desenvuelven está contaminado y es una alarma para nosotros los seres humanos.
Voluntarios especialistas en aves de la Sociedad Audubon se pasan durante las horas de sol en la cima del Cerro Ancón realizando el conteo. El año pasado se contabilizaron casi los 3 millones de rapaces. En su mayoría gallinazos cabeza roja con 1.6 millones, seguidos por el Swainson´s Hawk con 773 mil y tercero el Broad Winged Hawk con 646 mil.
Es un espectáculo increíble, cómo estas magníficas rapaces buscan la cálida corriente que les permitirá planear durante la mayor parte de su viaje y de esa manera ahorrar energía. Asombroso cómo todas las aves saben exactamente hacia dónde se dirigen sin una brújula o mapa y algunas recorren hasta 13 mil kilómetros de distancia.
Por estudios se sabe que las aves establecen rutas precisas que pueden depender del sol y las estrellas, cadenas montañosas, ríos, valles e inclusive detectar los campos magnéticos terrestres. Pero el viaje no es libre de peligros, ya que las aves se tienen que enfrentar a los estragos del clima y amenazas de otros animales o del hombre.
Durante la migración de aves, algunas especies de aves no llegan hasta Suramérica y se hospedan en Panamá, estas, dependiendo de su especie, utilizan distintos hábitat como sus hogares temporales. Por ejemplo, las aves pequeñas como las reinitas y tyranos tropicales prefieren los bosques secundarios como los que encontramos aledaños al Canal, de ahí que estos bosques son importante factor para la exitosa continuidad de estas migraciones e inclusive de la supervivencia de estas aves. Desafortunadamente están siendo deforestados.
Las playeras necesitan de los humedales, que son áreas de tierra planas inundadas permanente o intermitentemente por agua dulce o salada (ciénagas, pantanos o esteros) y de manglares (eco sistema formado por árboles muy tolerantes a la sal). Se pueden apreciar muy fácilmente estas aves playeras desde Panamá Viejo en la marea baja. No obstante, también estos han sido reducidos en los últimos años.
Debemos mejorar el estilo de desarrollo de nuestro país, y seguir uno en el que se vaya mano a mano con la sostenibilidad y protección de nuestros recursos naturales. No debemos ser la causa de la reducción de especies de aves o cualquier otro animal solo por mero egoísmo o falta de conciencia.
Les exhorto a que desde ahora todos los días miren al cielo para que puedan apreciar el grandioso espectáculo que nos brinda la madre naturaleza, visiten el Cerro Ancón para que aprendan un poco más de las rapaces y protejan el hábitat temporal de estas increíbles aves que todos los años hacen su viaje por Panamá.
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