Anécdotas
Felipe Ramos, una vida campesina en Ocú
- Stanley Heckadon-Moreno/opinion@epasa.com
“Aquí crié a mis hijos, ocho. Las hijas mujeres están en Panamá, Chorrera y Chitré. Mis hijos toj han ido a la escuela. El que no ha aprendí'o es porque no ha querí'o.”
En 1981, estudiando a pequeños ganaderos de Azuero, prestatarios del Banco de Desarrollo Agropecuario, llegué a San José de Ocú. Aquí conocí a Felipe Ramos. Entre mis interrogantes eran los cambios experimentados en la tenencia de la tierra en el siglo XX y cómo parte del campesinado se convirtieron en ganaderos.
Felipe había nacido en 1906. Tres años tras separarse Panamá de Colombia. En 1904, los americanos iniciaron el canal y la nueva República expide la Ley 70, expropiando las tierras comunales. Desde la colonia estas se extendían desde Punta Chame a Punta Burica y de la cordillera al Pacífico. Tierras compradas por todos los vecinos para uso de todos. Pronto los gobiernos liberares comenzaron a venderlas a gente con plata, abogados y conexiones. Se desató lo que los campesinos llamaron “los encerramientos”. En 1906 vencía el impuesto a la introducción al tabaco, monopolio concedido en 1901 por el General Carlos Albán, Jefe Civil y Militar del Istmo, a Brandon & Bros. para pagar los gastos de la Guerra de los Mil Días. El nuevo secretario de gobierno, Manuel Quintero Villareal, saca a licitación este impuesto por 15,000 balboas.
Felipe recordaba el impuesto subsidiario. Los campesinos pagaban al gobierno tres días de trabajo al año. Remembraba cuando los montes eran libres y la ley de patrimonio familiar, 1941, cuando se podía titular 5 hectáreas por hijo. Esto me contó de su vida campesina.
“Tengo 75 años. Vine aquí a los cuatro años con mi mamá y el hombre que ella tenía. Aquí murió. Se vino pa' acá el año del diluvio grande que hubo, estuvo lloviendo 15 días. Aquí me jice hombre trabajando y luchando. Yo no fui a la escuela, no tenía ropa y 'taba muy lejos. Fui como huérfano, no tuve padre que me ayudara. Fíjese usté' si yo me levanté pobrecito que yo no tenía ni daga pa' trabajá, cogía la de mi hermano.”
“En esa época se trabajaba el trabajo del estado, al pión. Tres días al año. La gente de aquí que trabajaban eran diez. Se pagaba en el pueblo. Era pá' limpiá' orillas de caminos, los bajaderos de ríos, cargando cascajo.”
“Aquí la tierra es negrita en bajos de ríos, en vetas. Hay tierra blanca el ‘cascajillo’ y la más común, la colorá'. La tierra blanca amarillosa hay que echale más abono, la tierra negra no. La tierra colorá es mejor que la blanca. “
“Esto aquí era montaña vieja. Antes casi no había gente. La gente poco trabajaba pá' otro porque aquí eran tierras libres. Nada era de naiden. Usté' no conocía alambre por estas partes. Solamente pá' la entrada del pueblo, Ocú. Naiden decía ‘yo tengo mi terreno’. Yo podía poné mi casa 'ónde quería y nadien podía decime ná'. La gente comenzó a cercá' aquí desde que el gobierno comenzó a dar tierras gratuitas. Daban 5 hectáreas a unos y a otros, si pedía 10 no se las daban, 5 hectáreas por hijo.”
“Yo comencé la ganadería cuando nuevo. Compré con plata de puerco ganao' de cacho, criollo, no había ganao' blanco, cebú. Me metí a la ganadería porque pensaba que uno llega a viejo y ya no puede viví' de la daga, antonces como va a jacé pá' viví.
Los primeros animales que tuve los tenía sueltos en el monte, sin potreros. En verano el ganao' se llevaba a la montaña pá' que comiera paja de arroz y la caña del maíz de las rozas. Compraba vacas a 25 pesos, con ternero. Comencé a jacé potrero cuando tenía como 12 vacas. Lo jice allá en la montaña porque aquí las aguas se secan y el gobierno decía que ya no se podía tené ganao' en soltura.”
“Cale Castillero fue el primer agrimesor. Me midió 40 hectáreas y lo cerqué con 24 rollos de alambre. Sembré faragua que vi por primera vej en el pueblo, 'onde Don Maximino Carrizo, primero que sembró paja por aquí. Al principio el ganao' no la quería, le pasaba por encima, solo le gustaba chiquita.
“Jice esos potreros míos sin na' de banco. Yo no tenía plata. Toj los años tumbaba monte, le daba monte a la gente, a medias, pá' la primera coa y yo regaba la paja con piones”.
“Por aquí se comienza a trabajá' con ganao' de los cinco años. Lo primero que jacemos es llevá' al hijo al potrero que aprendan a montá' caballo, después a enlazá', ordeñá' y amarrá' vacas. Después se va solo, cogiendo valor. De los 15 pá arriba son vaqueros que trabajan con cualquiera”.
“Aquí crié a mis hijos, ocho. Las hijas mujeres están en Panamá, Chorrera y Chitré. Mis hijos toj han ido a la escuela. El que no ha aprendí'o es porque no ha querí'o.”
Antropólogo
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