Familia, Estado y sociedad
- Mariblanca Staff
- - Publicado: 14/5/2002 - 11:00 pm
La familia está constituida por las personas naturales unidas por vínculos de parentesco o matrimonio; por tanto, viven juntas, se deben respeto, amor, comprensión y tienen la obligación de compartir los derechos, los deberes y todas las responsabilidades. A su vez, las familias forman las comunidades, los pueblos o ciudades. Tienen en común: la escuela, la iglesia, las costumbres y fiestas, el trabajo y la manera de vivir; de allí que obligatoriamente deben relacionarse y tienen necesidad unas de otras, pues las familias y las comunidades constituyen la sociedad en general, compartiendo la cultura, las leyes, los derechos y los deberes.
El Estado tiene el deber de brindar protección a la familia, por el hecho jurídico o institución del matrimonio como fundamento legal de aquélla y a garantizar la igualdad de derechos y deberes dentro de la familia e igualmente el deber de velar por su mejoramiento social. Se utiliza el concepto matrimonio para denominar a la familia como una institución, pero este término es extensivo a las uniones consensuales o de hecho entre dos personas de distinto sexo, que convivan en condiciones de estabilidad y singularidad, y que tengan por interés principal constituir una familia. Pero para el logro de un verdadero desarrollo sostenible de las familias panameñas, es necesario que el Estado tome en cuenta, en la realización de las políticas públicas, entre otras, las siguientes recomendaciones:
1) Debe existir en el país una verdadera democracia genérica, esto es, que los derechos humanos fundamentales sean aplicados con base al respeto y a la dignidad del ser humano y que se practique la equidad y justicia social sin discriminación.
2) El Estado debe garantizar, a través de políticas públicas adecuadas, los derechos sociales de la familia, como son entre otros, la estabilidad y la unidad familiar; el acceso a la vivienda, a la salud, a la educación, al trabajo, etc., pues sólo así podrá haber un verdadero desarrollo humano y crecimiento económico que permita mejorar la calidad de vida de las familias.
3) Se debe impulsar la estrategia del empoderamiento de la mujer, en todos los niveles de la vida pública, ya que ello constituye un fin esencial e indispensable para lograr el desarrollo sostenible de toda la familia.
4) Es imprescindible luchar contra el fenómeno social de la feminización de la pobreza, promoviendo la ejecución de políticas sociales, tendientes al desarrollo integral de la familia, a través de nuevas oportunidades de empleo, de capacitación y promoción ocupacional, del apoyo a proyectos y programas específicos de mujeres, etc., pero trabajar principalmente en el cambio de las relaciones entre los géneros, a fin de promover de manera eficaz, la reformulación del trabajo reproductivo y la modificación de las condiciones y posiciones de desigualdad entre ellos.
5) Es deber del Estado promover la equidad de género, mediante la formulación y ejecución de mecanismos eficaces para la eliminación de los obstáculos constitucionales, jurídicos, administrativos, sociales, económicos, culturales y de cualquier otra índole, que impiden la plena participación de la mujer en el desarrollo sustentable y la vida pública.
Al celebrarse en esta fecha el día internacional de la familia, es preciso reflexionar y cuestionar sobre los patrones socioculturales que se practican dentro del seno familiar, a fin de que los niños y las niñas, desde muy temprana edad, conozcan que tienen derecho a comunicar y a expresar sus sentimientos; a escuchar a los demás; a fortalecer su autoestima y valoración como seres humanos en un concepto de autoafirmación de la personalidad, para que aprendan: a relacionarse en igualdad de derechos y oportunidades con otros y otras; a respetar las leyes; a dialogar, a escuchar, a ser tolerantes en lugar de pelear; a amar y a conservar la naturaleza y el medio ambiente; a promover la democracia y la libertad; a promover la cultura de la paz.
Lo expuesto nos plantea algunos de los desafíos que presenta el siglo XXI a las familias a nivel mundial, por ello insisto en que las mujeres, tenemos que participar decisivamente como propulsoras de cambios en todos los aspectos del acontecer nacional, especialmente en los procesos de desarrollo, pues no sólo tenemos el derecho, sino el deber, de ser incorporadas plenamente a la vida pública y de formular propuestas y nuevas estrategias para la solución de los problemas y la planificación del desarrollo y crecimiento económico, recibiendo a la vez sus beneficios, a fin de construir un mundo mejor para las nuevas generaciones, que nos permita lograr el objetivo de garantizar una nueva proyección jurídica, económica, social y cultural de las familias panameñas del nuevo milenio.
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