Desaciertos
Evo Morales y el poder de los caudillos
Su jugada fue generar un vacío en el poder para luego capitalizarlo con las mayorías en el Congreso de la República que no le aceptaran la renuncia y así regresar al poder. Un error de cálculo político fatal que terminó entregando el poder a la oposición, en cabeza de la senadora Jeanine Áñez.
- José E. Mosquera
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- - Publicado: 13/12/2019 - 12:00 am
El expresidente de Bolivia, Evo Morales, cayó en la lista de esos gobernantes que buscan eternizarse en el poder rompiendo todos los límites del poder. Foto: EFE.
Por la falta de autocrítica de la derecha y de la izquierda se están institucionalizando los fraudes electorales en América Latina.
Se avalan y se rechazan de acuerdo con la militancia ideológica.
Igualmente sucede con los mandatarios mesiánicos y caudillistas de ambos lados que buscan perpetuarse en el poder con modificaciones y violaciones de las normas constitucionales y electorales.
Un simple ejercicio sobre los gobernantes mesiánicos que embriagados por la popularidad se atornillan en el poder.
Se concluye que el expresidente de Bolivia, Evo Morales, cayó en la lista de esos gobernantes que buscan eternizarse en el poder rompiendo todos los límites del poder.
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Uno de los principales errores de Evo fue haber perdido el sentido de la realidad política de su país, y tratar de perpetuarse en el poder cuando en la mayoría del pueblo boliviano había síntomas claros de cansancio con su estilo de gobierno.
No siguió los ejemplos de líderes como Luiz Inácio Lula da Silva, Pepe Mojica y Nelson Mandela, sino que prefirió los libretos de caudillos disfrazados de demócratas como Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Alexander Lukashenko, Teodoro Obiang Nguema y Paul Biya, entre otros.
Su caída más allá del fantasma de las garras del imperio, se origina en la sistemática manipulación institucional para mantenerse en el poder, ignoró la voluntad del pueblo que en el 2016, votó en contra de su reelección.
No acató el mandato popular, apeló a sus mayorías en el Tribunal Constitucional y logró postularse al cuarto mandato.
Fueron estos hechos y las irregularidades electorales que finalmente desataron la crisis política y que precipitaron su renuncia.
Fue tanto su afán de perpetuarse en el poder, que terminó empañando los buenos logros de su gobierno.
Incurrió en una serie de errores políticos, entre ellos, las renuncias del vicepresidente, la presidenta del Congreso y su primer vicepresidente, quienes hacían parte de la línea sucesoral para ocupar la presidencia.
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Su jugada fue generar un vacío en el poder para luego capitalizarlo con las mayorías en el Congreso de la República que no le aceptaran la renuncia y así regresar al poder.
Un error de cálculo político fatal que terminó entregando el poder a la oposición, en cabeza de la senadora Jeanine Áñez.
Evo terminó atrapado en su propio laberinto mesiánico, idéntico al de otros líderes políticos de derecha e izquierda.
De hecho, adoptó el modelo de las dictaduras disfrazadas de democracia al estilo del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, quien lleva 25 en el poder a punta de elecciones fraudulentas, el ruso Vladimir Puttin, quién lleva 19 años en el poder y piensa seguir en el poder como los antiguos zares.
Fiebre que también se repite en África, un continente que ha tenido una historia de regímenes caudillistas, autoritarios y antidemocráticos que simbolizan el poder eterno de los antiguos reyes.
En Gabón, Omar Bongo, gobernó 40 años y lo reemplazó su hijo Ali Bongo, quien lleva 10 años en el poder.
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En Túnez, antes que asumiera el poder el derrocado Ben Ali, había gobernado Habib Burguiba 38 años.
En Egipto, el exdictador Hosni Mubarak permaneció 30 años en el poder.
En Togo Etienne Eyadéma Gnassingb, gobernó 38 años y lo sucedió su hijo Faure Eyadéma, quien cumple 14 años en el poder.
En Burkina Faso, Blaise Compaoré, gobernó 27 años “ganando” elecciones fraudulentas.
En Camerún Paul Biya, gobierna desde hace 37 años.
En Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, cumple 40 años en el poder ganando comicios fraudulentos.
En Uganda, el presidente Yoweri Museveni, lleva 33 años en el poder y se ha sostenido a punta de reelecciones fraudulentas, al igual que en Ruanda con el presidente Paul Kagame, con 16 años en el poder a punta de fraudes electorales.
En Burundi, el año pasado, mediante un referéndum fraudulento, se aprobó una reforma constitucional que permitió al presidente Pierre Nkurunziza, mantenerse en el poder hasta 2034.
La lista es larga en África y Asia donde pululan dictaduras y monarquías hereditarias al estilo de la europea de la reina Isabel II en el Reino Unido, quien lleva 67 años gobernando 16 países.
En el caso de Alemania, Ángela Merkel, cumple 14 años en el poder, pero según la Constitución alemana no hay límites de mandatos y puede presentarse a la reelección indefinidamente.
Periodista.
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