Eufemismos y libre expresión
Publicado 2002/04/09 23:00:00
Al parecer en nuestro pequeño país hemos cultivado un léxico muy peculiar, lo bastante para crear un compendio tan voluminoso como el Diccionario de la Real Academia de La Lengua Española. Por supuesto, esto no es más que un reflejo de la idiosincrasia panameña que trata de amenizar lo frío que algunas veces puede ser el vocabulario cotidiano, sazonándolo de ricas expresiones provenientes de todas partes del territorio, y aún de lugares foráneos.
Sin duda que todos disfrutamos de alguna manera de nuestra forma de hablar; pero esta jocosa costumbre está siendo socavada por una nueva ola semántica-política que se propone, a toda costa, distraer o hacer pasar por alto cosas que no tienen nombre, acciones sin "sinónimo ni antónimo". Me refiero a ese bombardeo aturdecedor con que nuestros servidores públicos y autoridades tratan de disfrazar su comportamiento desleal a la Patria.
Ganando el primer lugar en las Relaciones Exteriores, tenemos que tratado internacional leonino ha pasado a nombrarse convenio de ayuda recíproca. Siguiendo en otro asunto, el robo al pueblo se conoce desde hoy como inversión social necesaria, pequeñas omisiones de auditoria, fallas administrativas, irregularidades, entre otras. Nepotismo toma una connotación caritativa y fraternal, ahora es ayuda familiar, contratación normal, tender la mano, etc. Pero la que más me preocupa es la llamada regulación de la carrera del periodismo que comienza a tomar matices de limitación y amputación a la libertad de expresión.
Acerca de este tema, como es conocido por muchos, la libertad de expresión en nuestro país está como la arena de nuestros litorales, cada día se la llevan para no sé dónde y de modo tan regular que se hace una práctica casi natural que nos hace cada vez más abúlicos.
La sociedad no sabe el peligro que le espera, aún los propios periodistas que pecan de cierta ingenuidad al pensar que tienen cancha abierta, libre de competencia. Es una máxima histórica que cada acción forma un precedente; tal como nos lo recuerda Lasalle. Por lo tanto, si se deja la libertad de expresión en muletas pronto quedará en silla de ruedas, y así sucesivamente (espero que entiendan).
Este es el estado crítico, según mis perspectivas, porque con una libertad de expresión a medias, se camina en neblinas, se difunde la costumbre en todo tipo de relaciones sociales o simplemente se esfuma el interés. En lo personal prefiero que me digan que se está bien o mal, pero no un "más o menos", o un "regular".
Sin duda que todos disfrutamos de alguna manera de nuestra forma de hablar; pero esta jocosa costumbre está siendo socavada por una nueva ola semántica-política que se propone, a toda costa, distraer o hacer pasar por alto cosas que no tienen nombre, acciones sin "sinónimo ni antónimo". Me refiero a ese bombardeo aturdecedor con que nuestros servidores públicos y autoridades tratan de disfrazar su comportamiento desleal a la Patria.
Ganando el primer lugar en las Relaciones Exteriores, tenemos que tratado internacional leonino ha pasado a nombrarse convenio de ayuda recíproca. Siguiendo en otro asunto, el robo al pueblo se conoce desde hoy como inversión social necesaria, pequeñas omisiones de auditoria, fallas administrativas, irregularidades, entre otras. Nepotismo toma una connotación caritativa y fraternal, ahora es ayuda familiar, contratación normal, tender la mano, etc. Pero la que más me preocupa es la llamada regulación de la carrera del periodismo que comienza a tomar matices de limitación y amputación a la libertad de expresión.
Acerca de este tema, como es conocido por muchos, la libertad de expresión en nuestro país está como la arena de nuestros litorales, cada día se la llevan para no sé dónde y de modo tan regular que se hace una práctica casi natural que nos hace cada vez más abúlicos.
La sociedad no sabe el peligro que le espera, aún los propios periodistas que pecan de cierta ingenuidad al pensar que tienen cancha abierta, libre de competencia. Es una máxima histórica que cada acción forma un precedente; tal como nos lo recuerda Lasalle. Por lo tanto, si se deja la libertad de expresión en muletas pronto quedará en silla de ruedas, y así sucesivamente (espero que entiendan).
Este es el estado crítico, según mis perspectivas, porque con una libertad de expresión a medias, se camina en neblinas, se difunde la costumbre en todo tipo de relaciones sociales o simplemente se esfuma el interés. En lo personal prefiero que me digan que se está bien o mal, pero no un "más o menos", o un "regular".
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