Estrenando el Zaanse Schans
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 12/11/2024 - 12:00 am
En reciente intercambio con nuestra afable amiga Dra. Carmen Amada Pinzón, me intimó que estaba de viaje desde Estrasburgo, Francia, hacia la capital holandesa para asistir a un congreso de dermatología, posteriormente contando con una jornada de recreo. Como ya conocía aquello, estaba dirimiendo entre Róterdam y La Haya como destino, comentándole que esa opción, a pesar de parecer apetecible es redundante.
Para el viajero frecuente que ya ha congeniado los recovecos de Ámsterdam, existe una mágica disyuntiva que permite acomodar la esencia del espíritu holandés en un sitio emblemático.
Señalaba a Amadita que en septiembre habíamos visitado el fascinante poblado de Zaanse Schans. A escasos 20 kilómetros del puerto de cruceros de Ámsterdam, este caserío reúne diversas actividades en un solo sitio. Ceñido de un agraciado contorno natural donde predomina el verde de los campos holandeses y el azul de sus canales, resulta uno de los principales reclamos del reinado, excediendo el millón de visitantes anuales.
Tal vez lo más icónico de Holanda, aquello que viene en mente al mencionar el nombre del país, son sus molinos de viento y en Zaanse Schans se han restaurado varios molinos del siglo XVII y otros construidos en el siglo XX, que se usaban para moler trigo y especies, para producir madera, óleos, tintes y pinturas. Hoy por hoy se exhiben 8 con diversas funcionalidades cuyos interiores se pueden visitar para conocer detalladamente sus elementos.
Caminando a lo largo del esbozo en la aldea tradicional que refleja la personalidad neerlandesa, fuimos abrazados por un plácido, soleado clima veraniego donde se encuentran curiosos módulos matizados por ovejas y vacas lecheras plácidamente rumiando sus pastizales admirando las gigantescas aspas de los molinos como trasfondo.
Ingresamos inicialmente en una fábrica de zuecos de madera, más conocida como "klompen" donde artesanos transforman de forma artesanal trozos de madera en estos originales calzados.
Existen, paralelamente múltiples actividades que nutren las neuronas con la creatividad de la época y el entorno. Entre ellas resaltan queserías y fábricas de otros productos típicos como chocolates. Resaltan paralelamente su Bakery Museum donde se fabrican barriles a mano, la Casa del Tejedor que exhibe el antiguo oficio de tejer velas y la fábrica de las galletas tradicionales holandesas, todos ilustrados por personajes con ropajes de la época.
Este encantador entorno, espejo de nuestro reciente quijotear, bien podría servir como ejemplo para contornear la ciudadela de Panamá la Vieja, transformando sus ruinas en vivo reflejo de la vibrante vida colonial, logrando captar aquel periodo de la inmensa riqueza de la primera ciudad del pacífico del continente, recreando su cautivo con galeones sobre sus costas y mulas henchidas con sacos de oro a espaldas circulando a lo largo del Camino Real, calcando el brillo de su homólogo holandés. De captar la cifra de visitantes de Zaanse Schans, aumentaríamos en número de turistas anuales al istmo en un 50%. ¡De paso, a Amadita, le fascinó!
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