Opinión
Estocolmo, la fulgurante estrella de Escandinavia
- Jaime Figueroa Navarro
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Culmina nuestra travesía a lo largo de 15 países en la capital sueca que comprende 14 islas con más de 50 puentes en un extendido archipiélago báltico, sirviendo como medula Gamla Stan, su casco antiguo, entre cuyos atractivos resaltan el Palacio Real, la Catedral de San Nicolás y el Museo Nobel, asentado dentro de la Alcaldía donde su colosal Salón Azul sirve como asiento anual del banquete de los premios Nobel, siendo todos estos islotes pululados cual juguetones delfines por un sinfín de barcazas de turismo que permiten al visitante admirar desde fuera la inmensidad de esta vibrante metrópolis.
Símil a ciudad de Panamá, Estocolmo goza de una tradición náutica ligada a sus raíces, fundada en 1252 con actual población de un millón de almas, sirviendo como el mayor atractivo de esa particular crónica el museo Vasa que exhibe la nave del siglo XVII mejor conservada del mundo, rescatada del mar 333 años después de su naufragio.
Más allá de sitios que parecen emanar del cuadro de un vivaz pintor, Estocolmo exhibe un aleteante frescor pleno de dinamismos y de juventud reflejados en el vigor de sus campechanas callejuelas peatonales que nos obliga forzosamente a reflejar estos momentos históricos de cambios dinámicos que anida el universo sobre lo que deseamos emular como sociedad.
A lo largo de nuestra existencia hemos tomado asiento en un planeta hegemónico contrastado por potencias con diversas ideologías exasperado por disparejos, a veces absurdos, designios cuyo fin es el control conurbano, más allá de sus fronteras. Durante nuestro periplo al norte de Europa y al mar Báltico calcamos desde su génesis, durante nuestra escala en Berlín la cruda realidad del sangriento capítulo Hitleriano, tema que repasamos a fondo durante nuestros estudios de preparatoria en Massachusetts, sumergiéndonos en la lectura de obras, destacando la de William Shirer, The Rise and Fall of the Third Reich. Pero una cosa es leer cual rata de biblioteca y otra mucho más reveladora, es estar, vivir, respirar los eventos en su telón histórico. Es por ello por lo que la sapiencia que emana en nuestro quijotear remacha la trascendencia de nuestros viajes enriqueciendo la savia de nuestro pensar.
Algo que extrajimos durante este particular recorrido fue el común denominador del vigoroso apoyo a la causa de Ucrania, vecino país que ha sufrido el brutal embate de una desmedida e injustificada invasión rusa, tal vez más evidente en aquellos lares donde las barbas están palpablemente en remojo y la vikinga personalidad de sus pueblos se ve reflejada en el reciente bautismo de Suecia y Finlandia como miembros de la OTAN.
Acá en América otro gallo canta. Visitar el Báltico invita a examinar el éxito de sus sociedades fuera del espectro del control de potencias tradicionales. En el istmo siempre se nos inculcó en nuestra historia republicana el ejemplo de Estados Unidos como el espejo a imitar. Las circunstancias han cambiado y las recientes declaraciones de Mister Trump han congelado la relación de socios cordiales a nivel de "tú y tú" que han caracterizado nuestras relaciones a partir de la firma de los tratados canaleros.
En vez de afilar los lápices apuntando a los puntos del poder económico/militar mundial, tal vez nuestro enfoque debe girar hacia el ejemplo que nos brindan los países del norte de Europa, que ya no vacilan ni con uno ni con el otro, sino que velan por el intrínseco interés de sus ciudadanos, forjando sociedades que verdaderamente cumplen con el cometido de brindar a cada uno de sus compatriotas un sistema educativo superior que permite el brote de ideas y conceptos basados en sapiencias y no de servil juguete vulgar de las pasiones. Un sistema de seguridad social verdadero, no solo de nombre, que cubre las necesidades de higiene y salubridad de última tecnología a toda su población, logrando con ello mantener los más elevados niveles de felicidad en un mundo cada vez más triste y desolado. Por su ausencia de corrupción, tan común en nuestro medio, estos países son gallardos ejemplos que invitan a imitar su joie de vivre y éxito en la calidad de vida de toda su población.
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