Envidia y odio de la mano

Desde la creación del mundo, los seres vivientes, incluyendo los animales, han envidiado y odiado a los que los hacen sentir incapaces.

De acuerdo con el diccionario de sinónimos y antónimos, compilado por Julio de La Canal, la envidia no es otra cosa que celos, etc., y el odio es “aborrecimiento”, etc. El diccionario Océano lo califica de “pesar del bien ajeno”.

Por otra parte, “ refiriéndose a la envidia, la Biblia señala: “La paz del corazón fomenta la salud, pero la envidia corroe los huesos. Prov-14,30):

Envidiamos cuando: invadimos terrenos privados y públicos alegando extrema pobreza; cuando le “serruchamos” el piso al otro celoso de su puesto; cuando deseamos a la mujer o esposa del vecino: cuando vemos el éxito en la vida del prójimo; cuando testigos falsos declaran para someter al prójimo; cuando deseamos el carro o la casa de otro; cuando deseamos el dinero del otro, etc.

Todos estos pecados nos llevan al odio, los que pueden inducirnos a matar o raptar. En Ecl. 4,4 d: “He visto asimismo, que todo trabajo y toda excelencia de obra despierta la envidia del hombre contra su prójimo… También esto es vanidad y aflicción del espíritu” (Biblia Vida).

Porque el ser humano envidia y odia a la vez. Porque somos incapaces de discernir lo espiritual de nuestra conducta en la vida que Dios nos da: “Flojo, anda a ver a las hormigas, mira como se mueven y se hacen sabias, en su casa no hay jefe ni supervisor ni mayordomo, pero junta en verano provisiones, amontona su alimento en tiempo de cosecha” Prov. 6,6.

“Además, cuando estábamos con ustedes, les dijimos claramente: el que no quiera trabajar que tampoco coma”. Esto indica que toda persona que desea obtener algo, debe sudar para obtenerla y no esperar obtenerla por medios no justos.

Si a Ud. lo domina el odio y la envidia, ore a Dios para limpiar su alma.

Gilberto Innis

Amigo de Cristo

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