Cartas desde el frente europeo
En la frontera de lo real
... escenas de supuesta justicia y reivindicación social serán directamente proporcionales al crecimiento de la mentalidad liminal en la población. Ejemplos tan caóticos como Seattle, Mineápolis, Nueva York o Portland...
- Alonso Correa
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- - Publicado: 28/7/2020 - 12:00 am
Un manifestante es detenido por la policía, luego de participar en una protesta contra el racismo y abuso policial en Portland, Oregon, Estados Unidos, este domingo 26. Foto: EFE.
Liminal es un adjetivo que se refiere a algo que se encuentra en el confín de dos estados, en el límite de dos situaciones o el linde de dos instantes. Algunos ejemplos de este fenómeno podrían ser: el sueño ligero, una indisposición, las estaciones de tren o la psicosis momentánea. A pesar de que la liminalidad es una situación pasajera, efímera, se han visto ejemplos recientes de lo que podría ser una mentalidad liminal perpetua. El vivir siempre entre la realidad y la fantasía. Lo auténtico y lo ficticio.
El arquetipo más actual y más claro, es el alcalde de Portland, Ted Wheeler, modelo perfecto de lo que un discurso sesgado por el progresismo moderno puede llegar a hacerle a la psique humana. Un pelele que creyó que las protestas que están arrasando su ciudad lo recibirían con besos, abrazos, flores y canciones. Un pánfilo que soñó con que los alborotadores y saqueadores aplaudirían su llegada. Basura, insultos y gas lacrimógeno es todo lo que ha recibido el señor alcalde. Ahora tiene una ciudad derruida, un ego estallado y una ilusión oxidada.
Otro ejemplo de la liminalidad mental es el alcalde de la devastada ciudad de Mineápolis, Jacob Frey. Un joven político empapado por la neocultura transgresora y ofendible que creyó que sería buena idea presentarse como uno más en las protestas que ocurrían en su ciudad. Llegó a estas con la esperanza de ser bienvenido con cariñosas palabras y dulces halagos. Abucheos, insultos y un vergonzante recorrido fuera del grupo manifestante. Ahora, al igual que al señor Wheeler, solo le quedó al zagal alcalde una urbe convertida en zona de guerra, un bochornoso recuerdo y una probada de la locura social.
Ninguna de estas situaciones, ni la destrucción de propiedad pública, ni los agravios han logrado arrebatar de estos dos individuos su pensamiento fantasioso, su sueño social. Porque están sumergidos en la liminalidad psicológica, en una realidad alterna. Realidad que fue creada para no tener que enfrentar la existencia de sus problemas, para resguardar su autoestima y para salvaguardar el discurso hegemónico del progrerío.
Pero poco a poco, se está quebrando el opaco vidrio que separa sus dos concepciones. Su ceguera liminal está siendo puesta a prueba por las acciones del alzamiento de los resentidos. El odio de los terroristas de las ideas les muestran la cruda verdad a los incautos seguidores de lo políticamente correcto. Porque son estos mismos, los inconformes con el mundo que les tocó vivir, los responsables de la creación de una crónica paralela.
Y son los lelos que se dejan absorber por ese fangoso cuento los que llegan a crear legendarias fábulas acerca de ellos mismos. Y son los que no se dejan hechizar por esas rocambolescas ideas los que deben sufrir las consecuencias de las acciones llevadas a cabo por la colmena de quejumbrosos.
Nuevas y estrepitosas escenas de supuesta justicia y reivindicación social serán directamente proporcionales al crecimiento de la mentalidad liminal en la población. Ejemplos tan caóticos como Seattle, Mineápolis, Nueva York o Portland; recrudecidos por una manada de desvalijadores oportunistas.
Y es que el ser humano llega a acostumbrarse a cualquier situación, llega a aceptar cualquier martirio que dure lo suficiente. Y eso lo saben los zombis liminales, creen en la efectividad de la perseverancia y le dan uso para llevar a cabo sus estrategias. Porque entienden que el ímpetu humano expira y se transforma en apatía e indiferencia. Por fortuna, el círculo se está cerrando sobre ellos también. El derrumbe de occidente les está mostrando las consecuencias de vivir en una realidad alterna, está sacando del embrujo psíquico a muchos de los habitantes de la frontera de la realidad.
Estudiante panameño en España.
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