Epicentro
Elogio a la locura
- Arnulfo Arias O. opinion@epasa.com
Las ideas innovadoras no confrontan, sino que abren trochas precursoras en las que pasará algún día la nueva ruta de la humanidad.

El trabajar desde el hogar permite reducir el ruido y la contaminación, los tranques y el consumo eléctrico de una nación. Foto: Archivo.
En las balanzas, a veces se necesita un elemento de desequilibrio momentáneo para equilibrar las cosas nuevamente.
En las civilizaciones es igual.
Toda cuna de cambio y de progreso, nacerá del fuego de las ideas innovadoras, que se consideraron descabelladas en el pasado y que, en el presente, conforman parte de la vida diaria de los individuos.
La aviación, el bombillo eléctrico, la radio y, en gran medida, un sinfín de ideas innovadoras que lograron darle un salto cuántico a la civilización moderna y que constituyen hoy los pilares de la tecnología actual, fueron precisamente concebidos por cerebros muy adelantados a sus tiempos, libres de los convencionalismos y de los temores que a la mayoría, que está ya institucionalizada, acosan día tras día.
Uno de los padres de la filosofía moderna, y que a la vez sufrió de demencia frontotemporal, sostenía que la locura había sido el mayor motor de desarrollo de la humanidad; desde luego, me refiero a Nietzsche.
No caigamos, pues, en la ficción de que todo fue inventado ya.
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No demeritemos las ideas innovadoras en todos los contextos de la sociedad, pero especialmente en la política, en la que se trata de asfixiar muy pronto todo aquel retoño que florece sobre ideas de innovación, de cambios, de distanciamiento de sistemas que decaen en medio de una senectud que no se amolda ya a los tiempos.
Las ideas innovadoras no confrontan, sino que abren trochas precursoras en las que pasará algún día la nueva ruta de la humanidad.
En Chile, por ejemplo, se discute hoy un proyecto de legislación que brindará la posibilidad de hacer aportes de trabajo desde casa, sustituyendo así el sistema decadente presencial de formas de trabajo.
Una medida así, parcialmente implementada, permite reducir el ruido y la contaminación, los tranques y el consumo eléctrico de una nación, entre otros muchos beneficios claros.
En nuestro propio contexto, debemos sacudirnos ya de ideas arcaicas de aulas escolares bien estructuradas en lugares donde simplemente no hay acceso, y sustituir ese sistema con tecnología (Android, internet), que nos permita llevar, por medios tecnológicos, la educación al estudiante, abriendo así la posibilidad infinita de llevar tecnología, consultas médicas, cultura y realidades de este mundo actual a los lugares más remotos de nuestra nación, sin tener que necesariamente devastar naturaleza en el proceso, llegando allá como tradicionalmente se hace: por medio del asfalto y del concreto.
La vía tecnológica puede ser un paliativo en esos casos.
Pero, si pensamos como siempre, los resultados jamás serán distintos.
Por ello, en todo ámbito social, abramos nuestras mentes a los cambios; porque lo que ahora pareciera una revolución, será mañana parte muy normal de la institucionalidad social, sin duda.
Y sobre todo, admiremos en los hombres la valentía, confundida muchas veces con locura, de dar ruptura a los esquemas de la sociedad, a soñar con un mejor país y a canalizar los cambios que necesitamos todos hacia un mañana que ya parece haber llegado hoy.
Abogado
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