Sin argumentos
El tufito del racismo
El racismo se puede definir como una ideología que defiende la superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla aislada o separada del resto, dentro de una comunidad o un país.
Sin argumentos
El racismo se puede definir como una ideología que defiende la superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla aislada o separada del resto, dentro de una comunidad o un país.
Una de las múltiples protestas contra el racismo, generada por el asesinato de George Floyd, el 25 de mayo en Minneapolis, Estados Unidos. Foto: EFE.
Mientras colapsa Estados Unidos bajo el acecho de la pandemia, inaudita suposición bajo las típicas administraciones prudentes, el Trumpismo ha optado por ignorar los sabios lineamientos científicos a favor de teorías inéditas, que sí trata de una conspiración política, que el virus desaparecerá milagrosamente, que no es más que un leve resfrío, a pesar de sumar más de 130,000 muertes y casi 3 millones de casos.
Resultado de todo esto, sorpresivamente resulta el país con el mayor número de víctimas e infectados por la COVID-19.
Las embajadas americanas alrededor del globo anuncian frecuentes vuelos "humanitarios", ofreciendo trato preferencial a sus ciudadanos para retornar a los Estados Unidos.
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¿Quién en su sana mente, quiere intercambiar el sitio donde se encuentra con la zozobra que viven a diario los norteamericanos?
El muro de Trump no está funcionando, primero, porque no existe, ni lo está sufragando el Gobierno mexicano, como se alegaba, y segundo, porque el tráfico humano es ahora hacia el sur.
La mano de obra barata de Centroamérica se desvanece, mientras las cosechas se pudren en las campiñas californianas.
Cereza al pastel, esta semana la Unión Europea anunció la reapertura de sus fronteras, prohibiendo el ingreso de norteamericanos, resultado de su desmañado manejo de la crisis sanitaria.
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El vil asesinato de George Floyd, el 25 de mayo en Minneapolis, 8 minutos 46 segundos de agonía grabados sobre el pavimento de la calle, bajo la presión de la rodilla del agente de policía Derek Chauvin, mientras repetía varias veces la frase: "no puedo respirar", ocasionaron una inesperada oleada de indignación y protestas a lo largo y ancho de Estados Unidos, contra el racismo, la xenofobia y los abusos policiales hacia ciudadanos afroestadounidenses en dicho país.
El racismo se puede definir como una ideología que defiende la superioridad de una raza frente a las demás y la necesidad de mantenerla aislada o separada del resto, dentro de una comunidad o un país.
Se puede extrapolar el concepto para incluir diferencias de género, creencias religiosas y cualesquiera diferencias en costumbres y cultura.
Desafortunadamente, en pleno siglo XXI vivimos, respiramos, practicamos este pensamiento, precisamente cuando 85 millones de almas perdieron la vida durante la segunda guerra mundial donde Adolph Hitler pretendía enmarcar la superioridad de la raza aria, asesinando en el Holocausto a 17 millones de personas, entre ellos 6 millones de judíos.
Resulta inaudito que Estados Unidos, cuna de la democracia, donde la estatua de la Libertad en la entrada al puerto de Nueva York en su base enmarca el texto del poema de Ema Lázaro: "Dame tu pobre, tu agotado, tus innumerables masas que aspiran a vivir libres, el rechazo de tus orillas superpobladas.
Envíalos a mí, los desheredados, que la tormenta los traiga de vuelta.
¡Estoy poniendo mi luz sobre la puerta de oro!", trate a sus ciudadanos por castas a estas alturas del juego del desarrollo humano.
Soy hechura de la selva, de niño veraneaba en Chepo, otrora paraíso terrenal, donde como el Macondo de García Márquez, vivíamos enlazados en fraternidad, hombres y mujeres, niñas y niños de diferentes niveles sociales, de variadas tonalidades de razas, de diversidad de creencias o ausencia de ellas, asando pepitas de marañón, celebrando las fiestas de San Cristóbal, enviando telegramas a ciudad de Panamá, nuestra única comunicación con el mundo moderno.
Allí, dentro de la pobreza material, pero riqueza intelectual, circulaba un quijote llamado Miguelito, descalzo y ensacado, fascinante personaje cuya bocacha sonrisa derivaba la dulzura de poemas e inspiradores pensamientos.
Génesis 3:19: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás".
Tan sencilla lección: no hay razón ni argumento para racismos ni diferencias. Gracias Don Miguelito.
Líder empresarial.
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