El Tratado de 1936: su significado en la actualidad y su adecuada difusión
Publicado 2000/06/29 23:00:00
- Carlos Estrada Aguilar             Â
Hace algunas semanas, doña Rosario Arias de Galindo--ciudadana ejemplar, que ha puesto su vida al servicio de la justicia, la democracia y la libertad--me comentó su interés de que la colección de tratados sobre el Canal de Panamá, en exhibición en el Museo del Canal Interoceánico, se completara con la incorporación de los convenios suscritos por Panamá y Estados Unidos en 1936 y 1955.
El interés de doña Rosario responde a ese patriotismo que ha persuadido a todos los panameños de buena voluntad, a través de la historia de la República e inclusive desde antes de su fundación, a procurar el pleno ejercicio de la soberanía sobre el territorio nacional.
Ese patriotismo impulsó a nuestros próceres y dirigentes a reclamar insistentemente el reemplazo de la lesiva Convención del Canal Istmico de 1903--mejor conocida como el Tratado Hay-Bunau-Varilla--por un arreglo más razonable y justo, que planteara con mayor equidad las aspiraciones, necesidades y derechos del pueblo panameño.
Ese patriotismo legendario, que no podemos olvidar, disminuir o menoscabar--ese patriotismo, en ocasiones efervescente y apasionado, pero también racional y prudente, cuando las circunstancias recomiendan esas cualidades--ese patriotismo, que cuenta entre sus portaestandartes a tantos panameños y panameñas, a lo largo de ciento cincuenta años de historia de luchas por la soberanía, anotó un notable triunfo el 2 de marzo de 1936, con la firma en Washington del Tratado General de Amistad y Cooperación, cuyo artífice principal lo fue el presidente Harmodio Arias Madrid (1932-1936).
Ese patriotismo y el profundo sentido de justicia que caracterizaron la administración y las ejecutorias públicas del Dr. Harmodio Arias Madrid, lo impulsaron en 1933 a plantear al gran mandatario norteamericano, el Presidente Franklin Delano Roosevelt, la necesidad de reformar la relación entre Panamá y Estados Unidos. Gracias al convenio que se suscribió tres años después del encuentro presidencial--convenio que por Panamá firmaron los doctores Ricardo J. Alfaro y Narciso Garay--se eliminaron las cláusulas intervencionistas del Tratado de 1903, que explícitamente autorizaban la injerencia norteamericana en nuestros asuntos internos y sometían a la República al protectorado de Washington.
Con respecto al Tratado de 1903, el de 1936 constituye un adelanto sustancial, un paso significativo en el camino hacia la plena recuperación del ejercicio de la soberanía, que logramos el 31 de diciembre de 1999, gracias a la firma del Tratado del Canal de Panamá en 1977. Por ello, y por cuanto el logro de diciembre pasado no es obra de un individuo--ni siquiera de una sola generación--sino de un sinnúmero de patriotas, que a través de las décadas se sacrificaron en aras de un ideal soberano y democrático, es justo y necesario que el texto original del Tratado de 1936 forme parte de la colección de convenios que está expuesta en el Museo del Canal.
Afortunadamente, en este punto han coincidido no sólo la distinguida doctora ¡ngeles Ramos Baquero, Directora del Museo del Canal Interoceánico, sino también el Profesor Rafael Ruiloba, Director General del INAC-actual custodio del Tratado de 1936--quien ha expresado su anuencia a que el valioso documento histórico repose en aquel recinto, como medio eficaz para procurar su mayor difusión, conocimiento y evaluación por el público, así como para garantizar su adecuada preservación y uso común.
Y la Cancillería, que a lo largo de nuestra vida republicana ha ejercido con hondo sentido de responsabilidad, su papel de dar consistencia jurídica, a la luz del derecho internacional, a las justas reclamaciones del pueblo panameño, se complace en haber gestionado el traslado del texto original del Tratado de 1936 al Museo del Canal, durante en un acto protocolar--sencillo, pero de profunda relevancia histórica y nacionalista--que tuvo lugar el pasado viernes 23 de junio.
También es apropiado exhibir en el Museo del Canal, a la vista del público nacional y extranjero, los textos originales de la Declaración Conjunta de los Presidentes Franklin Delano Roosevelt y Harmodio Arias Madrid, suscrita en Washington, D.C., el 7 de octubre de 1933--antecedente inmediato del Tratado de 1936--así como del Tratado de Mutuo Entendimiento y Cooperación entre los Estados Unidos de América y la República de Panamá, firmado el 25 de enero de 1955 en Panamá, mediante el cual el pueblo istmeño logró reducir un tanto más la desigualdad en nuestra relación con Estados Unidos. Por cuanto cada uno representa un hito fundamental en la epopeya nacionalista panameña--en otras palabras, por motivos de integridad histórica y entereza ciudadana--el público sensible al tema de la nacionalidad aspira a que dichos documentos se exhiban en el Museo del Canal.
Hacia ese fin, la Cancillería y nuestra misión diplomática ante el Gobierno de Estados Unidos, encabezada por el Embajador Guillermo Ford, se comprometen a colaborar con el INAC y el Museo del Canal para localizar estos elementos fundamentales de nuestra herencia patria y llevarlos al vetusto plantel de la Plaza de la Independencia, donde estarán disponibles para el escrutinio ciudadano y contribuirán al fortalecimiento de nuestra nacionalidad.
Estos esfuerzos se llevan a cabo como parte de la política del Gobierno de la Excelentísima Señora Mireya Moscoso, de afirmar los cimientos de nuestra nacionalidad a partir del magno acontecimiento registrado el 31 de diciembre de 1999. Se trata de una política de Estado, con la que coinciden todas las corrientes políticas y todos los grupos sociales, y que el Gobierno nacional debe y quiere promover, en aras del desarrollo del país.
Porque, para alcanzar el desarrollo humano sostenible a que la ciudadanía aspira vivamente, ese sentido de nacionalidad debe robustecerse a partir del espíritu patriótico que mencioné al principio del escrito: ese patriotismo que tonifica y refuerza el régimen democrático, ese patriotismo que nos motiva a reconocer y estudiar los aportes de nuestros ilustres antepasados a la construcción de la identidad nacional, ese patriotismo que nos inspira a la conservación y valorización del patrimonio histórico, ese patriotismo que hoy nos impulsa a consolidar nuestra soberanía y a defender el interés nacional en todos los aspectos en que pueda verse menguado, como quiere hacerlo siempre el Gobierno nacional, en permanente colaboración y comunicación con la ciudadanía.
El interés de doña Rosario responde a ese patriotismo que ha persuadido a todos los panameños de buena voluntad, a través de la historia de la República e inclusive desde antes de su fundación, a procurar el pleno ejercicio de la soberanía sobre el territorio nacional.
Ese patriotismo impulsó a nuestros próceres y dirigentes a reclamar insistentemente el reemplazo de la lesiva Convención del Canal Istmico de 1903--mejor conocida como el Tratado Hay-Bunau-Varilla--por un arreglo más razonable y justo, que planteara con mayor equidad las aspiraciones, necesidades y derechos del pueblo panameño.
Ese patriotismo legendario, que no podemos olvidar, disminuir o menoscabar--ese patriotismo, en ocasiones efervescente y apasionado, pero también racional y prudente, cuando las circunstancias recomiendan esas cualidades--ese patriotismo, que cuenta entre sus portaestandartes a tantos panameños y panameñas, a lo largo de ciento cincuenta años de historia de luchas por la soberanía, anotó un notable triunfo el 2 de marzo de 1936, con la firma en Washington del Tratado General de Amistad y Cooperación, cuyo artífice principal lo fue el presidente Harmodio Arias Madrid (1932-1936).
Ese patriotismo y el profundo sentido de justicia que caracterizaron la administración y las ejecutorias públicas del Dr. Harmodio Arias Madrid, lo impulsaron en 1933 a plantear al gran mandatario norteamericano, el Presidente Franklin Delano Roosevelt, la necesidad de reformar la relación entre Panamá y Estados Unidos. Gracias al convenio que se suscribió tres años después del encuentro presidencial--convenio que por Panamá firmaron los doctores Ricardo J. Alfaro y Narciso Garay--se eliminaron las cláusulas intervencionistas del Tratado de 1903, que explícitamente autorizaban la injerencia norteamericana en nuestros asuntos internos y sometían a la República al protectorado de Washington.
Con respecto al Tratado de 1903, el de 1936 constituye un adelanto sustancial, un paso significativo en el camino hacia la plena recuperación del ejercicio de la soberanía, que logramos el 31 de diciembre de 1999, gracias a la firma del Tratado del Canal de Panamá en 1977. Por ello, y por cuanto el logro de diciembre pasado no es obra de un individuo--ni siquiera de una sola generación--sino de un sinnúmero de patriotas, que a través de las décadas se sacrificaron en aras de un ideal soberano y democrático, es justo y necesario que el texto original del Tratado de 1936 forme parte de la colección de convenios que está expuesta en el Museo del Canal.
Afortunadamente, en este punto han coincidido no sólo la distinguida doctora ¡ngeles Ramos Baquero, Directora del Museo del Canal Interoceánico, sino también el Profesor Rafael Ruiloba, Director General del INAC-actual custodio del Tratado de 1936--quien ha expresado su anuencia a que el valioso documento histórico repose en aquel recinto, como medio eficaz para procurar su mayor difusión, conocimiento y evaluación por el público, así como para garantizar su adecuada preservación y uso común.
Y la Cancillería, que a lo largo de nuestra vida republicana ha ejercido con hondo sentido de responsabilidad, su papel de dar consistencia jurídica, a la luz del derecho internacional, a las justas reclamaciones del pueblo panameño, se complace en haber gestionado el traslado del texto original del Tratado de 1936 al Museo del Canal, durante en un acto protocolar--sencillo, pero de profunda relevancia histórica y nacionalista--que tuvo lugar el pasado viernes 23 de junio.
También es apropiado exhibir en el Museo del Canal, a la vista del público nacional y extranjero, los textos originales de la Declaración Conjunta de los Presidentes Franklin Delano Roosevelt y Harmodio Arias Madrid, suscrita en Washington, D.C., el 7 de octubre de 1933--antecedente inmediato del Tratado de 1936--así como del Tratado de Mutuo Entendimiento y Cooperación entre los Estados Unidos de América y la República de Panamá, firmado el 25 de enero de 1955 en Panamá, mediante el cual el pueblo istmeño logró reducir un tanto más la desigualdad en nuestra relación con Estados Unidos. Por cuanto cada uno representa un hito fundamental en la epopeya nacionalista panameña--en otras palabras, por motivos de integridad histórica y entereza ciudadana--el público sensible al tema de la nacionalidad aspira a que dichos documentos se exhiban en el Museo del Canal.
Hacia ese fin, la Cancillería y nuestra misión diplomática ante el Gobierno de Estados Unidos, encabezada por el Embajador Guillermo Ford, se comprometen a colaborar con el INAC y el Museo del Canal para localizar estos elementos fundamentales de nuestra herencia patria y llevarlos al vetusto plantel de la Plaza de la Independencia, donde estarán disponibles para el escrutinio ciudadano y contribuirán al fortalecimiento de nuestra nacionalidad.
Estos esfuerzos se llevan a cabo como parte de la política del Gobierno de la Excelentísima Señora Mireya Moscoso, de afirmar los cimientos de nuestra nacionalidad a partir del magno acontecimiento registrado el 31 de diciembre de 1999. Se trata de una política de Estado, con la que coinciden todas las corrientes políticas y todos los grupos sociales, y que el Gobierno nacional debe y quiere promover, en aras del desarrollo del país.
Porque, para alcanzar el desarrollo humano sostenible a que la ciudadanía aspira vivamente, ese sentido de nacionalidad debe robustecerse a partir del espíritu patriótico que mencioné al principio del escrito: ese patriotismo que tonifica y refuerza el régimen democrático, ese patriotismo que nos motiva a reconocer y estudiar los aportes de nuestros ilustres antepasados a la construcción de la identidad nacional, ese patriotismo que nos inspira a la conservación y valorización del patrimonio histórico, ese patriotismo que hoy nos impulsa a consolidar nuestra soberanía y a defender el interés nacional en todos los aspectos en que pueda verse menguado, como quiere hacerlo siempre el Gobierno nacional, en permanente colaboración y comunicación con la ciudadanía.
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