Análisis
El "Mundus Novus" de Magallanes
... ese "Mundus Novus", como le llamó Américo Vespucio en sus Cartas de Viajes en 1503, cuando sobre la cima del cerro Pechito Parao en nuestro Darién, Vasco Núñez de Balboa ojea el océano Pacífico, al aniversario del festejo de mayoría de edad del descubrimiento de América en 1513.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 11/8/2018 - 12:00 am
Cerro Pechito Parao, Darién, desde donde Vasco Núñez de Balboa divisó el océano Pacífico.
Continuando el repique histórico de nuestro destino como los fenicios del siglo XXI, retomamos la aventura del almirante Cristóbal Colón ese inmaculado miércoles 12 de octubre de 1492, fecha que puntualizó un antes y un después en la historia del comercio mundial y el acercamiento de los pueblos, la aldea global que antes no se veía comunicada, entrelazada, unida en definición y misión, antes ojeada en las páginas de la Enciclopedia Británica y los tomos de la revista "National Geographic", ahora en Google, YouTube y Amazon.
El segundo capítulo de la hazaña de Colón enfila a Panamá permanentemente en la historia de ese "Mundus Novus", como le llamó Américo Vespucio en sus Cartas de Viajes en 1503, cuando sobre la cima del cerro Pechito Parao en nuestro Darién, Vasco Núñez de Balboa ojea el océano Pacífico, al aniversario del festejo de mayoría de edad del descubrimiento de América en 1513.
Al celebrar los 500 años del hito del hijo de Jerez de los Caballeros, en 2013 me honró liderar una expedición de empresarios panameños al sitio para resaltar la ciclópea aventura del audaz extremeño en la intercomunicación mundial por nuevos caminos.
¡No sabemos los panameños lo que tenemos entre manos!
Nuestras autoridades de Turismo enfocan el flemático caudal de visitantes hacia la actividad de estériles compras, porque no saben, mejor, no entienden, no les entra en el coco, que aquí, que en Panamá existe una historia sin igual, un Tesoro del Dabaibe, un magnético arcoíris al turismo, magistralmente descrito en la novela del aguadulceño Octavio Méndez Pereira en 1934 y es ese destino, sin igual en el planeta, nuestro auténtico Machu Picchu, aquel que verá llover docenas de millones de visitantes, al dedicarnos a la tarea de reconstruir el relato de la América colonial con un plan maestro bien enfilado, dirigido por eruditos en lugar de coimeros, para así con galeones en el golfo, con una Panamá Vieja refabricada, su Camino Real enfilando hacia Portobelo, convertirnos en un insaciable panal tropical, el Camino de Santiago de este lado del Atlántico, para que le peregrinen con sabor, divisando las azuladas mariposas, los osos perezosos y el bajareque crepuscular, aquellas interminables hileras de aventureros deseosos de abandonar las cárceles de concreto en que se han convertido nuestras taponadas ciudadelas.
La tercera página de la aventura nos dirige hacia el sur, donde anterior a la apertura del Canal de Panamá en 1914, circulaba el grueso del comercio.
En 1520, Fernão de Magalhães con su Armada de las Molucas, 5 naos, (en español colonial galeones) encontró la ruta en la Patagonia austral.
¿Sabías que se llama Patagonia a esa extensa zona al sur de la República Argentina por sus gigantescos aborígenes de pies grandes o patagão como los describió Magallanes?
Existe la oferta de cruceros para que lo sepas e intuyas en un mundo raro, preñado de pingüinos y relames de historia, que parten desde Santiago de Chile con destino final Nuestra Señora del Buen Ayre a orilla del río de la Plata, ofertando durante sus 14 maravillosas noches un festín inolvidable al corazón y al recuerdo.
Para sellar los 500 años del descubrimiento de Magallanes, en lugar de embobarnos en el harto conocido Caribe con obesos gringos y alicoradas ebriedades, a mediados de febrero del 2020, reviviremos esa fábula para que nadie nos eche el cuento, completando así el rompecabezas que nos ha llevado a lo que somos hoy.
¡Qué espléndida forma de gastar los reales en algo que sí vale la pena y que nadie jamás nos podrá robar!
Líder empresarial.
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