El idioma español y la Autoridad del Canal
Publicado 2002/05/05 23:00:00
- Redaccion
El Convenio Alemán Zubieta - Becker fue exclusivamente redactado y firmado en inglés y durante muchos días fue el texto único que enunciaba las concesiones que la Autoridad del Canal de Panamá le hizo a Estados Unidos y que constituyen una ofensa a la soberanía nacional. En una crónica anterior (lunes 15 de abril) dejé constancia de mi estupor frente al hecho consumado oficialmente por el Administrador del Canal, que ostensiblemente infringe el artículo 7 de la Constitución Nacional y que adolece del vicio de nulidad a la luz del derecho internacional, por violar una norma de importancia fundamental de nuestro derecho interno.
Aunque no es mi propósito incursionar en los predios del Departamento de Español de la Universidad de Panamá o de la Academia Panameña de la Lengua, hoy voy a tratar de explicar por qué opino que la firma de ese documento en un texto único en inglés, además de ser una transgresión jurídica, es un percance grave que implica una agravio a la identidad cultural panameña.
He indagado los orígenes constitucionales de la consagración del español como idioma nacional. En el ámbito del derecho positivo tiene rango la Ley 9ª del 18 de enero de 1917 adoptada durante la administración del Presidente Ramón M. Valdés, por la cual se adoptaron algunas medidas para la conservación del idioma castellano, que se hicieron extensivas a las escuelas oficiales en las clases de Geografía e Historia Patria.
La Constitución promulgada el 2 de enero de 1941 bajo la presidencia del Dr. Arnulfo Arias Madrid, proclamó en su Artículo 10 que "El castellano es el idioma oficial de la República. Es función del Estado velar por su pureza, conservación y enseñanza en todo el país". Ese mismo año durante la administración del Dr. Arias, mediante la Ley No.49 de 13 de mayo de 1941 (Gaceta Oficial No.8516 de 20 de mayo de 1941), se tomaron medidas para la conservación del idioma castellano, por denominarse así según el Artículo 10 de la Constitución de 1941, pero denominado idioma español en el Artículo 7° de la Constitución de 1946, al igual que en el Artículo 7° de la Constitución de 1972 reformada en 1983. La Ley 49 de 1941, que continúa vigente, dispone en su Artículo 2° que "en ninguna oficina administrativa o judicial se le dará curso a ningún asunto que no sea presentado en idioma castellano". La infracción de esta Ley sujeta a responsabilidad y a sanción a sus infractores.
Es obvio, pero vale la pena señalar, que la adopción del español como idioma oficial no se ubica como una imposición del poder público a la población del país. El uso del español en Panamá no fue el efecto de la coerción legal, salvo que alguien pretenda remontarse a la Cédula Real de Carlos III que ordenaba "que se extingan los diferentes idiomas que se usan en los dominios del Imperio y sólo se hable y se escriba el castellano".
La norma dictada en Panamá fue una afirmación, o si se quiere, una confirmación oficial de que en Panamá se habla español, que éste es el idioma que la nación panameña reconoce como propio. El Estado panameño, a través de la norma jurídica hizo oficial lo que era real, es decir, la preeminencia de la lengua española en el hablar y en el escribir de todos los panameños.
Hace muchos siglos que el español es para los panameños una lengua consustanciada con nuestro ser y nuestra conciencia. El inglés, aunque muchos panameños lo hablen bien y probablemente lo escriben mejor, es para nosotros una lengua aprendida y superpuesta culturalmente. Recuerdo que en más de una ocasión escuché al Dr. Ricardo J. Alfaro, autor del laureado Diccionario de Anglicismos, decirnos sonriente que "el español hay que hablarlo castizamente y el inglés patrióticamente bien".
En nuestros días hay una colonización de las lenguas (no sólo del español) por el idioma inglés. Es un efecto de la historia del siglo XX. La lengua es un producto histórico. Al mismo tiempo es un puntal imprescindible de la cultura de los pueblos. Así vemos que en las Naciones Unidas la defensa del "multilingüismo" es un tema sensible e importante para todos los países que no son anglófonos. En varias ocasiones, como representante de Panamá en esa organización internacional, logré poner a nuestro país en primera fila entre los países que defienden el multilingüismo en ese foro. En 1957 - 1958 fui Relator de la Comisión que por iniciativa mía creó el Grupo Regional Latinoamericano para estudiar el status del Español y se le reconociera la importancia a que tenía derecho en los trabajos de la Organización Mundial. En múltiples ocasiones me vi forzado a solicitar el aplazamiento del debate de un tema dado porque no estaba disponible el documento alusivo en lengua española. También presencié las manifestaciones de disgusto de muchas notables personalidades latinoamericanas -graduadas en Harvard, Cambridge o Yale- que se negaban a discutir un texto que solamente se encontraba disponible en inglés.
En las Naciones Unidas, potencias como Alemania y Japón no sólo pagan el precio de la derrota en la II guerra mundial con su ausencia en el Consejo de Seguridad, del cual no son miembros permanentes. También lo pagan con la ausencia de sus idiomas, de sus lenguas nacionales entre los idiomas "oficiales" y los idiomas "de trabajo" de la Organización Mundial. Los diplomáticos de esos países son generalmente políglotas, pero evidentemente sufren la situación dada, nunca tienen la satisfacción de ver su pensamiento, sus ideas, sus posiciones, sus declaraciones, transcritas en los documentos de las Naciones Unidas. Esos países sufren por esa razón una grave imposibilidad de encontrar en los documentos oficiales de las Naciones Unidas, la riqueza, los matices, las formas, el talante propio, en sus propias lenguas.
¿Cómo no asombrarse de que la Autoridad del Canal haya concedido -por razones que resultan oscuras, confusas y nada transparentes- que en territorio panameño se firme un documento que contiene asuntos graves exclusivamente en lengua ajena?
Una interrogante que surge, entre otras, es la siguiente: ¿el mencionado documento o texto fue pensado en inglés? Nadie puede reprocharle a nadie que por razones de formación académica se tenga más facilidad para hablar, escribir o incluso pensar en otra lengua. El mismo Rubén Darío, padre del modernismo hispanoamericano además de nicaragüense raizal, dijo una vez que "pensaba en francés y escribía en español" cuando creó "Azul". Pero el resultado de ese ejercicio bilingüe fue uno de los textos más hermosos y fecundos de la lírica en lengua española.
Muchos de los grandes creadores literarios en lengua española han sido grandes transgresores de las reglas establecidas. En la búsqueda de nuevas fórmulas, en el uso de nuevas palabras, esos escritores han demostrado que no los movía una intención de destruir o corromper la propia lengua. Al contrario, deseaban enriquecerla. En sus mentes y en sus expresiones, había una indudable semilla fecundante. En la "búsqueda de nuestra propia expresión", para decirlo con palabras del gran humanista hispanoamericano y dominicano Pedro Henríquez Ureña, esos escritores siempre han considerado que la sola sospecha de que en sus obras había una "degeneración de la lengua" sólo podía surgir en mentalidades influidas por viejos mitos colonialistas. En otras palabras, que los excesivos "guardianes" de la "pureza" de la lengua española estaban influidos por sentimientos de sujeción a la lengua que se hablaba y se habla que se escribía y se escribe en la antigua metrópolis.
Este comentario me lleva como de la mano a decir que me encuentro entre los panameños que nos inquietamos por ciertos signos que han sido comentados por algunos calificados escritores e intelectuales panameños. Me refiero a los signos de que el español que se habla y que se escribe en Panamá es cada vez más un híbrido resultante de la influencia del inglés. Es indudable que esta influencia afecta grandemente la función de la lengua como medio de comunicarnos entre nosotros. Afecta grandemente la función de la lengua como sostén de nuestra identidad cultural. No obstante, es aún afortunado el hecho de que Estados Unidos no tenga la posibilidad de afirmar su hegemonía por vía de una medida como la tomada por Carlos III en la Cédula Real mencionada antes.
Que el Administrador del Canal, que la Autoridad del Canal de Panamá, haya concedido al representante del Gobierno de Estados Unidos la capacidad de firmar un documento producido solamente en inglés es un hecho que se inscribe en una actitud de renuncia a los símbolos de nuestra nacionalidad.
Esta actitud antinacional me lleva a insistir en que es de obligada lectura para la ciudadanía en general, para los funcionarios públicos, y muy particularmente, para el Administrador y la Junta Directiva del Canal de Panamá, el estudio del sabio humanista panameño Dr. José de la Cruz Herrera, intitulado "¿La conservación del idioma puede influir en el sostenimiento de la independencia nacional?" Para el Dr. Herrera la lengua viene siendo el más perfecto símbolo de la patria. A su juicio "la libertad por que bregan y han bregado sin descanso los hombres, no ha sido nunca, sino en muy contados casos de la historia, bien excusables y justificables, independencia en sólo un orden de ideas, sino en el conjunto de todos los bienes materiales y espirituales que el pueblo posee". Resalta en conclusión el Dr. José de la Cruz Herrera "la importancia que para la independencia nacional tiene el estudio y la defensa de la lengua materna, que retrata todos esos bienes materiales y espirituales..."
Los gestores panameños del Convenio Alemán Zubieta - Becker no sólo transgredieron la Constitución y la ley, también incursionaron sin recato y sin personería en el campo sensible de lo político, de la soberanía, y, como si fuera poco, ignoraron el valor que tiene la lengua patria en el ámbito de la nación.
Para el director de la Escuela de Sociología de la Universidad de Panamá (UP), Marco A. Gandásegui, no hay muchos estudios sobre el tema del homosexualismo y lesbianismo en Panamá, aunque abundan en el ámbito internacional, especialmente en Estados Unidos y los países europeos.
Explicó que en las sociedades tradicionales todos los valores que rodean la figura del homosexual son negativos, se le relaciona con lo perverso y lo satánico.
Mientras que en la sociedad moderna, donde desaparece como módulo o forma dominante la familia campesina y es reemplazada por una familia nuclear, el hombre y la mujer pueden incluso desarrollar ambos el mismo trabajo económico.
"El homosexual en esta sociedad moderna puede ir a trabajar a una oficina, regresar a su casa, cocinar y hacer de todo, igual que la mujer, sin tener una pareja del otro sexo", dijo Gandásegui, al indicar que entonces, poco a poco van desapareciendo los valores ideológicos de que es malo, satánico y perverso.
"Pareciera que ya no es un tabú ser homosexual", expresó Gandásegui, aunque considerara, no obstante, que muchos de ellos son "vulnerables" ya que por temor a que lo señalen por su preferencia sexual, pueden ser objeto de chantajes.
Existe un programa de sexología en la Caja de Seguro Social (CSS), y dentro de este programa, que se inició hace unos 30 años, se han atendido personas con diversos tipos de trastornos de identidad sexual, siendo un grupo grande de atención el de homosexuales, informó el psicólogo clínico de la entidad, Alejandro Cantón.
Según Cantón, la persona que siente atracción hacia su mismo sexo, ya sea que nació con eso o que en algún momento lo desarrolló, no puede desaparecerlo, de forma que en el programa de la CSS, "no estamos hablando de curar homosexuales".
Se trata, subrayó Cantón, de que la persona decida cómo va a vivir respecto a su identidad sexual.
Añadió que hay dos alternativas de tratamiento: la terapia individual, cuando la persona está deprimida o tiene conflictos particulares asociados o no a la homosexualidad; y la terapia de grupo, que es permanente, y donde las personas pueden entrar y salir en la medida que ven mejorados algunos aspectos de su condición.
Cantón declaró que hay estudios que sostienen que en el homosexualismo y el lesbianismo pareciera que existe algo genético. "El problema es que no siempre se han podido replicar, o sea, no se han podido reproducir y dar los mismos resultados en las investigaciones", dijo Cantón.
También pudiese ser una combinación de la genética y la crianza. "Sí estoy convencido de que el que siente la atracción siempre la va a tener, esto no tiene que ver nada con la alimentación, ni es problema hormonal", sentenció.
Además hay investigaciones a nivel del hipotálamo donde se han encontrado diferencias entre homosexuales y no homosexuales, lo mismo que en el cromosómico, donde se han notado cambios también. "Hay una teoría que tiene que ver con la estructura de la familia. Se habla de tener un padre ausente o muy débil y una madre dominante. Eso puede condicionar hacia una actitud homosexual o lesbiana", manifestó Cantón.
En el programa de la CSS, han asistido muy pocas lesbianas, en comparación con los varones que son de todas las profesiones y edades.
Las sesiones de terapia tienen una duración de 1 hora y media, lo que es permanente. La persona que ingresa puede participar el resto de su vida, si quiere. Después que se entra al programa, puede hacerlo cuando quiera. Hay personas que tienen 20 años de asistir. Otros asisten un año y regresan 10 años después.
"El marco filosófico de la terapia es que la persona deje de verse como el homosexual fulano. Que empiece a verse como fulano, que es homosexual. Hay de todos los lugares de Panamá, niveles económicos y profesionales", puntualizó Cantón.
Este psicólogo clínico informó que el trasvestismo está catalogado por la ciencia médica como una enfermedad, mas no el homosexualismo. "Quiere decir que no todos los trasvestis son homosexuales, ni todos los homosexuales son trasvestis".
Tampoco cree en el bisexualismo. Acotó que el bisexual es un homosexual que ha aprendido a tener relaciones sexuales con el sexo opuesto.
En su opinión, lo que califica a un homosexual no es cuánto sexo tiene con alguno de su mismo sexo, sino la capacidad de "enamorarse" de otro de su mismo sexo.
"Hay personas que jamás han tenido sexo con nadie de su mismo sexo, pero son homosexuales", explicó Cantón.
Aunque no es mi propósito incursionar en los predios del Departamento de Español de la Universidad de Panamá o de la Academia Panameña de la Lengua, hoy voy a tratar de explicar por qué opino que la firma de ese documento en un texto único en inglés, además de ser una transgresión jurídica, es un percance grave que implica una agravio a la identidad cultural panameña.
He indagado los orígenes constitucionales de la consagración del español como idioma nacional. En el ámbito del derecho positivo tiene rango la Ley 9ª del 18 de enero de 1917 adoptada durante la administración del Presidente Ramón M. Valdés, por la cual se adoptaron algunas medidas para la conservación del idioma castellano, que se hicieron extensivas a las escuelas oficiales en las clases de Geografía e Historia Patria.
La Constitución promulgada el 2 de enero de 1941 bajo la presidencia del Dr. Arnulfo Arias Madrid, proclamó en su Artículo 10 que "El castellano es el idioma oficial de la República. Es función del Estado velar por su pureza, conservación y enseñanza en todo el país". Ese mismo año durante la administración del Dr. Arias, mediante la Ley No.49 de 13 de mayo de 1941 (Gaceta Oficial No.8516 de 20 de mayo de 1941), se tomaron medidas para la conservación del idioma castellano, por denominarse así según el Artículo 10 de la Constitución de 1941, pero denominado idioma español en el Artículo 7° de la Constitución de 1946, al igual que en el Artículo 7° de la Constitución de 1972 reformada en 1983. La Ley 49 de 1941, que continúa vigente, dispone en su Artículo 2° que "en ninguna oficina administrativa o judicial se le dará curso a ningún asunto que no sea presentado en idioma castellano". La infracción de esta Ley sujeta a responsabilidad y a sanción a sus infractores.
Es obvio, pero vale la pena señalar, que la adopción del español como idioma oficial no se ubica como una imposición del poder público a la población del país. El uso del español en Panamá no fue el efecto de la coerción legal, salvo que alguien pretenda remontarse a la Cédula Real de Carlos III que ordenaba "que se extingan los diferentes idiomas que se usan en los dominios del Imperio y sólo se hable y se escriba el castellano".
La norma dictada en Panamá fue una afirmación, o si se quiere, una confirmación oficial de que en Panamá se habla español, que éste es el idioma que la nación panameña reconoce como propio. El Estado panameño, a través de la norma jurídica hizo oficial lo que era real, es decir, la preeminencia de la lengua española en el hablar y en el escribir de todos los panameños.
Hace muchos siglos que el español es para los panameños una lengua consustanciada con nuestro ser y nuestra conciencia. El inglés, aunque muchos panameños lo hablen bien y probablemente lo escriben mejor, es para nosotros una lengua aprendida y superpuesta culturalmente. Recuerdo que en más de una ocasión escuché al Dr. Ricardo J. Alfaro, autor del laureado Diccionario de Anglicismos, decirnos sonriente que "el español hay que hablarlo castizamente y el inglés patrióticamente bien".
En nuestros días hay una colonización de las lenguas (no sólo del español) por el idioma inglés. Es un efecto de la historia del siglo XX. La lengua es un producto histórico. Al mismo tiempo es un puntal imprescindible de la cultura de los pueblos. Así vemos que en las Naciones Unidas la defensa del "multilingüismo" es un tema sensible e importante para todos los países que no son anglófonos. En varias ocasiones, como representante de Panamá en esa organización internacional, logré poner a nuestro país en primera fila entre los países que defienden el multilingüismo en ese foro. En 1957 - 1958 fui Relator de la Comisión que por iniciativa mía creó el Grupo Regional Latinoamericano para estudiar el status del Español y se le reconociera la importancia a que tenía derecho en los trabajos de la Organización Mundial. En múltiples ocasiones me vi forzado a solicitar el aplazamiento del debate de un tema dado porque no estaba disponible el documento alusivo en lengua española. También presencié las manifestaciones de disgusto de muchas notables personalidades latinoamericanas -graduadas en Harvard, Cambridge o Yale- que se negaban a discutir un texto que solamente se encontraba disponible en inglés.
En las Naciones Unidas, potencias como Alemania y Japón no sólo pagan el precio de la derrota en la II guerra mundial con su ausencia en el Consejo de Seguridad, del cual no son miembros permanentes. También lo pagan con la ausencia de sus idiomas, de sus lenguas nacionales entre los idiomas "oficiales" y los idiomas "de trabajo" de la Organización Mundial. Los diplomáticos de esos países son generalmente políglotas, pero evidentemente sufren la situación dada, nunca tienen la satisfacción de ver su pensamiento, sus ideas, sus posiciones, sus declaraciones, transcritas en los documentos de las Naciones Unidas. Esos países sufren por esa razón una grave imposibilidad de encontrar en los documentos oficiales de las Naciones Unidas, la riqueza, los matices, las formas, el talante propio, en sus propias lenguas.
¿Cómo no asombrarse de que la Autoridad del Canal haya concedido -por razones que resultan oscuras, confusas y nada transparentes- que en territorio panameño se firme un documento que contiene asuntos graves exclusivamente en lengua ajena?
Una interrogante que surge, entre otras, es la siguiente: ¿el mencionado documento o texto fue pensado en inglés? Nadie puede reprocharle a nadie que por razones de formación académica se tenga más facilidad para hablar, escribir o incluso pensar en otra lengua. El mismo Rubén Darío, padre del modernismo hispanoamericano además de nicaragüense raizal, dijo una vez que "pensaba en francés y escribía en español" cuando creó "Azul". Pero el resultado de ese ejercicio bilingüe fue uno de los textos más hermosos y fecundos de la lírica en lengua española.
Muchos de los grandes creadores literarios en lengua española han sido grandes transgresores de las reglas establecidas. En la búsqueda de nuevas fórmulas, en el uso de nuevas palabras, esos escritores han demostrado que no los movía una intención de destruir o corromper la propia lengua. Al contrario, deseaban enriquecerla. En sus mentes y en sus expresiones, había una indudable semilla fecundante. En la "búsqueda de nuestra propia expresión", para decirlo con palabras del gran humanista hispanoamericano y dominicano Pedro Henríquez Ureña, esos escritores siempre han considerado que la sola sospecha de que en sus obras había una "degeneración de la lengua" sólo podía surgir en mentalidades influidas por viejos mitos colonialistas. En otras palabras, que los excesivos "guardianes" de la "pureza" de la lengua española estaban influidos por sentimientos de sujeción a la lengua que se hablaba y se habla que se escribía y se escribe en la antigua metrópolis.
Este comentario me lleva como de la mano a decir que me encuentro entre los panameños que nos inquietamos por ciertos signos que han sido comentados por algunos calificados escritores e intelectuales panameños. Me refiero a los signos de que el español que se habla y que se escribe en Panamá es cada vez más un híbrido resultante de la influencia del inglés. Es indudable que esta influencia afecta grandemente la función de la lengua como medio de comunicarnos entre nosotros. Afecta grandemente la función de la lengua como sostén de nuestra identidad cultural. No obstante, es aún afortunado el hecho de que Estados Unidos no tenga la posibilidad de afirmar su hegemonía por vía de una medida como la tomada por Carlos III en la Cédula Real mencionada antes.
Que el Administrador del Canal, que la Autoridad del Canal de Panamá, haya concedido al representante del Gobierno de Estados Unidos la capacidad de firmar un documento producido solamente en inglés es un hecho que se inscribe en una actitud de renuncia a los símbolos de nuestra nacionalidad.
Esta actitud antinacional me lleva a insistir en que es de obligada lectura para la ciudadanía en general, para los funcionarios públicos, y muy particularmente, para el Administrador y la Junta Directiva del Canal de Panamá, el estudio del sabio humanista panameño Dr. José de la Cruz Herrera, intitulado "¿La conservación del idioma puede influir en el sostenimiento de la independencia nacional?" Para el Dr. Herrera la lengua viene siendo el más perfecto símbolo de la patria. A su juicio "la libertad por que bregan y han bregado sin descanso los hombres, no ha sido nunca, sino en muy contados casos de la historia, bien excusables y justificables, independencia en sólo un orden de ideas, sino en el conjunto de todos los bienes materiales y espirituales que el pueblo posee". Resalta en conclusión el Dr. José de la Cruz Herrera "la importancia que para la independencia nacional tiene el estudio y la defensa de la lengua materna, que retrata todos esos bienes materiales y espirituales..."
Los gestores panameños del Convenio Alemán Zubieta - Becker no sólo transgredieron la Constitución y la ley, también incursionaron sin recato y sin personería en el campo sensible de lo político, de la soberanía, y, como si fuera poco, ignoraron el valor que tiene la lengua patria en el ámbito de la nación.
Para el director de la Escuela de Sociología de la Universidad de Panamá (UP), Marco A. Gandásegui, no hay muchos estudios sobre el tema del homosexualismo y lesbianismo en Panamá, aunque abundan en el ámbito internacional, especialmente en Estados Unidos y los países europeos.
Explicó que en las sociedades tradicionales todos los valores que rodean la figura del homosexual son negativos, se le relaciona con lo perverso y lo satánico.
Mientras que en la sociedad moderna, donde desaparece como módulo o forma dominante la familia campesina y es reemplazada por una familia nuclear, el hombre y la mujer pueden incluso desarrollar ambos el mismo trabajo económico.
"El homosexual en esta sociedad moderna puede ir a trabajar a una oficina, regresar a su casa, cocinar y hacer de todo, igual que la mujer, sin tener una pareja del otro sexo", dijo Gandásegui, al indicar que entonces, poco a poco van desapareciendo los valores ideológicos de que es malo, satánico y perverso.
"Pareciera que ya no es un tabú ser homosexual", expresó Gandásegui, aunque considerara, no obstante, que muchos de ellos son "vulnerables" ya que por temor a que lo señalen por su preferencia sexual, pueden ser objeto de chantajes.
Existe un programa de sexología en la Caja de Seguro Social (CSS), y dentro de este programa, que se inició hace unos 30 años, se han atendido personas con diversos tipos de trastornos de identidad sexual, siendo un grupo grande de atención el de homosexuales, informó el psicólogo clínico de la entidad, Alejandro Cantón.
Según Cantón, la persona que siente atracción hacia su mismo sexo, ya sea que nació con eso o que en algún momento lo desarrolló, no puede desaparecerlo, de forma que en el programa de la CSS, "no estamos hablando de curar homosexuales".
Se trata, subrayó Cantón, de que la persona decida cómo va a vivir respecto a su identidad sexual.
Añadió que hay dos alternativas de tratamiento: la terapia individual, cuando la persona está deprimida o tiene conflictos particulares asociados o no a la homosexualidad; y la terapia de grupo, que es permanente, y donde las personas pueden entrar y salir en la medida que ven mejorados algunos aspectos de su condición.
Cantón declaró que hay estudios que sostienen que en el homosexualismo y el lesbianismo pareciera que existe algo genético. "El problema es que no siempre se han podido replicar, o sea, no se han podido reproducir y dar los mismos resultados en las investigaciones", dijo Cantón.
También pudiese ser una combinación de la genética y la crianza. "Sí estoy convencido de que el que siente la atracción siempre la va a tener, esto no tiene que ver nada con la alimentación, ni es problema hormonal", sentenció.
Además hay investigaciones a nivel del hipotálamo donde se han encontrado diferencias entre homosexuales y no homosexuales, lo mismo que en el cromosómico, donde se han notado cambios también. "Hay una teoría que tiene que ver con la estructura de la familia. Se habla de tener un padre ausente o muy débil y una madre dominante. Eso puede condicionar hacia una actitud homosexual o lesbiana", manifestó Cantón.
En el programa de la CSS, han asistido muy pocas lesbianas, en comparación con los varones que son de todas las profesiones y edades.
Las sesiones de terapia tienen una duración de 1 hora y media, lo que es permanente. La persona que ingresa puede participar el resto de su vida, si quiere. Después que se entra al programa, puede hacerlo cuando quiera. Hay personas que tienen 20 años de asistir. Otros asisten un año y regresan 10 años después.
"El marco filosófico de la terapia es que la persona deje de verse como el homosexual fulano. Que empiece a verse como fulano, que es homosexual. Hay de todos los lugares de Panamá, niveles económicos y profesionales", puntualizó Cantón.
Este psicólogo clínico informó que el trasvestismo está catalogado por la ciencia médica como una enfermedad, mas no el homosexualismo. "Quiere decir que no todos los trasvestis son homosexuales, ni todos los homosexuales son trasvestis".
Tampoco cree en el bisexualismo. Acotó que el bisexual es un homosexual que ha aprendido a tener relaciones sexuales con el sexo opuesto.
En su opinión, lo que califica a un homosexual no es cuánto sexo tiene con alguno de su mismo sexo, sino la capacidad de "enamorarse" de otro de su mismo sexo.
"Hay personas que jamás han tenido sexo con nadie de su mismo sexo, pero son homosexuales", explicó Cantón.
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