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El Holocausto
Los prejuicios, sean raciales, políticos, religiosos, económicos, crean siempre la idea de que hay grupos superiores a otros, y que estos últimos no merecen nada, sino ser tratados como gente de poca valía.
- Rómulo Emiliani [email protected]
- - Publicado: 05/10/2019 - 12:00 am
Entrada del campo de exterminio nazi de Auschwitz. Foto: Archivo. EFE
La Alemania nazi, comandada por Hitler, propugnaba el dominio de la raza aria, como superior, sobre razas inferiores.
A los judíos se los consideraba raza inferior.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial se establecen los guetos judíos donde mueren unas ochocientas mil personas por hambre y enfermedades.
Pero luego aparecen los campos de concentración, la mayoría en la ocupada y vencida Polonia, donde los nazis recluían a los judíos, muriendo en los años de la guerra en total unos seis millones de judíos.
La población judía en Europa era de unos nueve millones, quedando entonces al final tres millones.
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Fue un genocidio, uno de los crímenes más horrorosos del siglo XX y aún de la historia.
Las cámaras de gas, algunas de las cuales podían matar hasta seis mil personas en un solo operativo mortal, junto a las ejecuciones por fusilamiento, muertes por hambre, frío y excesos de trabajos forzados, más las producidas por experimentos químicos, estuvieron a la orden del día durante todos los años de la Segunda Guerra Mundial.
Y todo esto se debió a la falsa idea de la superioridad de una raza sobre otra, cuando Dios nos ha hecho a todos iguales.
Los prejuicios, sean raciales, políticos, religiosos, económicos, crean siempre la idea de que hay grupos superiores a otros, y que estos últimos no merecen nada, sino ser tratados como gente de poca valía.
Cuando los prejuicios se hacen muy grandes provocan marginaciones, persecuciones, destierros, cárceles y hasta el exterminio.
Todo se justifica desde la idea de que hay grupos privilegiados por Dios, por la naturaleza, por la sociedad, por algunas ideologías o doctrinas, y que permiten entonces explotar, manipular, y maltratar a los inferiores.
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La esclavitud negra es un ejemplo claro de esto, considerando los blancos europeos que los negros no eran seres humanos plenos, y que, por lo tanto, se podía hacer lo que se quisiera con ellos.
El trato tan inhumano, cruel y déspota, junto con el comercio tan millonario que se dio con la venta de los esclavos negros, ha sido también uno de los crímenes más grandes de la humanidad.
En toda América por unos tres siglos se tuvo esa infame práctica que empezaba en África, cuando una tribu vencedora en guerras vendía los vencidos a los europeos que los mandaban en barcos, apiñados como ganado, para ser vendidos en las ferias coloniales.
Es voluntad del Señor que venzamos todo racismo, clasismo y fanatismo religioso y político, y que miremos a las personas con los ojos de Dios, como iguales a nosotros en dignidad y derechos.
Somos hijos de Dios y todos merecemos respeto.
Aprendamos de la historia.
Nunca más ningún tipo de racismo y fanatismo.
Monseñor.
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